domingo, 20 de enero de 2013

(NUEVO HERALDO) do 30.06.1934 La Guardia, Aeropuerto de Galicia


La Guardia, aeropuerto de Galicia
“NUEVO HERALDO”, La Guardia, Sábado, 30 de junio de 1934 – Año I - N.º 1

Hoy por hoy, y quizás por mucho tiempo, La Guardia es y será el único aeropuerto posible en Galicia. Después podrá, acaso, ser no solo el mejor campo de aterrizaje de España, condición que ya reúne, sino tal vez la base aérea de más importancia de todo el Norte del país. Sólo depende ello del impulso que en día no lejano han de tomar las comunicaciones aéreas –la comunicación de un mañana muy próximo-, de la atención que las autoridades aeronáuticas le presten y, en gran parte, del entusiasmo que los hijos de un pueblo, por tantos conceptos favorecido por la Naturaleza, pongan en conservar el Campo de Aviación, en defenderlo de posibles ataques del río y de los hombre y en darlo a conocer.
Sus condiciones naturales son magníficas. Ha sido reconocida la Canosa, por nuestros mejores pilotos militares y civiles, como el terreno más acto y de mejor suelo de España. Su situación nos sugiere algunas consideraciones acerca de sus posibilidades. Limpio en general de las nieblas que tan frecuentes son en nuestro país, accesible en todas las direcciones y con cualquier viento, quién sabe si le está reservado en el porvenir el desempeñar un importante papel en el orden aeronáutico. Permítasenos, pues, basados sobre datos y hechos ciertos, dejar volar nuestra imaginación y soñar en lo que pudiera llegar a ser La Guardia como estación de las rutas aéreas.
De pocos es conocida la dificultad de encontrar dentro de una región como Galicia, de suelo sumamente montañoso y accidentado, campos de aterrizaje que unan a la extensión necesaria un suelo naturalmente nivelado y un acceso fácil y despejado. La enorme división de la propiedad en nuestra región contribuye a hacer económicamente más difícil el problema. Porque es claro que, adquiriendo y aún agrupando algunas fincas grandes, que en Galicia suelen ser sólo relativamente grandes, puede construirse un campo de aterrizaje. Pero dichas fincas y su adquisición no sólo significarían un coste inicial elevado, sino que serían imprescindibles obras de allanamiento y saneamiento que harían la empresa antieconómica. Habría que hacer un aeródromo. En la Canosa lo tenemos hecho, y sin costo alguno para el Estado. El aprovechamiento de los pastos, a que hoy se dedica, es perfectamente compatible con las necesidades del tráfico. En Tablada, aeropuerto a la vez civil y militar, en donde, además de existir una base de guerra, tocan diariamente las líneas de Madrid a Sevilla y semanalmente las de Sevilla a Canarias y las extrajeras de Centro Europa a América del Sur, tenemos un ejemplo bien claro de esta afirmación.
Menos personas aún saben que hasta tres comisiones han visitado nuestra región en busca de campos donde cómodamente puedan posarse los aparatos más pesados que el aire. Todas ellas han tenido que desechar los puntos que, con un entusiasmo comprensible, pero con una ignorancia muy grande de las dimensiones y condiciones de suelo que debe reunir un aeródromo, le señalan los vecinos de los pueblos en que radicaban esos campos y los que las poblaciones interesadas en acercar a su respectiva patria chica el aeropuerto ansiado de Galicia.
Y hace solamente tres años, casi nadie –sin excluir a una mayoría de vecinos nuestros- sabía que en el Ariño podían aterrizar los grandes aviones. Aún es corriente que nos pregunten por ahí afuera si en La Guardia hay buen campo de aviación. Debemos dejar la respuesta a quien de fijo contestará –alguna vez lo hemos oído- lo siguiente: Según reconocen las más altas autoridades aerotécnicas, tenemos aquí el mejor campo del orbe terráqueo. En él han visto reunidos a treinta y tantos aparatos, y como apenas se notaba su presencia, han dispuesto que muy pronto vengan 70 aparatos más. ¡Así!
A una hora de Vigo, sería un punto cercano a América; tómase, al desembarcar, el avión de línea para Madrid, Sevilla o Barcelona, y para que en él se apeasen los viajeros que en Vigo han de tomar el trasatlántico que les conducirá a la Habana o a los Estado Unidos. No debemos olvidar que si una avioneta y hasta un aeroplano corriente aterrizan en una playa o en un campo gallego, los grandes trimotores de pasajeros no tienen en las cuatro provincias más campo de dimensiones adecuadas para una toma de tierra en condiciones de seguridad absoluta que uno: La Canosa.
La línea Madrid-Galicia, cuya ruta ofrece algunas dificultades en razón del terreno sumamente abrupto que encuentra en su etapa final, se facilita enormemente estableciendo una terminación en el Suroeste de nuestra provincia. La recta desde Madrid a La Guardia, que pasa exactamente por las poblaciones de Ávila y Salamanca, mide unos 460 kilómetros. Hasta la frontera portuguesa, la región castellana es de condiciones y suelo excelente para una forzosa toma de tierra. Salvada después la hoz del Duero –se pasa por la vertical de la confluencia de este río con el Tormes-, tenemos muy pronto ya amplios valles y hasta dos aeródromos portugueses accesibles en un planeo normal dada la altura de vuelo que suelen llevar las aeronaves. Y haciendo una pequeña desviación hacia el Sur, con rumbo a Oporto y de allí por toda la costa a La Guardia, los valles son más amplios, la ruta rodea los macizos montañosos y la condición necesaria para estas líneas de disponer cada 50 kilómetros de aeródromos de socorro, puede fácilmente ser cumplida. Estudios que hace años se hicieron para una línea Madrid-Vigo la proyectaban por este trazado, y una escala en la capital del Norte de Portugal aumentaría el contingente de viajeros, compensando en los primeros meses de explotación en que se prevé este contingente como más reducido, el pequeño retraso que originaría. Tal como sucede hoy en varias importantes líneas, los aparatos no necesitarían más de 20 minutos para tomar y dejar el pasaje y correo portugués. ¿Dificultades de orden internacional? Pocas y no invencibles. Cada día los pueblos dan más facilidades para que el aire sea libre, y una línea comercial como la proyectada es instrumento de paz que sólo ventajas trae para las naciones sobre cuyo suelo pasa.
Y sí, siguiendo nuestro cálculo de posibilidades, pensamos en las rutas aéreas trasatlánticas, ¿qué punto más indicado para su partida y llegada que La Guardia, situada casi sobre el mar, en casi el mismo paralelo de Nueva York y con condiciones magníficas, no solo para aparatos terrestres, sino para base de hidros?; ¿qué campo de España –excepción hecha de tablada, el aeródromo de las rutas de América del Sur- tiene semejantes condiciones para el despegue de los aparatos de gran raid? Hemos hablado de hidros. Por su situación y condición de casi isla, a escaso nivel sobre el de las aguas, las rampas de acceso de estos serían facilísimas, al abrigo de cualquiera de los vientos podrían estos acuatizar. Y digamos unas palabras sobre otro medio de transporte aéreo que lucha con el más pesado que el aire, por la supremacía del mismo: los zepelines. No tendrían en este clima, ni aún en pleno rogor del verano, el problema de tener que esperar para su descenso a que las horas del atardecer refresquen el ambiente, como ha sucedido en la capital de Andalucía. Y ¿saben que en los cuatro viajes que el Graff Zepelín ha hecho por el Atlántico Norte (en otros ha seguido la ruta del Mediterráneo), tanto en los de ida como en los de vuelta, ha elegido precisamente la desembocadura del Miño como punto de recalada al regreso y de internada en el mar a la ida hacia América? No parece sino que el Tecla, que tan importante papel jugó en el derrotero náutico, está llamado también a ser punto de recalada del derrotero del aire en los viajes transoceánicos.
A los lectores, y especialmente a los lectores guardeses en meditar en lo que ese día podía llegar a ser su pueblo, cuál la importancia que adquiriría y cuales los beneficios que se le reportarían. Vive hoy La Guardia principalmente del turismo. El tecla es el imán que atrae la masa excursionista de todo el mundo y de todas las nacionalidades. ¡Pensar que los madrileños, conocedores de la existencia de un buen campo en sus inmediaciones, pueden mañana venir a pasar el final de semana a nuestro monte para regresar el lunes a sus ocupaciones! ¡Cuantos de ellos cubren hoy muchos kilómetros de carretera con más horas de incómodo y polvoriento viaje, solo para respirar en el día de descanso un aire más puro y más fresco! Pues bien, tres horas escasas de un cómodo viaje les permitirá reposarse en  el más bello de los parajes –nuestro Santa Tecla- y bañarse, refrescando sus cuerpos asados por el calor de la meseta, en el más yodado de los mares.
Y para que se vea que nuestros sueños son más próximas realidades de lo que parecer pudiera, ahí va un dato que dice mucho respecto a la importancia que ya tiene nuestro campo: Cuando en diciembre de 1933 se anunció una huelga general ferroviaria –que después no se planteó- llegaron a La Guardia 5000 litros de gasolina y buena provisión de aceite de avión. ¿Para qué? Interesaba al Gobierno no perder las comunicaciones con Galicia, y ante el anunciado movimiento tomó sus medidas, preparando una expedición diaria de correo por vía aérea. No había más que un punto posible para escalar los trimotores de la LAPE o militares: La Canosa. Y he aquí, con esta medida, el reconocimiento oficial de nuestra afirmación: la Guardia, aeropuerto de Galicia.

Nemesio, el descubridor
En esta página que NUEVO HERALDO dedica a La canosa y a dar a conocer nuestro aeródromo, no pueden dejar de figurar, en lugar preferente, unas líneas que nos hablen del que fue su descubridor y es su más entusiasta propagandista: el capitán aviador don Nemesio Álvarez Sánchez. Es este prestigioso hijo de La Guardia acreedor, por este solo hecho, de la gratitud de sus paisanos.
A él, principalmente, se debe que nuestro campo no sólo exista, sino que sea visitado y conocido hoy en todos los medios aeronáuticos de España.

NEMESIO ÁLVAREZ SÁNCHEZ
Capitán de artillería, popular aviador guardés.

El lo descubrió. Cuando el simpático rapaz que todos conocimos, lleno de inquietudes y de graciosas y ocurrentes pendejás –bien haya la rama que al tronco sale-, llegó a ser todo un señor piloto militar y un buen navegante del aire, pensó que, gracias a su avión, la distancia entre Madrid y La Guardia era un paseo poco más largo que el que diariamente hacía entre la Alameda y Fedorento; y, con la rapidez y dinamismo que siempre le caracterizaron, se dijo: Tengo que venir a La Guardia en aeroplano. Pero ¿dónde tomar tierra? Alguien entonces le indicó: En La canosa quizás. Fuimos a verla, y apenas puso el pie en la isla nuestro buen Neme, rompió en exclamaciones de este calibre: ¡bestial! ¡Aquí! ¡Allí! En cualquier sitio tomo yo tierra con una avioneta o con el Dornier gigante. Dicho y hecho. De regreso a Madrid recibimos de él una carta: Pinta con cal en un trozo del campo cuatro ángulos y hecha a las vacas fuera de esa zona. El día de la fiesta del Monte se acuerda sin duda de lo bien que se estaría allá arriba y solicita permiso para venir en vuelo a La Guardia. Los naturales reparos respecto a la seguridad que ofrecía el aterrizaje en sitio hasta entonces desconocido para tal finalidad, fueron prontamente vencidos por la seguridad que sus opiniones inspiraban. Y conseguido de los jefes la oportuna autorización, surge la dificultada de disponer aquel día precisamente del casi imprescindible mecánico que le acompañase a un lugar cuyos elementos de auxilio, caso de una posible avería, se consideraban nulos. No importa. Me voy solo. Y como Lindberg, como los buenos, se levantó en Madrid por la mañana y a la una de la tarde, cuando mayor era la animación en lo alto del Tecla, una mano amiga saludaba desde un Havilland a sus paisanos en fiesta. ¡Es Nemesio! ¡Nemesio!, gritaban todos. No exagero nada si os digo que varios hombres maduros –no hablemos de la emoción de las mujeres y los niños- lloraban de entusiasmo y de cariño al ver como el rapaz travieso que habían conocido pasaba una y otra vez con alarde de maestría entre el Facho y San Francisco, zumbando los 300 H.P. de su motor Hispano. Abajo, en La Canosa, solos su padre y un amigo esperaban confiados la llegada de Nemesio. Los demás, que de antemano conocían su propósito, habían preferido, un poco escépticos o un mucho hambrientos, no perder las empanadas rociadas con blanco del Rosal o de las Eiras. ¡Qué alegría al abrazarle! ¿Te acuerdas Neme? ¡Qué de achuchones te dieron al llegar arriba! ¡Qué trompa te hacen coger, por poco, a fuerza de tanto obsequio líquido!
Más no se enfrió, pasada la emoción de esta primera hazaña, el entusiasmo del aviador guardés por las cosas de su pueblo. Goza el capitán Álvarez de justo y ganado prestigio entre sus compañeros y de merecida reputación entre sus superiores. Es siempre oído con interés entre todos ellos. Y su informe oficial sobre el Campo de aterrizaje de La Canosa fue estudiado y aprobado, y vio al fin coronados con el éxito sus trabajos para que La Guardia figurase en los mapas de aviación como punto accesible para los pájaros de acero. Gracias a sus gestiones fue prontamente declarado aeródromo militar la isla de La Canosa.
El la dio también a conocer. Constante pregonero de las excelencias del terreno que descubriera, sus compañeros fueron, primero poco a poco, y después en mayor número, desfilando por nuestro aeropuerto y convirtiéndose cada uno de ellos en un nuevo propagandista de sus bondades, de las bellezas de este pueblo y de la amabilidad con que siempre les acogieron sus habitantes. No es extraño que cuando en Madrid se proyecta un raid a La Guardia, los voluntarios para el viaje sean en número muy superior al de aparatos disponibles.
Nuestro pueblo debe a Nemesio gratitud eterna. El la abrió a los caminos del aire y su nombre voló gracias a él en las nuevas alas de la fama. NUEVO HERALDO se complace en su primer número en dedicarle este homenaje merecido de gratitud y cariño. Aquel que a los 17 años, ingresó en la Academia de Artillería con el número 2, en una promoción de 200, es hoy un piloto de garantía acreditada, a quien todos admiramos y que su popularidad y simpatía, que le hace ser querido sin excepción por todos sus paisanos, une hoy el mérito de haber laborado eficazmente por el pueblo que se honra en haberla visto nacer.

La llegada de la escuadrilla de aeroplanos
NUEVO HERALDO, La Guardia, Sábado, 18 agosto de 1934 – Año I – N.º 8

Un aspecto del Campo de Aviación de La Canosa,
cuyo terreno es uno de los mejores de España para aterrizar.

Desde las primeras horas de la mañana del domingo empezó a ir a la Canosa un enorme gentío con ánimo de presenciar el arribo de los aviones, anunciado para las once y media.
Puntualmente empezaron a divisarse los primeros aparato, y media hora más tarde ya se hallaban alineados en el campo los 23 aparatos que se esperaban. Uno de ellos sufrió un pequeño percance a causa de una desviación; pero de tan poca importancia que cuando aterrizó el último, ya aquel estaba alineado con los demás.


Los aviadores fueron saludados acto seguido por todas las autoridades locales y representantes de las sociedades recreativas y otras entidades. El Club náutico fue atracado a la isla, y a última hora, en vista del retraso de las lanchas gasolineras, sirvió para trasladar a tierra a los aviadores, autoridades y parte del público.


Por la noche fueron obsequiados por el casino con un baile que resultó animadísimo; el lunes, por la mañana, nuestro Ayuntamiento les obsequió con un vino de honor; por la tarde concurrieron a la fiesta de Arena Grande, y por la noche fueron a Vigo, en cuya ciudad se les obsequió con un baile en el casino.


También el Club náutico organizó una gira a la isla de los amores. Asimismo, gran número de aviadores concurrieron a la fiesta de San Cayetano y san Roque, haciendo derroche de animación y alegría.

Avión que pilotaba el capitán don Nemesio Álvarez Sánchez, en la Canosa, en las
Fiestas de monte Santa Tecla en 1934.


El jueves por la mañana llegaron dos aeroplanos más,  y a las cuatro de la tarde del mismo día se elevaron doce que salieron con dirección a León. Ayer salieron tres para Sarria, y los restantes saldrán, posiblemente, mañana domingo.

Un gran baile en el Casino
En honor de los aviadores
¡Noche de gran gala la del domingo pasado en el Casino! Los bizarros nietos de Ícaro, que nos visitaron esta semana, fueron espléndidamente obsequiados con un gran baile que por su brillantez pasará a formar parte de los mejores en el largo historial de nuestro primer centro social. Mucha animación, mucha; muchas beldades; muchos uniformes con sus galones y sus estrellas; la Sociedad de las Naciones en noche de fiesta, era lo que, talmente, parecía el lucido baile, pues, que allí, en los salones del Casino, hemos visto bailar a ingleses, a franceses, a cubanos, a portorriqueños, a alemanes, a portugueses a españoles… ¡Muchos forasteros, muchos veraneantes, se dieron allí cita conjuntamente con lo más saliente del elemento social guardés!
A las once de la noche empezó el estupendo baile, y el fervoroso entusiasmo que desde un principio había hecho presa de todos los concurrentes, no decayó un instante más bien crecía por momentos… Hasta las cuatro de la madrugada se estuvo bailando. No había caras tristes. No podía haberlas. Además que esto sería casi una herejía. La máxima alegría se reflejaba en todos los semblantes. Como en el Edén debe ser cosa de inocentes comparado con el Paraíso moderno (un Paraíso de encargo) que parecía tan magnífico baile. ¡Y que nadie nos hable de ninfas, de náyades, de sirenas, huríes y nereidas, sin descubrirse reverentemente, en rendida admiración, ante el glorioso cuadro que formaban las bellezas que, por derecho natural, presidían, reinaban, imperaban en aquel sugestivo ambiente saturado de idealidad, de encanto, de poesía, de eternidad…!

Casino de La Guardia, baile en honor de los aviadores, 12/8/1934.

Mediado el baile, nuestros intrépidos aviadores, invitados expresamente por la Directiva del Casino, subieron al salón de fiestas del piso alto, en donde se les tenía preparado un exquisito tentempié. En derredor de las mesas tomaron asiento el Alcalde, don Antolín Silva, y el concejal don Manuel Álvarez Vicente; el Juez Municipal, don José Benito Sobrino; el Presidente del Casino, don Luís Martínez; el Secretario, don Valentín Trigo; el Vice-Tesorero, don José Lomba, y los Vocales señores Victoriano Sáez y Brasilino Álvarez; el Jefe de escuadra, Teniente Coronel Camacho; el jefe del grupo que nos visitó, Comandante Puente; el Comandante de aviación, don Rafael Llorente; los capitanes, también aviadores, señores Luís Llorente y Nemesio Álvarez, y el Capitán de Artillería, don Benito Álvarez, los cuales están pasando la temporada de veraneo en La Guardia, y toda la oficialidad. Poco después llegaron don Celso Candeira, don Jesús Padín y algunos más. Se confraternizó y se charló largo rato. Al descorcharse el espumoso champaña, el Presidente del Casino ofreció el homenaje brindando por la aviación española y por que la estadía de los aviadores entre nosotros les fuese lo más grata posible. Contestaron, primeramente, el Teniente Coronel Camacho, y después el Comandante Puente, agradeciendo el homenaje y prometiendo hacer lo posible por volver todos los años a La Guardia, donde, tan gentilmente, según sus propias palabras, se les recibía. Se terminó en medio de gran alegría dándose vivas y repartiéndose abrazos.














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