La Guardia,
aeropuerto de Galicia
“NUEVO HERALDO”, La Guardia, Sábado, 30
de junio de 1934 – Año I - N.º 1
Hoy por hoy, y quizás por mucho tiempo, La Guardia es
y será el único aeropuerto posible en Galicia. Después podrá, acaso, ser no
solo el mejor campo de aterrizaje de España, condición que ya reúne, sino tal
vez la base aérea de más importancia de todo el Norte del país. Sólo depende
ello del impulso que en día no lejano han de tomar las comunicaciones aéreas
–la comunicación de un mañana muy próximo-, de la atención que las autoridades
aeronáuticas le presten y, en gran parte, del entusiasmo que los hijos de un
pueblo, por tantos conceptos favorecido por la Naturaleza, pongan en conservar
el Campo de Aviación, en defenderlo de posibles ataques del río y de los hombre
y en darlo a conocer.
Sus condiciones naturales son magníficas. Ha sido
reconocida la Canosa, por nuestros mejores pilotos militares y civiles, como el
terreno más acto y de mejor suelo de España. Su situación nos sugiere algunas
consideraciones acerca de sus posibilidades. Limpio en general de las nieblas
que tan frecuentes son en nuestro país, accesible en todas las direcciones y
con cualquier viento, quién sabe si le está reservado en el porvenir el
desempeñar un importante papel en el orden aeronáutico. Permítasenos, pues,
basados sobre datos y hechos ciertos, dejar volar nuestra imaginación y soñar
en lo que pudiera llegar a ser La Guardia como estación de las rutas aéreas.
De pocos es conocida la dificultad de encontrar
dentro de una región como Galicia, de suelo sumamente montañoso y accidentado,
campos de aterrizaje que unan a la extensión necesaria un suelo naturalmente
nivelado y un acceso fácil y despejado. La enorme división de la propiedad en
nuestra región contribuye a hacer económicamente más difícil el problema.
Porque es claro que, adquiriendo y aún agrupando algunas fincas grandes, que en
Galicia suelen ser sólo relativamente grandes, puede construirse un campo de aterrizaje. Pero dichas fincas y su
adquisición no sólo significarían un coste inicial elevado, sino que serían
imprescindibles obras de allanamiento y saneamiento que harían la empresa
antieconómica. Habría que hacer un aeródromo. En la Canosa lo tenemos hecho, y
sin costo alguno para el Estado. El aprovechamiento de los pastos, a que hoy se
dedica, es perfectamente compatible con las necesidades del tráfico. En Tablada,
aeropuerto a la vez civil y militar, en donde, además de existir una base de
guerra, tocan diariamente las líneas de Madrid a Sevilla y semanalmente las de
Sevilla a Canarias y las extrajeras de Centro Europa a América del Sur, tenemos
un ejemplo bien claro de esta afirmación.
Menos personas aún saben que hasta tres comisiones
han visitado nuestra región en busca de campos donde cómodamente puedan posarse
los aparatos más pesados que el aire. Todas ellas han tenido que desechar los
puntos que, con un entusiasmo comprensible, pero con una ignorancia muy grande
de las dimensiones y condiciones de suelo que debe reunir un aeródromo, le
señalan los vecinos de los pueblos en que radicaban esos campos y los que las
poblaciones interesadas en acercar a su respectiva patria chica el aeropuerto
ansiado de Galicia.
Y hace solamente tres años, casi nadie –sin excluir a
una mayoría de vecinos nuestros- sabía que en el Ariño podían aterrizar los
grandes aviones. Aún es corriente que nos pregunten por ahí afuera si en La Guardia
hay buen campo de aviación. Debemos dejar la respuesta a quien de fijo
contestará –alguna vez lo hemos oído- lo siguiente: Según reconocen las más altas autoridades aerotécnicas, tenemos aquí el
mejor campo del orbe terráqueo. En él han visto reunidos a treinta y tantos
aparatos, y como apenas se notaba su presencia, han dispuesto que muy pronto
vengan 70 aparatos más. ¡Así!
A una hora de Vigo, sería un punto cercano a América;
tómase, al desembarcar, el avión de línea para Madrid, Sevilla o Barcelona, y
para que en él se apeasen los viajeros que en Vigo han de tomar el
trasatlántico que les conducirá a la Habana o a los Estado Unidos. No debemos
olvidar que si una avioneta y hasta un aeroplano corriente aterrizan en una
playa o en un campo gallego, los grandes trimotores de pasajeros no tienen en
las cuatro provincias más campo de dimensiones adecuadas para una toma de
tierra en condiciones de seguridad absoluta que uno: La Canosa.
La línea Madrid-Galicia, cuya ruta ofrece algunas
dificultades en razón del terreno sumamente abrupto que encuentra en su etapa
final, se facilita enormemente estableciendo una terminación en el Suroeste de
nuestra provincia. La recta desde Madrid a La Guardia, que pasa exactamente por
las poblaciones de Ávila y Salamanca, mide unos 460 kilómetros. Hasta la
frontera portuguesa, la región castellana es de condiciones y suelo excelente
para una forzosa toma de tierra. Salvada después la hoz del Duero –se pasa por
la vertical de la confluencia de este río con el Tormes-, tenemos muy pronto ya
amplios valles y hasta dos aeródromos portugueses accesibles en un planeo
normal dada la altura de vuelo que suelen llevar las aeronaves. Y haciendo una
pequeña desviación hacia el Sur, con rumbo a Oporto y de allí por toda la costa
a La Guardia, los valles son más amplios, la ruta rodea los macizos montañosos
y la condición necesaria para estas líneas de disponer cada 50 kilómetros de
aeródromos de socorro, puede fácilmente ser cumplida. Estudios que hace años se
hicieron para una línea Madrid-Vigo la proyectaban por este trazado, y una
escala en la capital del Norte de Portugal aumentaría el contingente de
viajeros, compensando en los primeros meses de explotación en que se prevé este
contingente como más reducido, el pequeño retraso que originaría. Tal como
sucede hoy en varias importantes líneas, los aparatos no necesitarían más de 20
minutos para tomar y dejar el pasaje y correo portugués. ¿Dificultades de orden
internacional? Pocas y no invencibles. Cada día los pueblos dan más facilidades
para que el aire sea libre, y una línea comercial como la proyectada es
instrumento de paz que sólo ventajas trae para las naciones sobre cuyo suelo
pasa.
Y sí, siguiendo nuestro cálculo de posibilidades,
pensamos en las rutas aéreas trasatlánticas, ¿qué punto más indicado para su
partida y llegada que La Guardia, situada casi sobre el mar, en casi el mismo
paralelo de Nueva York y con condiciones magníficas, no solo para aparatos
terrestres, sino para base de hidros?; ¿qué campo de España –excepción hecha de
tablada, el aeródromo de las rutas de América del Sur- tiene semejantes
condiciones para el despegue de los aparatos de gran raid? Hemos hablado de hidros. Por su situación y condición de casi
isla, a escaso nivel sobre el de las aguas, las rampas de acceso de estos
serían facilísimas, al abrigo de cualquiera de los vientos podrían estos
acuatizar. Y digamos unas palabras sobre otro medio de transporte aéreo que
lucha con el más pesado que el aire, por la supremacía del mismo: los
zepelines. No tendrían en este clima, ni aún en pleno rogor del verano, el
problema de tener que esperar para su descenso a que las horas del atardecer
refresquen el ambiente, como ha sucedido en la capital de Andalucía. Y ¿saben
que en los cuatro viajes que el Graff
Zepelín ha hecho por el Atlántico Norte (en otros ha seguido la ruta del
Mediterráneo), tanto en los de ida como en los de vuelta, ha elegido
precisamente la desembocadura del Miño como punto de recalada al regreso y de
internada en el mar a la ida hacia América? No parece sino que el Tecla, que
tan importante papel jugó en el derrotero náutico, está llamado también a ser
punto de recalada del derrotero del aire en los viajes transoceánicos.
A los lectores, y especialmente a los lectores
guardeses en meditar en lo que ese día podía llegar a ser su pueblo, cuál la
importancia que adquiriría y cuales los beneficios que se le reportarían. Vive
hoy La Guardia principalmente del turismo. El tecla es el imán que atrae la
masa excursionista de todo el mundo y de todas las nacionalidades. ¡Pensar que
los madrileños, conocedores de la existencia de un buen campo en sus
inmediaciones, pueden mañana venir a pasar el final de semana a nuestro monte
para regresar el lunes a sus ocupaciones! ¡Cuantos de ellos cubren hoy muchos
kilómetros de carretera con más horas de incómodo y polvoriento viaje, solo
para respirar en el día de descanso un aire más puro y más fresco! Pues bien,
tres horas escasas de un cómodo viaje les permitirá reposarse en el más bello de los parajes –nuestro Santa
Tecla- y bañarse, refrescando sus cuerpos asados por el calor de la meseta, en
el más yodado de los mares.
Y para que se vea que nuestros sueños son más
próximas realidades de lo que parecer pudiera, ahí va un dato que dice mucho
respecto a la importancia que ya tiene nuestro campo: Cuando en diciembre de
1933 se anunció una huelga general ferroviaria –que después no se planteó-
llegaron a La Guardia 5000 litros de gasolina y buena provisión de aceite de
avión. ¿Para qué? Interesaba al Gobierno no perder las comunicaciones con
Galicia, y ante el anunciado movimiento tomó sus medidas, preparando una
expedición diaria de correo por vía aérea. No había más que un punto posible
para escalar los trimotores de la LAPE o militares: La Canosa. Y he aquí, con
esta medida, el reconocimiento oficial de nuestra afirmación: la Guardia,
aeropuerto de Galicia.
Nemesio,
el descubridor
En esta página que NUEVO HERALDO dedica a La canosa y
a dar a conocer nuestro aeródromo, no pueden dejar de figurar, en lugar
preferente, unas líneas que nos hablen del que fue su descubridor y es su más
entusiasta propagandista: el capitán aviador don Nemesio Álvarez Sánchez. Es
este prestigioso hijo de La Guardia acreedor, por este solo hecho, de la
gratitud de sus paisanos.
A él, principalmente, se debe que nuestro campo no
sólo exista, sino que sea visitado y conocido hoy en todos los medios
aeronáuticos de España.
NEMESIO ÁLVAREZ SÁNCHEZ
Capitán de
artillería, popular aviador guardés.
El lo descubrió. Cuando el simpático rapaz que todos
conocimos, lleno de inquietudes y de graciosas y ocurrentes pendejás –bien haya la rama que al
tronco sale-, llegó a ser todo un señor piloto militar y un buen navegante del
aire, pensó que, gracias a su avión, la distancia entre Madrid y La Guardia era
un paseo poco más largo que el que diariamente hacía entre la Alameda y Fedorento;
y, con la rapidez y dinamismo que siempre le caracterizaron, se dijo: Tengo que venir a La Guardia en aeroplano.
Pero ¿dónde tomar tierra? Alguien entonces le indicó: En La canosa quizás. Fuimos a verla, y apenas puso el pie en la
isla nuestro buen Neme, rompió en exclamaciones de este calibre: ¡bestial! ¡Aquí! ¡Allí! En cualquier sitio
tomo yo tierra con una avioneta o con el Dornier gigante. Dicho y hecho. De
regreso a Madrid recibimos de él una carta: Pinta
con cal en un trozo del campo cuatro ángulos y hecha a las vacas fuera de esa
zona. El día de la fiesta del Monte se acuerda sin duda de lo bien que se
estaría allá arriba y solicita permiso para venir en vuelo a La Guardia. Los
naturales reparos respecto a la seguridad que ofrecía el aterrizaje en sitio
hasta entonces desconocido para tal finalidad, fueron prontamente vencidos por
la seguridad que sus opiniones inspiraban. Y conseguido de los jefes la
oportuna autorización, surge la dificultada de disponer aquel día precisamente
del casi imprescindible mecánico que le acompañase a un lugar cuyos elementos
de auxilio, caso de una posible avería, se consideraban nulos. No importa. Me voy solo. Y como
Lindberg, como los buenos, se levantó en Madrid por la mañana y a la una de la
tarde, cuando mayor era la animación en lo alto del Tecla, una mano amiga
saludaba desde un Havilland a sus paisanos en fiesta. ¡Es Nemesio! ¡Nemesio!, gritaban todos. No exagero nada si os digo
que varios hombres maduros –no hablemos de la emoción de las mujeres y los niños-
lloraban de entusiasmo y de cariño al ver como el rapaz travieso que habían
conocido pasaba una y otra vez con alarde de maestría entre el Facho y San
Francisco, zumbando los 300 H.P. de su motor Hispano. Abajo, en La Canosa,
solos su padre y un amigo esperaban confiados la llegada de Nemesio. Los demás,
que de antemano conocían su propósito, habían preferido, un poco escépticos o
un mucho hambrientos, no perder las empanadas rociadas con blanco del Rosal o
de las Eiras. ¡Qué alegría al abrazarle! ¿Te acuerdas Neme? ¡Qué de achuchones
te dieron al llegar arriba! ¡Qué trompa
te hacen coger, por poco, a fuerza de tanto obsequio líquido!
Más no se enfrió, pasada la emoción de esta primera
hazaña, el entusiasmo del aviador guardés por las cosas de su pueblo. Goza el
capitán Álvarez de justo y ganado prestigio entre sus compañeros y de merecida
reputación entre sus superiores. Es siempre oído con interés entre todos ellos.
Y su informe oficial sobre el Campo de aterrizaje de La Canosa fue estudiado y
aprobado, y vio al fin coronados con el éxito sus trabajos para que La Guardia
figurase en los mapas de aviación como punto accesible para los pájaros de
acero. Gracias a sus gestiones fue prontamente declarado aeródromo militar la
isla de La Canosa.
El la dio también a conocer. Constante pregonero de
las excelencias del terreno que descubriera, sus compañeros fueron, primero
poco a poco, y después en mayor número, desfilando por nuestro aeropuerto y
convirtiéndose cada uno de ellos en un nuevo propagandista de sus bondades, de
las bellezas de este pueblo y de la amabilidad con que siempre les acogieron
sus habitantes. No es extraño que cuando en Madrid se proyecta un raid a La Guardia, los voluntarios para
el viaje sean en número muy superior al de aparatos disponibles.
Nuestro pueblo debe a Nemesio gratitud eterna. El la
abrió a los caminos del aire y su nombre voló gracias a él en las nuevas alas
de la fama. NUEVO HERALDO se complace en su primer número en dedicarle este
homenaje merecido de gratitud y cariño. Aquel que a los 17 años, ingresó en la
Academia de Artillería con el número 2, en una promoción de 200, es hoy un
piloto de garantía acreditada, a quien todos admiramos y que su popularidad y
simpatía, que le hace ser querido sin excepción por todos sus paisanos, une hoy
el mérito de haber laborado eficazmente por el pueblo que se honra en haberla
visto nacer.
La llegada de la escuadrilla de aeroplanos
NUEVO HERALDO, La Guardia, Sábado, 18
agosto de 1934 – Año I – N.º 8
Un
aspecto del Campo de Aviación de La Canosa,
cuyo
terreno es uno de los mejores de España para aterrizar.
Desde las primeras horas de la mañana del domingo
empezó a ir a la Canosa un enorme gentío con ánimo de presenciar el arribo de
los aviones, anunciado para las once y media.
Puntualmente empezaron a divisarse los primeros
aparato, y media hora más tarde ya se hallaban alineados en el campo los 23
aparatos que se esperaban. Uno de ellos sufrió un pequeño percance a causa de
una desviación; pero de tan poca importancia que cuando aterrizó el último, ya
aquel estaba alineado con los demás.
Los aviadores fueron saludados acto seguido por todas
las autoridades locales y representantes de las sociedades recreativas y otras
entidades. El Club náutico fue atracado a la isla, y a última hora, en vista
del retraso de las lanchas gasolineras, sirvió para trasladar a tierra a los
aviadores, autoridades y parte del público.
Por la noche fueron obsequiados por el casino con un
baile que resultó animadísimo; el lunes, por la mañana, nuestro Ayuntamiento
les obsequió con un vino de honor; por la tarde concurrieron a la fiesta de
Arena Grande, y por la noche fueron a Vigo, en cuya ciudad se les obsequió con
un baile en el casino.
También el Club náutico organizó una gira a la isla
de los amores. Asimismo, gran número de aviadores concurrieron a la fiesta de
San Cayetano y san Roque, haciendo derroche de animación y alegría.
Avión
que pilotaba el capitán don Nemesio Álvarez Sánchez, en la Canosa, en las
Fiestas
de monte Santa Tecla en 1934.
El jueves por la mañana llegaron dos aeroplanos
más, y a las cuatro de la tarde del
mismo día se elevaron doce que salieron con dirección a León. Ayer salieron
tres para Sarria, y los restantes saldrán, posiblemente, mañana domingo.
Un
gran baile en el Casino
En
honor de los aviadores
¡Noche de gran gala la del domingo pasado en el
Casino! Los bizarros nietos de Ícaro, que nos visitaron esta semana, fueron
espléndidamente obsequiados con un gran baile que por su brillantez pasará a
formar parte de los mejores en el largo historial de nuestro primer centro
social. Mucha animación, mucha; muchas beldades; muchos uniformes con sus
galones y sus estrellas; la Sociedad de las Naciones en noche de fiesta, era lo
que, talmente, parecía el lucido baile, pues, que allí, en los salones del
Casino, hemos visto bailar a ingleses, a franceses, a cubanos, a
portorriqueños, a alemanes, a portugueses a españoles… ¡Muchos forasteros,
muchos veraneantes, se dieron allí cita conjuntamente con lo más saliente del
elemento social guardés!
A las once de la noche empezó el estupendo baile, y
el fervoroso entusiasmo que desde un principio había hecho presa de todos los
concurrentes, no decayó un instante más bien crecía por momentos… Hasta las
cuatro de la madrugada se estuvo bailando. No había caras tristes. No podía
haberlas. Además que esto sería casi una herejía. La máxima alegría se reflejaba
en todos los semblantes. Como en el Edén debe ser cosa de inocentes comparado
con el Paraíso moderno (un Paraíso de encargo) que parecía tan magnífico baile.
¡Y que nadie nos hable de ninfas, de náyades, de sirenas, huríes y nereidas,
sin descubrirse reverentemente, en rendida admiración, ante el glorioso cuadro
que formaban las bellezas que, por derecho natural, presidían, reinaban,
imperaban en aquel sugestivo ambiente saturado de idealidad, de encanto, de
poesía, de eternidad…!
Casino
de La Guardia, baile en honor de los aviadores, 12/8/1934.
Mediado el baile, nuestros intrépidos aviadores,
invitados expresamente por la Directiva del Casino, subieron al salón de
fiestas del piso alto, en donde se les tenía preparado un exquisito tentempié.
En derredor de las mesas tomaron asiento el Alcalde, don Antolín Silva, y el
concejal don Manuel Álvarez Vicente; el Juez Municipal, don José Benito
Sobrino; el Presidente del Casino, don Luís Martínez; el Secretario, don
Valentín Trigo; el Vice-Tesorero, don José Lomba, y los Vocales señores
Victoriano Sáez y Brasilino Álvarez; el Jefe de escuadra, Teniente Coronel
Camacho; el jefe del grupo que nos visitó, Comandante Puente; el Comandante de
aviación, don Rafael Llorente; los capitanes, también aviadores, señores Luís
Llorente y Nemesio Álvarez, y el Capitán de Artillería, don Benito Álvarez, los
cuales están pasando la temporada de veraneo en La Guardia, y toda la
oficialidad. Poco después llegaron don Celso Candeira, don Jesús Padín y
algunos más. Se confraternizó y se charló largo rato. Al descorcharse el
espumoso champaña, el Presidente del Casino ofreció el homenaje brindando por
la aviación española y por que la estadía de los aviadores entre nosotros les fuese
lo más grata posible. Contestaron, primeramente, el Teniente Coronel Camacho, y
después el Comandante Puente, agradeciendo el homenaje y prometiendo hacer lo
posible por volver todos los años a La Guardia, donde, tan gentilmente, según
sus propias palabras, se les recibía. Se terminó en medio de gran alegría
dándose vivas y repartiéndose abrazos.
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