viernes, 24 de enero de 2014

LA VOZ DEL TECLA, (23.08.1919, Nº 436) D.FRANCISCO ÁLVAREZ-OSORIO

LA VOZ DEL TECLA

(Año IX – La Guardia 23 de Agosto de 1919 – Núm. 436)


NUESTROS VISITANTES LOS ILUSTRES ARQUEÓLOGOS
D. IGNACIO CALVO SÁNCHEZ Y D. FRANCISCO ÁLVAREZ-OSORIO

D. FRANCISCO ÁLVAREZ-OSORIO Y FARFÁN DE LOS GODOS
Entre los apellidos de este ilustre visitante que hoy tenemos la suerte de ver en nuestro pueblo, figura además el de Pizarro, y todo el mundo sabe que el de Álvarez-Osorio es el que usan los Marqueses de la Con-quista, título con que premió Carlos V los altos servicios, el heroísmo, y el genio del conquistador del Perú. Si a eso añadimos que no está dilucidado a quien pertenece el título de Marqués de la Conquista, ya sabemos cual es el abolengo social de este ilustre huésped, que tan amable y urbana-mente se molesta en venir a estudiar nuestros monumentos históricos, ante el requerimiento amistoso de nuestro querido presidente de la sociedad ro-Monte, D. Manuel Lomba.
No tuvo el Sr. Álvarez-Osorio que luchar, como el Sr. Calvo, para hacerse una posición, pues entró en el mundo con ella hecha.
Más no por eso se entregó en su juventud al dulce placer de no hacer nada, como suelen practicarlo la mayo-ría de los hijos de familias acomoda-das, y buena prueba de ello es que casi un niño, pues apenas contaba 18 años de edad, terminaba sus estudios en la Escuela superior de Diplomática, y obtenía por oposición el mismo año (1886), plaza en el Cuerpo de Archive-ros , Bibliotecarios y Arqueólogos,  con destino al Museo Arqueológico Nacional, formándose así, por su esfuerzo personal y a tan temprana edad, una posición propia, sobre la heredada.
Así es hoy jefe de segundo grado del referido Cuerpo y Secretario del Museo Arqueológico Nacional, desempeñando además los cargos honoríficos de Vocal-Secretario de la Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades, Vocal de la Junta de Iconografía  Nacional y Académico correspondiente de la Real Academia de la historia.
Como publicista es autor de varios libros, entre los que recordamos los siguientes:
Catálogo de libros que fueron del Duque de Ozuna, procedentes de sus palacios de La Alameda, Aranjuez y Madrid; Guía explicativa del Museo Arqueológico Nacional; Noticia del archivo que fué del Duque de Ozuna; Catálogo de la Exposición conmemorativa del Centenario del Dos de Mayo de 1808; Consideraciones generales sobre la Cerámica en la Antigüedad; Una visita al Museo Arqueológico Nacional y Vasos griegos, etruscos e italo-griegos, que se conservan en el Museo Arqueológico Nacional. Este último libro-que es la obra capital del Sr. Álvarez-Osorio- data de 1910, y es conocido, consultado y citado por todos los arqueólogos que se dedican al estudio de la cerámica clásica en todo el mundo.
A pesar de su alta categoría y merecimientos, es hombre sencillo, modesto, sinceramente modesto, y es una de sus características la frase que con tanta frecuencia le oyen cuantos le tratan: “No sabemos nada”, lo que no impide que esté siempre al tanto de la última noticia, del último descubrimiento, de la última teoría en arqueología. Esto de estar siempre al día en los adelantos de una ciencia en España, no es cosa asequible a todos, porque no basta para ello la labor del estudio incesante, sino que precisa hallarse en condiciones económicas propicias para poder adquirir el último número apenas aparece, y tener la grandeza de espíritu y amor a la ciencia suficientes para amortizar unos cuantos miles de pesetas, y aún de duros, porque la bibliografía arqueo-lógica es muy numerosa y además muy cara. Pensar que este sacrificio podría evitarse acudiendo a las bibliotecas del Estado, es pura quimera. En España no hay ni una biblioteca en que el hombre estudioso pueda ponerse al día en ninguna clase de conocimientos. De ahí que apenas aparece una obra nueva de un autor de importancia en arqueología, el primer ejemplar que de ella entra en España-muchas veces el único- es para el Sr. Osorio. No se puede gastar más noblemente el dinero.
Este desprendimiento corre pa-rejas con su generosidad. Cuantos se dedican a esta clase de estudios y tienen la suerte de tratarle, recurren a él. “Tal libro no lo encuentro en las bibliotecas, amigo Osorio”.-La contestación es invariablemente la misma: “Yo lo acabo de recibir, venga V. mañana al Museo y se lo daré”.
Este es el hombre: Talento, cultura, sencillez, generosidad.
Nuestra más cordial y respetuosa y bienvenida a los perfectos caballeros y sabios ilustres que nos honran con su visita y vienen a favorecernos con su ciencia.
                                               X.
La Guardia, Agosto de 1919.
            Llegaron a esta villa los distinguidos arqueólogos señores Calvo Sánchez y Álvarez-Osorio, en la tarde del jueves, 14 del corriente mes. A su llegada eran esperados por el Presidente y algunos otros señores de la Junta de Pro-Monte, quienes invitaron a los ilustres viajeros a entrar y descansar un momento en el local en que está instalado el Museo de la Sociedad, quedando desde ya grata y altamente sorprendidos ante el número y calidad de los objetos allí depositados y encontrados en las excavaciones, haciendo grandes elogios del mérito y antigüedad histórica de los mismos.
El viernes, sábado y domingo destináronlos a hacer investigaciones en las alturas del Santa Tecla, y el lunes por la tarde, una vez terminadas las solemnidades del Voto, comenzaron, con cuatro obreros, los trabajos de exploración en el lugar en que se halla un filón o hacinamiento de conchas de mariscos, al lado del sendero que desde la fuente nueva conduce a la fuente vieja, y entre las cuales conchas halláronse algunos objetos de bronce y restos de cerámica antigua, todo ello de inestimable valor histórico-arqueológico.
Mientras tanto los obreros realizaban estos trabajos, los señores Calvo Sánchez y Álvarez Osorio explorando el terreno en aquellas inmediaciones distinguieron bajo las malezas los restos de un ancho muro que se propusieron explorar en el día siguiente.
Y en la mañana del martes ya los obreros, bajo la acertada dirección de los arqueólogos manejaban la azada y el picachón hábidos de poner al descubierto aquellos trozos de muralla de 1,60 metros de espesor que parecían ser restos de un grande e importante edificio. En este día por la tarde, y cuando una buena parte de las operaciones de desmonte hallábanse ya practicadas, llegaba a aquel lugar nuestro querido amigo D. Juan Domínguez Fontela tan conocido por sus trabajos e investigaciones arqueo-lógicas. Los señores Calvo Sánchez y Álvarez Osorio, después de cruzar los saludos de rúbrica invitaron al Sr. Domínguez a ver la gran parte de muralla descubierta; dos grandes trozos que por su disposición especial semejan parte de una especie de laberinto al que los arqueólogos llaman Quioquermodingo (Kjokemoding en danés) de 24x34 metros de superficie. Al final en uno de dichos muros llamó la atención de los señores arqueólogos un gran peñasco en el que aparecen grabados unos signos curiosísimos a los que atribuyen gran mérito y de los que oportunamente informaremos a nuestros lectores por medio de un gráfico, y que resulta ser una inscripción ófmica o de cazoleta que ocupa un espacio de seis metros de largo por dos de ancho.
El miércoles dispusieron los señores arqueólogos que algunos obreros practicaran unas calas en determinados puntos de las llanuras de Chans. Tienen por objeto estos trabajos de investigación, ver si es posible dar con la necrópolis o lugar en donde los antiguos moradores del Santa Tecla enterraban a sus muertos. Con el hallazgo de ese lugar dicen- se habría dado un gran paso en lo que respecta a excavaciones y al conocimiento de las costumbres de aquellas gentes.
El jueves y el viernes continuaron los trabajos encaminados a poner más al descubierto las ruinas encontradas en los primeros días, de las que hemos hecho mención y que resultan ser interesantísimas. Huelga decir que en todos estos trabajos y exploraciones no les abandonó un momento el residente de Pro-Monte, D. Manuel Lomba.
Lástima grande que dichos señores no puedan permanecer aquí por más tiempo. Hoy mismo en el auto de la mañana nos dejaron para ir a cumplir deberes de su cargo en otras partes.
Lleven feliz viaje; que su corta estancia entre nosotros les haya sido gratísima y que pronto tengamos el honor de verles de nuevo al frente de las excavaciones del Sta. Tecla. De su concurso, de sus conocimientos y de su buen deseo espera grandes beneficios la Sociedad Pro-Monte en la obra de cultura sin precedentes, emprendida en nuestro incomparable Sta Tecla.


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