Entre las buenas
instituciones que existieron en nuestra villa, y que nuestros padres no
supieron conservar, cuéntase la caritativa entidad que hasta fines del primer
tercio del siglo XIX llevó el nombre que sirve de epígrafe a este capítulo de
nuestra historia.
Hallábase
el Hospital de San Marcos situado debajo de la torre del reloj
público, dentro de los antiguos muros de la villa, y en el ángulo que forman la
calle de San Marcos y la Rúa del Medio, que actualmente lleva el nombre del
insigne navegante descubridor de las Américas.
Influenciada
nuestra villa por la vida de la nación vecina, se llamó ésta de
beneficencia Hospital de San Marcos, por asimilación con un antiguo
hospital que en Braga y en otras poblaciones portuguesas están consagrados a
aquel Santo Evangelista. El de Braga, restaurado en 1508 por el canónigo de
aquella Catedral D. Diego González, estaba, como el de La Guardia, adosado a
las antiguas murallas de la ciudad y tenía también capilla del mismo santo[1].
Ignoramos en
absoluto el tiempo de la primitiva fundación del de La Guardia, así como
también los nombres de las personas que le dieron principio. La primera mención
documentada que de él encontramos es el testamento de María Alfonso, mujer de
Vasco Yáñez, ambos acaudalados vecinos de La Guardia, en cuyo documento
otorgado en 23 de noviembre de 1458, en una de sus múltiples y curiosísimas
cláusulas se dice: “Item mando ao espital da grda. hua manta darago e un lenzal
et mais un cabezal”. Documento de Botana.
Tampoco el libro
que a fines del siglo XVIII y principios del XIX servía para anotar la
contabilidad del hospital, y del que conservamos unas cuantas hojas, se da
noticia de dicha fundación, pues, en 1788 el párroco de la villa D. Miguel de
Sebes certifica, cumpliendo un mandato de visita del prelado D. Domingo
Fernández Angulo que: “Habiendo visto, mirado y registrado los instrumentos y
papeles pertenecientes a las rentas y haberes del Hospital de San Marcos de
esta villa, entre ellas no se encontró la fundación de aquella obra pía, ni
menor noticia de su paradero”.
Creemos, sin
embargo, que su fundación fue puramente eclesiástica, dada la intervención
exclusiva que el Prelado Diocesano y el párroco tenían en la distribución de
limosnas y revisión de cuentas presentadas por el mayordomo o administrador que
aquellos nombraban. El Obispo de Tuy en tiempo de visita pastoral giraba su inspección
al mismo, como a lugar espiritual de su jurisdicción, revisando los libros de
cuentas, después de visitar el edificio, no siendo este acto de pura etiqueta,
sino que prestaba los reparos y observaciones que juzgaba pertinentes a dicha
administración, negando su aprobación cuando lo creía de justicia.
Alguna vez
aparece en la revisión y aprobación de cuentas la firma del Juez Alcalde de la
villa, pero esto ocurre raras veces para mayor garantía del Prelado, y es
preciso tener en cuenta que dicho cargo era provisión de éste por derecho del
Señorío Temporal. En las cuentas que tenemos a la vista de los primeros años
del siglo XIX, sólo el párroco recibe estas cuentas del Mayordomo, sin
intervención alguna de la autoridad seglar.
Un detalle
arquitectónico del edificio que resta nos demuestra que debió ser muy anterior
al siglo XV la fundación del Hospital, pues, en los elementos de la puerta del
mismo, cuyos restos se pueden estudiar en la entrada de la tablajería
municipal, aparecen motivos de ornamentación románica características de los
siglos XII y XIII, como son las cabezas de clavo en ella esculpidas.
Compruébanos
también esta antigüedad el hecho de que a fines del siglo XV hubo de ser
derruido y reedificado el Hospital, como lo testifica una acta de un juicio
público celebrado: “no ano do nascimento de nosso señor jesu chisto de mill e
quatrocentos e noventa e quatro annos, a trece dias do mes de doctubre, dentro
na vila da guarda de ffoz do miñyo ante as portas do espital novo do
sseñor ssan marco q. Sessito nas portas da dita vila en presenza do muyto
honrrado Johan Dominguez juiz hordenario na dita vila e en seu canto et johan
Culler merinyo polo obpo. Nosso añor e sua maestria”.
Hácennos
sospechar que este hospital fue fundado o al menos patrocinado en sus
principios por la familia Correa que tenía su casa solariega frente a aquel
edificio, dos circumstancias: la primera el estar el hospital al lado de la
“torre da Garda” de que era propietaria la familia Correa, según hemos
manifestado en nuestro estudio sobre la “Rúa o calle del Medio” al hablar del
testamento de D. Gómez Correa fallecido en Orense en 1471, la cual torre como
la del actual reloj tenía y tiene su entrada precisamente por terreno del
hospital. La segunda circunstancia es que los dos documentos a que hemos hecho
referencia en este escrito, los hemos transcrito de los originales en
pergamino, que se conservan en el archivo de la casa solariega de Correa de
Goyán y Vigo, hoy propiedad de D. Joaquín Botana Cadaval, descendiente de
aquella noble familia. Todo esto induce a sospechar fundadamente cierto
patronato, cuando no la intervención en la fundación del benéfico
establecimiento.
Constaba el
hospital de dos edificios adosados el uno al otro con un pequeño patio al
fondo. Ambos eran pequeños y la casa tenía sobrado, es decir un
piso. En éste había un salón rectangular para las camas de los albergados con
dos cuartos o alcobas para enfermos de cierta preferencia, habitación de la
hospitalera y cocina. El bajo estaba destinado a recoger objetos fuera del
servicio ordinario. Ocupaba este sector del hospital el ángulo de la calle. La
capilla estaba inmediata, tenía una pequeña tribuna y se comunicaba con el
hospital por ésta y por el bajo. Cuando en 1836 se trató de edificar el actual
Ayuntamiento y se proyectó construir una casa-fuerte agregada
al mismo, para que sirviese de cuartelillo y retén de los soldados de la
milicia nacional, se pidió permiso al Obispo de la Diócesis para ocupar el
solar de la medio derruida capilla de San Marcos y aprovechar sus materiales
para la construcción de la casa-fuerte, a lo cual accedió el
Prelado; según oficio que tengo a la vista, fecha 9 de octubre de 1836.
La casa-fuerte no llegó a hacerse; sólo se hizo la casa actual
del ayuntamiento, según lo dice la inscripción lapidaria que se obstenta en su
fachada. Para casa retén sirvió con sus bajos la casa vieja
del Ayuntamiento, hoy juzgado municipal.
Era muy pobre
nuestro hospital de San Marcos. Capitalizadas sus rentas consistían en unos
20.000 reales de principal colocados en censos que producían seiscientos
anuales, según cómputo que hicieron en el año 1836 los empleados de Hacienda
con libros del hospital a la vista. En dichos libros figuran frecuentes
ingresos por limosnas en dinero, ropas y comestibles para los asilados. Como
éstos eran pocos ordinariamente, y había repugnancia a ingresar en este
edificio, se distribuían todos los años a los enfermos impedidos en sus casas y
a pobres vergonzantes limosnas en metálico y en especies. Entre las notas de
ropas, mantas, telas para jergones y más prendas de vestir hallé una curiosa de
un tapapies o brial dado a una vergonzante.
Servía también
este Hospital para albergar a los peregrinos y viandantes pobres. De aquí se
socorría también a los encarcelados pobres, para los cuales no había
presupuesto carcelario, quedando a merced de la caridad pública.
Las que
resultaban muy económicas eran las gratificaciones a la hospitalera y al
mayordomo. Con unos cien reales para ambos estaban satisfechos sus servicios,
que se daban en especie, o sea 10,50 ferrados de centeno y otros, 10,50 de mijo
menudo que se repartían por igual entre ambos. No podía, pues, ser más precaria
la situación económica de nuestro Hospital. Y para acabar de una vez con él,
apareció la Ley de Desamortización, que se incautó de estas pequeñas rentas,
haciendo lo mismo el Municipio con el edificio, y todo desapareció.
¡Cuán saturada
de amargura y de reproche es la frase del hijo de esta villa Ramiro Franco,
cuando escribió en su folleto La Guardia. Un recuerdo a Galicia,
hablando del Hospital “Nuestros mayores lo tuvieron; nuestros padres no
supieron mantenerlo”!
Vaya en este
artículo histórico un recuerdo a la memoria del benemérito y caritativo
sacerdote de Salcidos don Manuel Portela y Vicente que, al fallecer en febrero
de 1913, legó todo su capital y su casa para asilo de pobres de las parroquias
del distrito de La Guardia.
Vayan, también
unas líneas de aplauso y gratitud a los beneméritos guardeses puertorriqueños
que, constituyéndose en Junta Patriótica, han logrado realizar la erección del
magnífico pabellón sanitario que se alza al pie de la carretera de subida al
monte de Santa Tecla, y que constituye un monumento de arte y una magnífica
institución de caridad cristiana y de beneficencia social de que se enorgullece
La Guardia. Después de una centuria desde la desaparición del Hospital de San
Marcos, viene esta obra a continuar la caridad pública a favor de los
necesitados guardeses.
Por la íntima
relación con ésta consagraré aquí unas líneas al excelso y caritativo hijo de
La Guardia D. Vicente Sobrino, acaudalado comerciante de Madrid que legó parte
de su capital para socorros domiciliarios de los pobres de la villa. A esta
obra social contribuyen también, en parte no exigua, las Conferencias de San
Vicente de Paúl, cuya acción cristiana lleva a muchos hogares el consuelo y el
pan.
El espíritu
caritativo que impulsó a nuestros antepasados a fundar el Hospital de San
Marcos no se ha extinguido.
Nota: Comprueba la
protección prestada por la casa Correa al Hospital de San
Marcos, la siguiente cláusula del testamento de D. Alvaro Ozores y Sotomayor,
párroco de Salcidos y fundador del convento de Benedictinas de esta villa:
“Item
mando al Hospital de San Marcos de esta villa de La Guarda para siempre jamás
la casa que compré a Juan Alvarez Portela todo alto y bajo para recogimiento e
servicio de los pobres”.
El
Sr. Ozores pertenecía a la familia Correa y murió en la casa situada frente al
Hospital, cuyas armas heráldicas hemos descrito al hablar de la “Rúa o calle
del Medio”.
Conservamos
copia de este interesante testamento, que se conserva inédito en el Palacio de
Sto. Tomé de Freijeiro, Vigo, propiedad del descendiente de aquella noble
familia D. Xavier Ozores Pedrosa.
[1] Vid. Fastos Episcopaes de Braga, por Mons. Augusto Ferreira, t. II, pág.
375 y sig.
Domínguez Fontela
Archivo de InfoMaxe recopilado por Antonio Martínez
Domínguez Fontela
Archivo de InfoMaxe recopilado por Antonio Martínez
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