jueves, 31 de octubre de 2013
EL BLASÓN DE LA GUARDIA, SU SELLO MUNICIPAL
Tal vez parezca pueril hablar del escudo heráldico de
nuestra villa. Cuando tanto se pregona la igualdad absoluta de todos los
individuos y de todas las entidades y se tiende a abolir todos los privilegios
y títulos nobiliarios, aunque estos sean legítimos, premio a la labor
patriótica y a los méritos sociales, pudiera alguien juzgar anacrónico escribir
acerca del blasón que ostenta nuestro concejo desde remota antigüedad, pero
como en mis notas históricas no me guía ostentación vanidosa, hablaré de él,
siquiera sea para los que me lean conozcan sus fundamentos históricos y puedan
apreciar los merecimientos contraídos por los hijos de La Guardia que nos
precedieron en la vida.
El blasón heráldico de nuestra villa, y su antiguo
concejo es una galera arbolada
reposando sobre las rizadas aguas del mar.
Cinco son los ejemplares del escudo esculpidos en
granito, de carácter público que conocemos y que existen en nuestra población.
El más antiguo es indudablemente anterior al siglo XVI, y de mediados del XIX
el más moderno. En todos aquellos se ostenta una nave encima de las aguas.
Ramiro Franco y José Povedano en su librito La guardia. Un recuerdo a Galicia,
página 7, hablando de la supuesta tradición del barco de los malteses
estrellado en nuestra costa, tradición que hemos desvirtuado, hablando de dicha
calle en nuestras notas toponímicas, dice que esta villa, cuando los pueblos comenzaron a hacer uso de la heráldica, tomó por
escudo un buque “desarbolado”. Prescindiendo ahora de repetir la refutación
de esta hipotética tradición, debo decir que no es una nave desarbolada la de
nuestro blasón. En todos los ejemplares de éste aparece aquella con toda su
arboladura.
Primer escudo: El que se esculpió antiguamente en una
piedra rectangular, que se incrustó en 1559 en la fachada del antiguo
ayuntamiento, y que se ostenta hoy en la casa forestal del monte de Santa
Tecla. 2.º El de la puerta lateral de la iglesia parroquial de nuestra villa,
labrado en 1570, siendo obispo de Tuy D. Diego Torquemada Señor temporal de La
Guardia, por lo cual el mencionado blasón de la villa en este lienzo o pared de
la derecha al escudo parlante del prelado con la divisa FIDES ATQUE AMOR. 3.º El de la torre vigía ó del reloj esculpido en
la misma época que el anterior y con la misma circunstancia de tener a su
diestra las armas del referido prelado. Al ser restaurada esta torre en 1730 se
conservaron en la misma posición ambos escudos. 4.º El de la fachada de la casa
consistorial esculpido en el año 1837, y 5.º El de la fuente del rollo ó sea de
Cimadavila, cincelado en el año 1852 en el frontispicio de la caja del aguas.
En todos estos escudos aparece el barco con su
arboladura, con más ó menos palos y
mástiles, -de ordinario tres de aquellos- pero completa. No es pues una galera desarbolada el escudo heráldico de
nuestra villa.
Respecto a éste nada sabemos documentalmente, ni por
otros medios de certeza absoluta. Ramiro Franco escribe en su mencionado
opúsculo: Aseguran que el mencionado
escudo de armas fue concedido por el Rey San Fernando a esta villa y otros
pueblos de la provincia por haber tripulado hijos de la misma las dos naves
gallegas que cortaron el puente de barcas que unía a Sevilla con el barrio de
Triana en 1248.(1) Afirmación que es esta que no me permito
contradecir, y hasta me atrevo a suscribirla por las razones siguientes: Es un
hecho histórico indudable que varios puertos de la costa occidental norte de la
península y del Cantábrico contribuyeron con sus naves y con sus marinos a
aquella gloriosa epopeya. El famoso Payo Gómez Charino, sepultado en el templo
franciscano de Pontevedra, fue encargado de organizar en Galicia una escuadra
que él mismo en parte capitaneó, para tomar a Sevilla, reclutando para ello
barcos y tripulantes de la costa norte de Portugal, de La Guardia, Bayona,
Pontevedra y otros puertos de Galicia, siendo el Jefe General de la escuadra
cristiana el Almirante Ramón Bonifaz. Dos de las naves mayores lograron romper
el puente de barcas y fuertes cadenas que comunicaban a Triana con Sevilla. Los
escudos parlantes de Avilés y Santander hacen referencia esta hazaña que
apresuró la rendición de la ciudad del Guadalquivir. La tradición constante de
los puertos de Viana do Castelo, La Guardia, Bayona, Pontevedra, y los
mencionados del Cantábrico, que tienen en su blasón una nave, dicen que fue
esta concedida por la cooperación a aquel transcendental suceso.
Hay a favor de tal tradición relativa a nuestra
histórica villa un testimonio directo que acredita el reconocimiento y gratitud
de los Reyes de Castilla a nuestro puerto, es el siguiente:
El Concejo
de La Guardia, Foz del Miño, formaba con el de Bayona de Miñor un conjunto ó
núcleo colectivo para dar galeras (galeas) a la armada real en las luchas que a
la sazón sostenían los monarcas castellanos contra los moros de Andalucía. Así
consta en unas cartas de Real privilegio de los monarcas Alfonso XI, de su
padre Fernando IV y de su abuelo D. Sancho.
Querían los gobernadores de la nación imponer a ambos
puertos la mayor cantidad de barcos y tripulantes que los acostumbrados por
concesión real, y aquellos monarcas defienden a ambos concejos y determinan que
estos solo sirven para sesenta remeros para las galeras reales y que en ellas
estos sirvan únicamente durante tres meses en tan patriótico servicio. Dícese
además en estos documentos que La Guardia y Bayona, desde varios reinados
atrás, venían dando otras galeras para la guerra contra los enemigos de la
España cristiana, por lo cual en agradecimiento y por les ffacer bien y merced, tengo a bien que me den esta galera e las
otras, cuando me las envíen que sean de sesenta remos e demás non…nin que
sirvan con ellas más de tres meses.(2)
(1)La aseveración de Ramiro Franco y
José Povedano está basada en la Crónica de
la provincia de Pontevedra publicada por Fernando Fulgosio en 1867, pág.
59, cap. X (Madrid). De labios de los significados guardeses D. Bernardo
Portela Pérez, D. Francisco Baz, D. Ramón López Portela y D. José María Sesto,
nacidos a principios del siglo XIX he oído la referencia del escudo con el
barco como recompensa por la cooperación a la toma de Sevilla, tradición que
ellos habían acogido en su juventud y decían venir de muy atrás.
(2)Documento real en
pergamino del año 1337 existente en el Archivo Municipal de Bayona, publicada
por D. Emilio ramos en La Voz del Miñor
en 12 de octubre de 1929.
Es indudable, pues, que por estos repetidos
servicios, que le concediese al Concejo de La Guardia este blasón. Como lo
ostenta también Bayona de Miñor. Y que estos servicios eran de muy atrás lo
dicen lo dicen bien claro los referidos monarcas, aludiendo implícitamente al
que prestaron estos y otros puertos galaicos y cantábricos en los días de San
Fernando, con motivo de la conquista de Sevilla.
El archivo municipal de La Guardia ha sufrido muchas
vicisitudes. En él no se conserva un solo documento en pergamino. Faltan los
tomos escritos sueltos y libros de actas de la Edad Media, y por eso no se
conserva un solo privilegio real, carta
puebla ó de fuero de que indudablemente disfrutó nuestro antiguo e histórico
concejo; todo lo cual pudiera ilustrarnos en esto y en otros puntos de nuestra
vida social pasada, como en gran parte la conservan Bayona y otras villas de
menor significación que La Guardia. El mismo archivo de Avilés, cuyo antiguo
escudo parlante alude al hecho de la rotura del puente de barcas de Sevilla,
carece de documentos referentes a él, como nos dicen los historiadores de
aquella villa cantábrica. Mientras, por lo tanto, no aparezcan pruebas documentadas en
contrario podemos afirmar que el navío heráldico de La Guardia fue concedido
por nuestros monarcas en recompensa por los servicios que los marinos de
nuestra villa en la toma de Sevilla, servicios que generosamente siguieron
prestando en las armadas que se organizaban para terminar la reconquista de
nuestra libertad, iniciada en Covadonga.
Podemos, pues, afirmar categóricamente que el escudo
único de La Guardia es un barco flotante dotado de su armadura completa. Sus
colores, según las Leyes de la Heráldica con nave negra, sobre aguas azuladas
en campo de plata. Hablaremos ahora del sello oficial de nuestro municipio.
Hacia el año 1838 alguien, ignoro con que permiso
dispuso modificar el escudo de aquel, e hizo dibujar y grabar el que actualmente
usa nuestro concejo introduciendo un castillo, cuya mitad vertical aparece a la
derecha, la antigua nave flotando sobre las aguas al otro lado, y en la parte
superior del campo, coloca en jefe
una corona de marqués. Los que tal dispusieron ignoraban, indudablemente las
prohibiciones legales, que impiden la variación de escudos heráldicos, y
desconocían también las leyes del blasón que condenan la colocación de coronas
dentro del campo, las cuales deben siempre aparecer timbrando los escudos
cuando estén concedidas por Reales Ordenes. (3) Si esta corona alude
al Marqués de Santa Cruz, acusa esto gran ignorancia de la historia local,
pues, nuestra villa nunca fue de señorío seglar desde la donación de Enrique II
al Obispo de Tuy, señorío que terminó al principio del siglo XIX al ser
abolidos todos los señoríos particulares. Carecen también de fundamento
histórico las cruces dibujadas, una en la bandera desplegada del castillo y la
otra la que flamea en la popa de la galera. Estas cruces son probablemente alusión
a la cruz de Malta que ostentaría el supuesto barco maltés que se estrelló en
nuestra ribera. El castillo no sabemos si se refiere a la sección murada de
nuestra villa, al fuerte de Santa Cruz ó a la Atalaya. El autor de esta
modificación no se paró en barras; quiso hacer un sello llamativo y se
determinó a modificar el que usaba nuestro antiguo concejo introduciendo
indebidamente estos motivos de ornamentación.
(3)Real edicto de Felipe II del 8 de octubre de 1586
prohibiendo poner coronas en los escudos de armas, sellos y reposteros, bajo la
pena de diez mil maravedíes por cada vez que se incurra en esta transgresión.
Solo podrán usar coronas las personas nobles, ciudades y villas por privilegio
especial, tienen permiso de ponerla. (Piferrer, Tratado Heráldico y blasón-Madrid, 1585, pág. 40.
No es de extrañar esta modificación gráfica en el
emblema heráldico de nuestra villa a principios del siglo XIX, cuando aún la
recientemente de Viana do Castelo, que antiguamente tenía un escudo igual al
nuestro-una galera flotante- lo han saturado de figuras alegóricas: quinas,
cañones, castillo, corona murada con sus torres en el timbre y todo ello con
variados colores y sobre una bandera policromada. Las variaciones en eta
materia son una cursilería y una falta de respeto a las tradiciones venerables
de los pueblos.
La Guardia debió seguir usando en todo el antiguo
escudo del barco sobre las azuladas aguas del mar, símbolo honorable adaptado
por nuestros antepasados y concedido por nuestros reyes en premio a su patriotismo
y sacrificio por la patria.
Los regidores y demás autoridades que en 1837 y 1852
administraban nuestros destinos municipales tuvieron más sentido histórico y
tradicional. Convencidos de que tanto el castillo como la corona de marquesado,
eran improcedentes en nuestras armas heráldicas, no las hicieron grabar, ni en
el escudo que ostenta la casa consistorial en su fachada, ni en el frontispicio
de la fuente de Cimadavila ó del Rollo.
Juan Domínguez Fontela
miércoles, 30 de octubre de 2013
(ECO DE GALICIA) La Habana, nº 55 de 25.07 e nº 56 de 04.08. de 1918
(La
Habana , nº 55 de 25.07.1918)
EL ROSAL.- Fueron muchas
las caballerías de este pueblo que asistieron a la reunión que sus bravas
compañeras de la Valga, en el local determinado para cambiar impresiones
montunas. Las trasquilamos.
**.- Después de pasar unos doce
años de ausencia en Buenos Aires, tuvimos la satisfacción de saludar en ésta a
los jóvenes de Marzán, Manuel y Eugenio.
**.- Acompañado de su hija
Socorro, salió para Mondariz, D. Indalecio Carrera.
**.- Cada día aumenta
considerablemente el número de socios de la nueva sociedad “Liga de Amigos”
**.- Para asuntos de quintas
estuvieron en Pontevedra D. Domingo Alvarez y D. Juan Francisco Otero.
**.- Con objeto de formar parte
del Jurado en varias causas criminales, salió también para la capital de la
provincia D. Marcelino Martínez.
**.- Regresó de Salvatierra la
elegante señorita Encarnación Pueyo, saliendo para el mismo punto, su hermana
Soledad.
**.- Esta semana ha sido
bautizado un niño, hijo de Agustín Lorenzo, imponiéndole el nombre de Alberto.
**.- Desde hace una temporada se
ha desencadenado sobre esta parroquia una tormenta de robos y hurtos, que
tienen intranquilos a los vecinos, los cuales se han visto obligados a montar
guardias para su seguridad. Esto ha coincidido con la presencia de algunos
elementos extraños a quienes se les atribuye estas fechorías.
x+x+x+x+x+x
(La
Habana, nº 56 de 04.08.1918)
FIGUEIRO.- Tuvo lugar un
animado baile en el empalme de la carretera del Seijo siendo amenizado por la
“Banda Popular”, contratada por el comerciante D. Ojendo Rocha, fiesta que dio
en obsequio a su distinguida clientela y amigos.
**.- Regresó de Santos, Brasil,
el también apreciable joven de Estás D. Aquilino Pérez, siendo portador de
cinco partituras, que el entusiasta joven figueirense D. Manuel de Santiago,
tuvo el gusto de mandar como regalo al Director de la Banda Popular, D.
Laureano Sobrino.
**.- Fueron huéspedes
hospedándose en la casa del pueblo “Tavera vella” dos valencianos que se
dedicaron al negocio de cambio de trapos y “ferros vellos” por loza estilo
chino, informando dichos señores que su negocio era por cuenta de una poderosa
empresa valenciana que tenía en varios puntos de Galicia iguales empleados.
**.- La Banda Popular de este
pueblo asistió a las festividades de las Hijas de María en Eiras y del Espíritu
Santo, en Goyán, siendo muy aplaudida por el auditorio.
martes, 29 de octubre de 2013
HISTORIA DE LA GUARDIA, MADRUGA Y D. DIEGO DE MUROS
MADRUGA Y D. DIEGO DE MUROS
En
difíciles circunstancias subió a la silla episcopal de Tuy D. Diego de Muros,
de la Orden de la Merced. Al encargarse de su
diócesis en 1474[1],
una de sus primeras determinaciones fue asociarse con el Arzobispo de Santiago
D. Álvaro Fonseca, para trabajar unidos contra las insolentes y violentas
usurpaciones de D. Pedro Madruga que seguía tiranizando ambas diócesis. Después
de haber entrado el Compostelano en arreglos con el Conde de Altamira, celebró
el 10 de abril de dicho año una concordia con D. Diego para defenderse y
ayudarse mutuamente a recobrar las tierras de cuya posesión se hallaban
despojados. “Por quanto- dice el documento de concordia- al tiempo de agora
ocurre que Pedro Álvarez de Sotomayor tyene ocupados las villas de Pontevedra,
Vigo y Redondela et otras tierras que son de mi el dicho arzobispo et de mi
yglesia et la ciudad de Tuy et la villa
de La Guarda
et otras cosas que son de mi el dicho obispo et de mi yglesia… yo el dicho
arzobispo porné et pagaré contra dicho Pedro Álvarez cient lanças por espacio
de cuatro meses, et yo el dicho obispo por el dicho tiempo cincuenta lanças”[2]
Viendo
además el Prelado esquilmadas las tierras de su diócesis, arruinados sus
hogares y diezmadas sus familias, juzgó de su obligación poner estos hechos en
conocimiento de los Reyes Católicos implorando su ayuda, para lo cual además de enviar
las representaciones por escrito, fue personalmente a la Corte a exponer los agravios
recibidos.
Conocidas
por aquellos la justicia de estas reclamaciones, enviaron a Galicia en 1480 por
Gobernador General a D. Fernando de Acuña, de los Condes de Buendía y por Juez
General a D. García López de Chinchilla con poderes amplios para hacer justicia
y castigar a los revoltosos.
Por
lo que respecta a nuestra comarca debemos decir que hubo entonces aquí un corto
período de calma. Cuando D. Fernando de Acuña llamó a Santiago a los nobles de
Galicia para intimarles las órdenes que traía, el Conde de Camiña, viendo que
había llegado la hora de la justicia y que todos por grado o por fuerza
trataban de arreglar sus cuentas, entró en conciertos con el Obispo de Tuy D.
Diego de Muros, llegando a firmarse entre ambos una escritura de armonía en
ocho de mayo de 1482, ante los notarios Pedro Patiño y Alonso Mouro.[3]
En este
documento refiere D. Pedro Álvarez que “por quanto el había traido cuestión y
debate por dicho Reverendo Obispo y su Iglesia sobre la ciudad de Tuy, de que
decía haberle hecho merced y Vizconde de ella el Rey D. Enrique, como así mismo
sobre la villa de La Guardia
y su alfoz, que el Cabildo había trocado su mitad con Álvaro de Sotomayor,
hermano del Conde en cinco mil maravedíes del juro de heredad situados en la
ciudad de Tuy, y también sobre la mitad de beneficios sin cura de la citada villa
de La Guardia ,
y sobre todos los Monasterios de Budiño, Tomiño, Santa Baya, Barrantes, bienes
y rentas de ellos, Cámaras de Bembribe, Biade, Parada, Corujo, Cotos de Nigrán,
Forcadela y otros bienes, rentas, vasallos, Cotos, Feligresías y Herendamientos
que los había por fueros, cambios, trueques, ventas y arrendamientos habidos
por su hermano D. Álvaro de los Obispos, que por tiempo fueron de la citada
Iglesia, de sus Vicarios, del Cabildo y de los Alcaldes y Abadesas, que fueron
de los expresados Monasterios. Que el Reverendo Obispo decía que el señor Rey
D. Enrique no le hiciera tal merced, ni podía por ser la ciudad suya, y de la Iglesia. Que el Cabildo no
había podido hacer el cambio por la villa de La Guardia y su alfoz, por
ser suyo, y del mismo Cabildo pro indiviso, ni dividirla, ni enagenarla, sin
voluntad y consentimiento del Prelado y que los Reyes que lo dieron al propio
Obispo e Iglesia había sido con condición de no enagenarla, según aparecía en
los Privilegios que tenia. Que los fuewros, cambios, trueques y ventas
respectivas de los demás efectos, se habían otorgado la dicha Iglesia al Conde
y su hermano y después de que habían echado de la ciudad de Tuy al Obispo D.
Luís de Pimentel, estando los referidos Monasterios anexos e incorporados a la Mesa Capitular , por la Sede Apostólica , sobre lo cual
el Reverendo Obispo había condenado en todo al Conde a que lo dexase y
restituyese, y por daños y costas en 40.000 florines de oro, según más
largamente se contenía en la sentencia que sobre ello había pasado; por lo cual
el D. Pedro Álvarez, por quitarse de debates y contiendas, y en descargo de su
conciencia, y del ánima de D. Álvaro de Sotomayor, su hermano, y de su propia libre voluntad renunció y
apartó de sí, y de sus hijos y herederos la dicha merced y título de Vizconde
de Tuy, el trueque y cambio que su hermano había hecho de la mitad de la villa
de La Guardia
y su alfoz, la mitad de su beneficio de Monasterios, cámaras, Cotos y demás
bienes, rentas y vasallos expresados, dando por de ningún valor ni efecto todos
los arrendamientos, traspasos, enajenaciones y otros cuales quiera contratos
que sobre cada cosa, y parte de ello había pasado, para que fuesen y tornasen a
dicha Iglesia y Prelado para siempre jamás, suplicando a los seores Rey y Reina,
que siendoles presentado este contrato por el Reverendo Obispo y su
Iglesia, le aprobasen y confirmasen. Y el expresado Rey. Obispo por sí, sus
sucesores, e Iglesia le recibió y aceptó.[4]
Fechose
este documento dentro del Convento de Santo Domingo de Tuy, hallándose
presentes como testigos el Conde de Altamira, D. Fernando de Castro, Arcediano
de Nendos en Santiago, D. Vasco de Marzazos, Arcediano de Montes en Tuy, Ruy
Álvaro de Tuy, Prior del dicho Convento, el Mariscal Suero Gómez de Sotomayor,
Diego Marzán de Salvatierra, Gutierre Falcón, Pedro Fernández de Tuy y otros
muchos. Pasó ante Pedro Patiño, Canónigo de Tuy y Notario Jurado de Tuy y
Alfonso Mouro, Escribano y Notario Real de Bayona.
Y
en efecto, por los señores Reyes Católicos se confirmó, aprobó y rectificó en
26 de junio del mismo año de 1482 y con esta fecha se libró Real Cédula para su
cumplimiento.
En
cinco de junio había hecho D. Diego de Muros la entrada en su ciudad y
diócesis. En agosto del mismo año pudo visitar la villa de La Guardia donde hizo también
solemnemente su entrada como Pastor espiritual y como Señor Temporal del mismo
Concejo y su jurisdicción.
Pero
rápidos pasaron aquellos días de paz. D. Pedro, acosado por las circunstancias
había hecho entonces de la necesidad virtud. A principios de noviembre de 1482
aun pudo D. Diego celebrar sínodo diocesano[5], pero
la paz desapareció pronto en la antigua provincia de Tuy. Tan pronto como
Madruga vio que el Mariscal Pardo de Cela atacaba y entretenía las fuerzas del
Gobernador de Galicia y que el Conde de Lemos asaltaba el castillo de Lugo,
lanzase de nuevo al campo, y unas veces en Tuy, otras en Cangas, otras en Vigo
y Pontevedra; a cada paso aparecía por doquier el aguerrido Conde humillando a
sus enemigos personales, que lo eran casi todos los señores feudales, prelados
o infanzones sus contemporáneos. “En Galicia, con mi casa de Sotomayor, queda
bastante”, era la frase ideal de D. Pedro Álvarez. Su aspiración era realizar
esta idea. Veamos ahora como él introdujo el uso de la pólvora en Galicia
valiéndose de ella, primero que nadie, para combatir a sus enemigos.
No diré
por que causa escribe Vasco D’Ponte- “se ayuntaron el obispo de Tuy, al cual ya
el Conde de Camiña dexara y restituyera la ciudad de Tuy, y García de Xarmento
y el Corregidor de Bayona y Lope de Montenegro, Alcalde Mayor de Pontevedra y
Francisco de Aballe y Lope de Aballe con otra comunidad y todos juntos vinieron
a poner cerco sobre Fornelos y acordaron darle combate , pero estaban dentro
catorce o quience hombres bem esforzados, que no se hacía menester
más…Francisco de Aballe y Lope de Aballe que tomaron la delantera o avanguardia
con quatrocentos hombres mui valientes, más un escudero llamado Alonso Ramirez,
y creo que era portugués, conociendo éstos dos capitanes por enemigos mortales
de su señor el Conde, armó una espingarda tiró y dio a uno de los capitanes por
en medio de los pechos, o de la garganta y pasándole todas las armas dio con el
muerto en tierra. El otro capitán, su compañero alzó el capacete y queriendo
ver como había caído tan presto, ya el matador tenía armada o cargada la misma
espingarda o otra, y tirole o disparole y diole por la boca, o por un ojo, y
aún me dixeron que ambas partes lo feriría, porque cuentan que estas
espingardas a veces tiran con dos promos o balas. Viendo la gente caer a estos
sus capitanes empezó a retraerse y allí acabaron de morir todos los enemigos de
la Casa del Conde
de Camiña… y de esta manera quedó Fornelos por el Conde de Camiña. El Obispo de
Tuy y sus aliados tuvieron que huir para salvar sus vidas.[6]
Al
ver D. Pedro Madruga que los Reyes Católicos andaban empeñados en sus guerras
con los moros quiso aprovechar la ocasión para vengarse de D. Diego de Muros.
Veamos como explica la prisión de Obispo de Tuy Vasco D’Ponte : “Y acaeció que
el Obispo se fue a Bayona muy bien acompañado de escuderos y peones, sin otra
gente de su casa, más presupuso que el lugar era algo poblado y fuerte y
estando en él el Corregidor por el Rey y así despidió a los suyos, riñendo con
ellos sobre las pegas de las quitaciones; despidiéronse de él treinta peones,
los mejores que él tenía y quedaron con él veinte o veinticinco escuderos sin
otra gente de casa y el Obispo pensaba que estaba muy seguro, más no se cató
sino cuando una noche estando en su casa llegaron setenta criados del Conde de
Camiña, de los cuales yo Vasco D’Ponte que esto escribo conocía por nombre a
Fernán Pérez, hermano de Pedro cru y a Payo Veloso, castillero de Sotomayor y
Vasco Corzo y Fernán Tomé de Nogueira y otros que yo no me acuerdo y acercaron
la casa del Obispo y comenzaron a meter a cinco apellidos, Sotomayor,
Villamayor, Ulloa, Andrade y Moscoso y otros apellidos, y aunque en los de la
villa había diez y veinte para cada uno, nunca osaba salir de su casa y los del
Conde echaron fogo a la casa del Obispo y le
sacaron preso por la barba encima de mula o macho y atrahianlo de monte en
monte, y de val en val, y de fortaleza en fortaleza…[7]
“El
Conde habiendo consejo con sus amigos, le dixeron que lo soltase…, Suero Gómez
o Mariscal dicen que le dixo: Señor primo, haced de dos una, o tomad a este
Obispo ponedlo en la Sede
o Iglesia de Tuy tan honradamente como nunca truxeron obispo y despedid de
vuestro servicio quantos le prendieron, o tomadlo, y hechadlo en un pozo, por
que los muertos no saben falar… Soltolo y metiese el Obispo en la Sed o Iglesia de Tuy, donde se
quejaba del Conde, diciéndoles como le trataba mal y que le llevara setecientos
mil maravedís de rescate y añadió que desde que fuera preso que le hiciera Dios
mucho bien al cuerpo por que antes de preso se sentía mal dispuesto. Replicole
el Comendador Saldaña que traía la cruz colgada en hábitos blancos que era Abad
de Conjo. Señor si un físico había que llevar a V.ª S.ª, setecientos maravedís
lo mismo es”.
“Y
entre tanto el Obispo, apercibió en casa de vituallas, escuderos y peones, y lo
que le hace menester, y envió a decir al Conde que de cuanto le había prometido
que no quería atender, y de allí en adelante pondría buen recaudo en sus
puertas”.
La
penosa y sacrílega prisión del Obispo duró quince meses los cuales le tuvo
cautivo en el castillo de Sobroso y también en otros puntos de Portugal,
teniéndolo encerrado en dura mazmorra “estuvimos preso quince mese en jaula et
en fierros, donde padecimos muchos trabajos”, como refiere el mismo Prelado.
[1] Dotado
Pedro Madruga de grandes dotes militares y habilidad estratégica, he aquí el
medio de que se valió para surtirse de armas de fuego, a la sazón desconocidas
en Galicia: “Habiendo benido a portar a la ría de Vigo una nave de unos
germanos qu trahian ciento ochenta mosquetes o arcabuces, él pidió se lo
vendiesen y ellos no quisieron y uso de un disfraz para urtarselos, que es el
siguiente: mandó en la playa de Vigo hacer una fiesta en que con danzas de
espadas desnudas y corriendo patos salieron los germanos a ver la dicha fiesta
y después que fueron en tierra con barcos que tenian disimulados, mandó con
capitán suyo que llamaba Pedro Veloso, natural de Bayona y cogió las dichas
armas y con ellas hizo grandes locuras. Allerbe, p. 58.
[2] De
esta relación resulta que están equivocados el P. Florez, Rodríguez Blanco,
Vesteiro Torres, Fernando Fulgosio, Pallares, La Cueva , y otros que dicen que
el Obispo fue preso por Madruga en el Palacio Episcopal de Tuy, Tuy, que
siempre fue muy adicta a sus Prelados, no hubiera consentido este sacrílego
atentado en su ciudad.
[1] En
este año debió ser nombrado Obispo de Tuy, pues, en él aun tomaba parte en el
Cap. De la General Orden
de Játiva, como simple definidor. Está equivocado el P. Florez señalando el año
1472 como primero de su Pontificado.
[2] Ver
Apéndice VIII.
[3] Transcribe íntegro y literalmente este documento como texto el Sr. López Ferreiro en “Galicia en el último tercio”, pág. 177, 1.ª edición, aunque sin señalar su procedencia.
[4] Pleito entre D. Benito Fernández Correa Alemparte… Marqués de Mos, con D.ª María Masones de Lima, Duquesa de Sotomayor. Madrid 1794, P. II, Folio 108 y Siguientes 250.
[5] Consérvanse las actas de este Sínodo en un hermoso códice escrito en pergamino en el archivo de la Sala Capitular de Tuy.
[6] Dotado Pedro Madruga de grandes dotes militares y habilidad estratégica, he aquí el medio de que se valió para surtirse de armas de fuego, a la sazón desconocidas en Galicia: “Habiendo benido a portar a la ría de Vigo una nave de unos germanos qu trahian ciento ochenta mosquetes o arcabuces, él pidió se lo vendiesen y ellos no quisieron y uso de un disfraz para urtarselos, que es el siguiente: mandó en la playa de Vigo hacer una fiesta en que con danzas de espadas desnudas y corriendo patos salieron los germanos a ver la dicha fiesta y después que fueron en tierra con barcos que tenian disimulados, mandó con capitán suyo que llamaba Pedro Veloso, natural de Bayona y cogió las dichas armas y con ellas hizo grandes locuras. Allerbe, p. 58.
[7] De esta relación resulta que están equivocados el P. Florez, Rodríguez Blanco, Vesteiro Torres, Fernando Fulgosio, Pallares, La Cueva , y otros que dicen que el Obispo fue preso por Madruga en el Palacio Episcopal de Tuy, Tuy, que siempre fue muy adicta a sus Prelados, no hubiera consentido este sacrílego atentado en su ciudad.
lunes, 28 de octubre de 2013
HISTORIA DE LA GUARDIA, D. PEDRO ÁLVAREZ DE SOTOMAYOR
D. PEDRO ÁLVAREZ DE SOTOMAYOR
En
virtud del testamento de D. Álvaro Páez de Sotomayor heredó en 1468 todos sus
estados y dominios su hermano bastardo D. Pedro Álvarez de Sotomayor, conocido
comúnmente por Pedro Madruga.[1] Lejos
de cumplirse la última voluntad de D. Álvaro, que era restituir la ciudad de
Tuy, La Guardia
y los demás señoríos a sus legítimos dueños consiguió co hábiles industrias del
Rey Enrique IV el título de Vizconde de Tuy, según escribe Sandoval y siguió
ejerciendo su dominio temporal sobre nuestro Concejo y cotos de La Guardia y de otros pueblos
del obispado, en donde se distinguió por las múltiples vejaciones con que
señaló su paso por estas regiones desventuradas. Refiriéndose a las venganzas
de éste en la comarca de Ribadavia dice Vasco D’Ponte que: “como sabía que la
condesa de Ribadavia se avenía mal con los suyos por las sinrazones que les hacía, y que ellos algo revelaba, la Condesa envió por el
sobrino, el cual se fue para ella, y luego hizo matar a unos y a otros cortar
pies y a otros prender, y prendió al Abad de San Clodio, trájole por la villa
de Ribadavia encima de un asno y con una
rista de ajos al pescuezo y allí cortó la cabeza a Diego Sarmiento”.
Conociendo
Madruga que los Hermandinos no habían de ser más benignos con él que lo habían
sido con su hermano D. Álvaro en Tuy, al ver que toda la Comunidad estaba contra
él y sus fortalezas derrocadas, huyó con gran número de sus parientes y
partidarios a Portugal, donde dándose a conocer a familias distinguidas y al
Rey de Portugal, este le casó con D.ª Teresa de Tábora, distinguida señora de
aquel reino, hija de Álvaro Páez de Tábora. Desde Portugal púsose D. Pedro en
relación con el Arzobispo de Santiago D. Juan Pimentel, hermano del Conde de
Benavente y con otros señores gallegos, a quienes los Hermandinos habían echado
de sus tierras y destruido sus fortalezas y con su auxilio y, sobre todo con el
de muchos caballeros portugueses, llegó a unir hasta cien lanzas y dos mil
peones poco más o menos. Al frente de estas fuerzas D. Pedro Madruga atravesó
la frontera por la plaza de Camiña y cayó sobre los sublebados, que le habían
salido al encuentro, con tal celeridad y energía que, a pesar de su
superioridad numérica, pues serían de cuatro a cinco mil hermandinos “los
venció, prendió, firio y mató a cuantos quiso”, y siguió avanzando hacia
Pontevedra y Santiago, siempre con igual y ventajosa suerte, consiguiendo
reintegrar a D. Juan Pimentel y al Arzobispo D. Alonso Fonseca en el dominio de
sus ciudades y señoríos.
No
es preciso referir que la ciudad de Tuy, el Concejo de La Guardia con su coto y alfoz,
y otros lugares del obispado de Tuy cayeron de nuevo con este motivo bajo el
dominio del usurpador Madruga.
La
sublevación de los Hermandinos en Galicia terminó sin obtener los resultados
prácticos y permanentes que se esperaba por las exageraciones de muchos y las
mezquinas pasiones que en el movimiento popular se ingirieron.
Declarada
en 1474 la guerra entre los reinos de Castilla y Portugal, con motivo de las
aspiraciones de D. Álvaro V, monarca de esta nación, al trono que ocupó en esta
fecha doña Isabel II la
Católica , viose de nuevo Galicia envuelta en los horrores de
la guerra civil, porque, si bien el Arzobispo de Santiago y casi todos los
señores feudales gallegos reconocieron de buena voluntad las cualidades de la
magnánima Isabel, no faltaron sin embargo, quienes siguiesen el partido
contrario, como por ejemplo D. Pedro Álvarez de Sotomayor que en la comarca que
se extiende desde La Guardia ,
Tuy, Salvatierra y Sobroso, hasta Pontevedra y Padrón. En el Norte de Galicia
Pedro Pardo de Cela, abrazó la causa de la princesa D.ª Juana la Beltraneja , hija legal
de Enrique IV y sobrina de Alfonso V. D. Pedro Madruga, por las muchas
relaciones que tenía en Portugal se declaró acérrimo defensor de las
aspiraciones del monarca lusitano, haciendo que, en los estados que de grado o
por fuerza seguía su bandería, se reconociese por reyes a D. Alfonso y D.ª
Juana. Con el apoyo de algunas tropas lusitanas que traspasaron el Miño, obligó
a la ciudad de Tuy, villa de La
Guardia y cotos de Tomiño y Goyán que permaneciesen por D.
Alfonso y D.ª Juana, mientras que el Alcalde Pedro de Mendaña y el capitán
Chichorro se apoderaban de Bayona y su comarca. Cayó también D. Pedro sobre el
monasterio de Santa María la Real
de Oya, sujetándola a su dominio, apoderándose previamente del antiguo Castro
situado en el monte
inmediato, desde donde domina no solo la comarca de Oya, sino también la vía
romana que conducía a Bayona.
Sobre
los muros de nuestra villa y en la torre de homenaje, donde está ahora colocado
el reloj público, izábase la bandera lusitana. ¿Estuvo entonces durante algún
tiempo el Rey de Portugal dentro de los muros de La Guardia acompañando a la
infanta, para tratar allí de los socorros necesarios con que resistir a los
enemigos de su causa? Hemos hallado en algún autor referencias a esta venida de
los monarcas a La Guardia ,
las que, por lo incompletas no nos atrevemos a reproducir esperando la ocasión
propicia de poder ampliar estas noticias. V. Galicia Diplomática, pág.174.
Recompensó
desde luego D. Alfonso V de Portugal los servicios de don Pedro Madruga,
reconociéndole el título de Vizconde de Tuy que D. Enrique IV le había
concedido, haciéndole además merced del Condado de Camiña y honrándole también
con el tratamiento de DON que usó desde entonces.
Poco
después de estos sucesos, hacia 1456 cayó el señor de Sotomayor en poder del
Conde de Benavente, en Padrón. Desde aquí éste le condujo prisionero por la
antigua estrada de Iria a Redondela y desde esta villa a Vigo, Bayona,
trayéndole por la antigua vía romana desde frente a la villa de Bayona, por el
Burgo, hasta llegar a las Rivas del Miño en el distrito de La Guardia y desde aquí por
la vía fluvial de Tabacón, Goyán y Tomiño a Tuy, de aquí hasta Ribadavia,
Orense y Benavente. Allí estuvo el Conde de Camiña preso más de un año hasta
que obtuvo su libertad, merced a cierto canje de prisioneros entre castellanos
y portugueses.
Aprovechó
esta oportunidad el Arzobispo de Santiago, unido al Conde de Monterrey para
conseguir recuperar los estados que el Vizconde de Tuy le había usurpado, y
para afianzar el dominio de los Reyes Católicos en los pueblos que en Galicia
permanecían bajo el dominio de Alfonso V de Portugal. En casi toda Galicia lo
consiguió, pero en nuestro concejo de La Guardia y en los cotos de Goyán, Tomiño y en la
ciudad de Tuy siguió ondeando la bandera de éste, porque si bien los esfuerzos
de D. Alfonso de Fonseca auxiliado por el general de la Armada castellana D. Ladrón
de Guevara; consiguió librar a Bayona del monarca lusitano, y los vecinos de
esta villa, cayendo sobre Santa María de Oya, fortificaron su monasterio para
que les sirviese de punto de avanzada y defensa contra las incursiones de los
partidarios de Pedro Madruga, no consiguieron llegar a La Guardia y plantar en sus
muros la bandera castellana.
Y
al recobrar D. Pedro Madruga su libertad, no se contentó con estar a la
defensiva sino que, con todo el rencor que había acumulado en su pecho durante
el año de prisión; inmediatamente se presentó en la comarca de La Guardia y con su
característica energía y actividad, empezó a hostilizar a los que se creían ya
en octaviana paz.
Apoyado
en efecto por sus amigos los lusitanos y en las plazas de la frontera
portuguesa del Miño, y a fin de tener franco el paso por las antiguas vías
romanas de La Guardia
a Bayona y por el valle de las Tebras, lo primero que hizo fue caer sobre el
Monasterio de Oya, destruyendo sus fortificaciones y restaurar en parte la
fortaleza de Tebra, y con los elementos de que pudo disponer puso a raya a las
fuerzas castellanas de Bayona. Sucedió esto el año de 1478.
Cayó
después sobre García Sarmiento, señor de Sobroso, frente a cuyo castillo
construyó el de Picaraza, derribó los torreones de Puente Sampayo, cerca de
Pontevedra edificó el castillo de Cotovad. Conquistó más tarde el castillo de
Castrizán, hoy nuestra Señora de la
Peneda frente a Sotomayor, y de esta manera D. Pedro Madruga,
sin descanso ni reposo, perseguía incesantemente a sus enemigos, sirviéndole de
base para sus operaciones las plazas de Salvatierra, Tuy y La Guardia.
Todo
esto hacía imposible la vida en nuestra comarca, ya por las fatigas y empresas
militares en que traía envueltos a nuestros pacíficos antepasados, ya por las
gabelas pecuniarias y servicios personales a que les obligaba.
La
dureza de D. Pedro Álvarez de Sotomayor con los habitantes del distrito de Tuy
y cotos pertenecientes a su jurisdicción llegó al extremo de no respetar las
comunidades y fuero de los eclesiásticos. En vano alegaban éstos los
privilegios del Derecho y la Bula Pontificia
otorgada por Eugenio IV, a petición del venerable Obispo de Tuy D. Luís de
Pimentel contra los atropellos del antecesor de aquel D. Álvaro Páez de
Sotomayor, pues, D. Pedro Madruga obligaba a los sacerdotes a tomar las armas,
a recomponer las murallas de Tuy, Tebra, La Guardia , Oya, etc., a hacer guardias y otras
duras faenas impropias del carácter sacerdotal. Si esto hacía con los
eclesiásticos, peores eran las gabelas con que tiranizaba a los seglares.
A
esto debemos agregar que la mayor parte de la gente que traía consigo D. Pedro
Madruga era de lo más criminal. De ello nos da testimonio Vasco D’Ponte cuando
escribe que “en el tiempo de Carnoces con cartas firmadas del Rey D. Fernando y
Doña Isabel con sus capítulos hechos para poner Alcaldes de Hermandad para que
persiguiesen los mal fechares que andaban por el reino quebrando los caminos
para los prender y después arrastrarlos… El Conde de Camiña catándose de lo que
después acaeció decía y mandaba decir que todos
los mal fechares se presen para él, y muchos juntó consigo”.
De
este modo el nombre de Pedro Madruga era la eterna pesadilla de nuestra
desventurada región. Pero la energía y hábil política de los Reyes Católicos
vino a remediar esta triste e insoportable situación.
[1] En
esta revuelta popular creemos que fue derribada la torre y fortaleza de Santa
María de Tebra, propiedad de la Casa Suárez
de Deza que tuvo el señorío del valle de Tebra. Dña. Juana (la Loca ) en Real Cedula autorizó
la reedificación de esta fortaleza.
[2]
Llamándole Pedro Madruga por que madrugaba mucho, cuando facía sus
cabalgaduras. Vasco D’Ponte.
domingo, 27 de octubre de 2013
HISTORIA DE LA GUARDIA, USURPACIONES DE LA CASA DE SOYOMAYOR
USURPACIONES DE LA CASA DE
SOYOMAYOR
Infausta
es la memoria de algunos de los señores de la casa de Sotomayor en el
transcurso del siglo XV para gran parte de Galicia y en especial para la
diócesis de Tuy y para la comarca del antiguo Concejo de La Guardia.
Los
nombres de D. Fernán o Fernando Yánez, D. Álvaro Paes y D. Pedro Álvarez han
pasado a la historia envueltos entre los tristes recuerdos de las usurpaciones
y atropellos cometidos en su vida contra los pacíficos habitantes de aquellas
regiones. Sus huestes pasaron por los pueblos de la boca del Miño como un
huracán que no respetaba vidas ni haciendas.
De
Fernán Yánez de Sotomayor, señor de esta casa, dice Vasco da Ponte, que “era
muy caballero, tenía a su mando un ejército de 50 hombres a caballo y dos mil
de quinientos infantes de sus vasallos y vehetría”. Con sus fuerzas, además de
haber llegado triunfante hasta Orense, donde quemó las casas en que se defendía
su enemigo personal Pedro Díaz de Cadórniga, señor señor de la casa de este
nombre, después de haber pasado vencedor por las tierras del Conde de
Rivadavia, que era Adelantado de Galicia, llegó con sus mesnadas sobre Tuy que
seguidamente quedó bajo su mando, así como también la plaza de Bayona.
En
los años 1423 y 1424 cayó repetidas veces sobre la villa de La Guardia y las tierras de
su Concejo, aprovechándose de la vacante de don Juan Fernández de Sotomayor
cuya muerte había ocurrido el 13 de noviembre de 1923.
Llevado
D. Fernando Yánez de su genio soberbio y de su carácter ambicioso, no escuchaba
los clamores de los pobres e indefensos vecinos de nuestra comarca,
imponiéndoles gabelas insoportables, exigiéndoles el pago de la renta que
pertenecía al Prelado y Cabildo tudense, por la donación de D. Enrique II el de
las Mercedes, e imponiendo duros castigos o haciendo colgar de una picota a los
que se habían atrevido a protestar contra las violencias y usurpaciones. Si a
esto se agrega la leva forzosa que impuso a los hijos del país que estaban en
condición de tomar las armas, puede juzgarse cual quedaría nuestra comarca
durante larga temporada. Por esta razón en el año de 1425 en que el Prelado
tudense y su Cabildo nos pedían el pago de las rentas señoriales, nuestras
justicias, acudieron en súplica ante aquellos, exponiendo las tristes
circunstancias en que se hallaban y rogándoles tuviesen a bien de lle quitar alguna cousa do jantar, a
lo cual aquellos señores accedieron generosamente, rebajando, del tributo anual
la cantidad de cuatrocientos maravedís de blanca. Consta así en un acta del
libro de acuerdos capitulares
perteneciente al siglo XV escrita en gallego de aquella época, que era el
oficial de la región.
Lleva
este documento la fecha de 26 de enero de 1425 y dicen en catorce líneas de
letra cortesana:
“En outro dia XXVI de dito mes, seendo
juntos em cabidoo enna caustra da dita iglesia de tui Nicolao domínguez vigario
do dayam afonso Domínguez chantre, johan esteves, estevo Domínguez e johan sem
mais persoas e canonicos, por son de campana, e presente mim johan Rodríguez
notario de tui, esses ditas persoas e coongos, commo cabidoo, disseron que por
muitas veces foran requeridos por los pobladores da vila da guarda e de seu
termino, que eran e foram rroubados e penorados e mal traguidos así de omes de
ferrando anns de souto mayor commo doutras persoas e de Rendeiros de Rey. Et
por estes males que asi pasauam que, ontre as cousas que lle pediram, que fora
e era que tuvessem por bem de lle quitar alguna cousa do jantar que avian de
dar ao bispo e cabidoo. Et o dito vigario, sabendo que eram certos do que asi
disiam, avendo compasom com elles, disserom que lle quitavam do jantar, que asi
avian de dar ao dito señor bispo e a elles, quatrocentos maravedís branca em
tres diñeiros deste dito anno”.
Los
comentarios de orden social de esta condonación de renta saltan a la vista. En
nuestros días leemos a menudo la noticia de que los pueblos se rebelan contra
los cobradores de tributos, por no tener dinero con que pagar tantas cargas, y
no leemos menos veces la de que el fisco saca a la venta en pública subasta
fincas embargadas a los que no pueden satisfacer sus cuotas al Estado. Antaño,
en aquellos tiempos de fe y verdadera fraternidad social, la cobranza de
tributos no era tan rígida e inflexible como ahora. Tenían compasión los
cobradores y no era raro que condonasen gran parte de la deuda.
Ahora
por muy rroubados e penorados e mal
traguidos que estén los pobres contribuyentes, ya pueden pedir a los
cobradores de contribuciones e impuestos de consumos que les rebajen algo sus
cuotas. Imposible.
Vemos,
pues, aquí también como el señorío
eclesiástico del cual nos libraron las famosas Cortes de Cádiz, no era tan
pesado para los hijos de La
Guardia y como lejos de haber progresado con las libertades
modernas, hemos retrocedido.
Que
en aquella época había tiranos, como algunos señores de la Casa de Sotomayor. Es verdad,
pero también había monarcas como los Reyes Católicos que imponían el peso de su
justicia sobre los opresores, como en este mismo capítulo veremos, al tratar de
las usurpaciones de D. Pedro Álvarez de Sotomayor, el Madruga.
D.
Fernando Yánez de Sotomayor, que estuvo casado con doña Leonor de Mexía,
falleció después de 1440 y fue sepultado en Santo Domingo de Pontevedra.
La
conducta del hijo y sucesor de éste, D. Álvaro Paez de Sotomayor, fue en todo
semejante a la de aquél, pues, cayendo en 1451 sobre Tuy, despojó, por la
fuerza de las armas, al Obispo D. Luís Pimentel (1442-67) de su iglesia, ciudad
y obispado, y de todos sus cotos y señoríos, tomando y disponiendo de todos los
bienes y rentas como si fuesen suyas propias.
“Tenía
en su poder la ciudad de Tuy, como la tenía su padre y de la renta del Obispo
tomaba lo que quería”. Así se expresa Vasco da Ponte (López Ferreiro-Galicia.
Página 66, 1.ª edición, cap. IV).
Entre
los pueblos de que se apoderó, fue uno el nuestro de La Guardia , en cuya villa y
jurisdicción no causó menores daños y atropellos que su antecesor D. Fernando.
Pero
estas violencias y atentados a que el señor de Sotomayor se entregó en nuestra
comarca, no eran sino parte de lo mucho que los plebeyos sufrían por este
tiempo en todas las comarcas gallegas, más como eran ya insoportables los
abusos que los señores feudales cometían con sus vasallos y eran indecibles los
excesos que soportaban, surgió en las masas la idea de la federación social
popular, como medio único de poner dique a tanta opresión y tantas violencias,
constituyéndose con este objeto en toda Galicia las famosas Hermandades, Comunidades gallegas
Hermandinos o Incendiarios del Alba que tanto dieron que hacer a los
tiranos de aquella época, bajo cuyo dominio nuestra región estaba oprimida. Deus fratres que gallaici: era el lema
de la bandera de los Hermandinos.
El
primero contra quien se desencadenó la tormenta popular fue Álvaro Páez de
Sotomayor, opresor de Tuy y La
Guardia en los años de 1456 a 1468.[1]
Los
Hermandinos gallegos en número de unos cinco mil hombres entre peonaje y
caballeros, hallándose con ellos los hijos del Concejo de La Guardia , cercaron tan
reciamente la ciudad de Tuy, dentro de cuyas murallas se defendía D. Álvaro
Páez con sus huestes, ni en el trance de su muerte le dejaron en paz, por lo
cual viéndose tan enérgicamente combatido y postrado en el lecho de muerte,
mandó que se entregase la ciudad de Tuy y la villa de La Guardia con sus cotos y
alfoz, a los Hermandinos que tan decididamente se habían alzado contra su
tiranía y usurpaciones. Entre los combatientes debemos consignar que se
hallaban también el mismo Obispo D. Luís de Pimentel, quien capitaneaba a mucha
gente armada de a pie y de a caballo. Con él estaba también D. Jerónimo de
Valladares, con sus huestes y vasallos de la casa de Valladares, señor de
Sobroso y otros.
Hace
referencia a este asedio contra D. Álvaro Páez Sotomayor, la cita de Sandoval
mencionada por el P. Florez[2]
hablando de la viña situada en la
Manteigada ,
diciendo que cuando “veu sobre nuestra cidade noso señor D. Luís de Pimentel,
Bispo de Tuy, poderosamente con as gentes de armas a pe e a cabalo, abrirá e
destruirá esta viña, etc.”.
“La Historia de Santiago
corona y antigüedad de Iria”[3]
escrita por el clérigo Rey Vázquez contemporáneo de aquellos sucesos, consigna
las siguientes palabras relativa a este hecho de armas: “En este encomedio
morreu Álvaro Páez de Sotomayor ena ciuda de Tuy, estaba cercado de Santa
Irmandade serian fasta cinco mil homes dape e dacabalo, mandou, que entregasen
a ciuda a irmandade, faleceu eno mes de marzo ano de mil e quto. Centos e
sesenta e oito. Sucedeu en seu lugar seu hirmao P.º Alvares de Soutomayor”.
Si
la cita de Sandoval mencionado en la referencia del P. Flores es exacta
cronológicamente, es preciso señalar dos épocas en que los Hermandiños cayeron
sobre Tuy para arrojar de allí a las huestes de Álvaro Páez de Sotomayor, el
año de 1456 en que el Obispo D. Luísd Pimentel cayó con gentes de armas a pe e a cabalo, y el año de 1468, mes de marzo, en
que acorralaron y vencieron de tal modo a aquel que, ni aún respetaron su
estado de muerte y le obligaron a renunciar lo que tiranamente poseía.
De
la existencia de la
HERMANDAD en La
Guardia , tenemos una referencia en el acta de la pública
asamblea popular celebrada en esta villa en 18 de abril de 1505, del que
hablaremos en el artículo próximo, con motivo de las cuestiones sobre la pesca
en el Miño. Allí figura un Antón de Loureza como Alcalde da Hirmandade da vila e Couto da Guarda. “Esta Hirmandade, hija y continuadora de las
anteriores asociaciones populares de este nombre, fue organizada por los RR.
Católicos en las cortes de Madrigal de 1474. Aprovechando los monarcas esta
máquina popular y dándole nueva forma, la convirtieron en elemento de gobierno.
La Hermandad
se estableció legalmente en Galicia en 1480.
En
el Pontificado de de D. Alonso López de Valladolid, sucedió en Orense un hecho
ruidoso en que tomó parte un hijo de nuestra villa D. Gómez Correa, y de cuyas
resultas murió. D. Luís Alonso Pimentel, Conde de Benavente, no satisfecho con
poseer una parte de la tierra castellana, intentó hacerse dueño de alguna de
las ciudades gallegas. La primera población a donde dirigió sus huestes fue a
Orense, pero varios próceres gallegos y en especial el Conde de Lemos y los
habitantes de aquella ciudad, dispusiéronse a la lucha. Allí acudió también D.
Gómez Correa natural y vecino de La
Guardia como emparentado con el Conde de Lemos.
Asociado
a estas fuerzas el Obispo, salieron todos al encuentro del de Benavente, pero
las fuerzas de éste, doblando en número a los defensores de la ciudad,
hiciéronle replegar hasta la misma Iglesia Catedral, donde el de Benavente, sin
reparar en el sacrilegio, dio la batalla. Pero el valor de los orensanos hizo
retroceder a aquel.
Nuestro
paisano D. Gómez Correa, señor de la
Torre de La
Guardia fue herido en el combate y dejó de existir a fines de
1471, después de larga enfermedad y de haber hecho testamento público.
Es
este uno de los episodios que pinta el estado de insubordinación en que se
hallaba Galicia a fines del siglo XV. Puede verse la relación de estos sucesos
en Fernández Alonso “Los Obispos de Orense”, pág. 378.
[1] Sobre
la organización, espíritu que le animaba y
y fines que perseguía la asociación de Hermandinos, V. A. López
Ferreiro, cap. V, tomo I, 2.ª Edición de “Galicia en el último tercio del siglo
XV”. Son páginas dignas de traer en la memoria las almas a quien debe interesar
el movimiento social moderno.
[2] Vid.
Catálogo sistemático de Villamil y Castro, n.º 353.
[3] N.º
105, pág. 227-1 XXII de la E. S.
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