miércoles, 9 de octubre de 2013

BAIXO MIÑO, ECO DE GALICIA (BUENOS AIRES) 1914 ( I )

Recortes de Prensa
E.E.deG-B.A.
1914
20 de ENERO 
DON BERNARDINO DE SOBRINO
Fundador y Director Honorario de la Liga Nacional de Contribuyentes

Nació este eminente patricio en la villa de La Guardia (Pontevedra) en 1820, siendo el tercer varón de una de las principales familias de dicha localidad, donde se conserva su casa solariega, en la que su padre, don Juan Tomás, se dedicaba al comercio y a la dirección de sus labores agrícolas.
Desde muy niño demostró don Bernardino la más decidida afición a la carrera mercantil, en vista de lo cual fue enviado por sus mayores a la Escuela de Comercio de Cádiz, donde cursó con sumo aprovechamiento, granjeándose en pocos años la más lisonjera reputación de hombre capaz y laborioso. Debido sin duda a sus especiales dotes de carácter y envidiables aptitudes, fue designado por una importantísima casa, que con un capital de 10 millones de pesos acababa de establecerse en Cádiz bajo la gerencia del ilustre hacendista don José Manuel Collado, para ponerse al frente de una factoría en Indo-China, de la cual se esperaba obtener pingües resultados.
Aceptado tan difícil cargo, con la desconfianza natural tratándose de un joven, provisto del capital, créditos e instrucciones necesarias, púsose en camino para aquellas apartadas regiones, donde permaneció más de tres años, dirigiendo los negocios con tanta pericia y cumplido acierto, que la empresa reportó considerables utilidades de aquel negocio, en que hubo de ponerse a prueba toda la valía del joven comerciante.
En esa campaña a 6.000 leguas de la patria, que puede decirse constituye la epopeya de la carrera mercantil del señor de Sobrino, hay que observar que éste partió a Oriente, sin saber nada de inglés, pero con auxilio de alguna gramática y del diccionario, y, estimulado sobre todo por la necesidad, consiguió aprenderlo en menos de 2 meses y escribirlo correctamente a los 6 en el lacónico estilo epistolar que acostumbran los ingleses.
Durante el viaje que hizo por la ruta de Egipto, redactó una “Memoria” llena de curiosísimas notas e impresiones, acompañada de una colección de datos y noticias estadísticas y comerciales de grandísimo mérito (1847), siendo de lamentar que su modestia le impulsase a no dar a luz tan importantes trabajos.
De nuevo en Cádiz, siguió utilizando las buenas relaciones con que contaba en dicha plaza y continuó en los mismos negocios, en los que hizo una provechosa transformación que le produjo pingües utilidades, como se las produjo también a otros que en ellos se ocuparon.
Atento siempre a los trabajos de escritorio, aprovecha los momentos de descanso para escribir sobre asuntos económico-administrativos (1851), consiguiendo que los gobiernos atendieran sus razones, expuestas en la prensa periódica, y revocarán ciertas absurdas disposiciones aduaneras. Mas adelante en el periódico “La Convicción” publicó una serie de artículos haciendo el parangón de los empréstitos verificados en aquella época respectivamente por los ministros de Hacienda, Berzanallana y Santa Cruz, demostrando las ventajas de este último.
Comprendiendo que había llegado el momento del descanso de los negocios en que se ocupaba, y obligado también por exigirlo el cuidado de su salud, retirose entonces de la vida activa.
Varias veces ocupó puestos en el municipio gaditano, como síndico y concejal y formó parte de algunas corporaciones, ejerciendo el cargo de Comisario Presidente de la Junta Provincial de Agricultura, Industria y Comercio, llevando siempre la iniciativa en los actos y trabajos de la Corporación, entre los que deben mencionarse particularmente los que se refieren a las “Conferencias Agrícolas”, que a despecho de los obstáculos casi insuperables que se opusieron a su realización, consiguió se celebrasen, teniendo efecto en las Dominicas, que duraron desde el 1º de junio hasta el 31 de octubre de 1877. Ejerció también de Cónsul de las repúblicas de Guatemala y El Salvador, tomando parte muy activa en los actos del cuerpo consular en circunstancias normales y en las extraordinarias, que ocasionaron los memorables trastornos políticos ocurridos en Cádiz en los años de 1868 y 1873
Designado por varias eminencias políticas a raíz de la Restauración como candidato a la Diputación por uno de los distritos de Cádiz, declinó ese honor fundándose en que un mandato tan importante solo era posible desempeñarlo con independencia cuando se concediese por el voto espontáneo del cuerpo electoral; y cuando posteriormente, en 1879, la Liga de Oviedo, expidió una circular proponiendo su candidatura por acumulación para Diputado, hubo de negarse asimismo.
Por efecto de varias cuestiones, en que se vió obligado a tomar parte, señalando los abusos, las inmoralidades, vejaciones y trabas de la administración, obtuvo el convencimiento de que en nuestro país estaba invertido el orden y que para evitarlo era necesario crear hábitos de moralidad y costumbres cívicas a fin de conseguir que los contribuyentes reivindicasen el puesto que por la incuria y abandono se habían dejado arrebatar.
El aliento que las prácticas inglesas le habían infundido mientras permaneció en la Indo-China, prácticas donde resaltaba el patriotismo, el desinterés y moralidad, le impulsaron a pensar que era preciso hacer un llamamiento y agitar la opinión entre las clases contribuyentes para implantarlas entre nosotros.
No se le ocultaba que la empresa era atrevida y difícil, pero por efecto del convencimiento profundo que tenía de la bondad de la idea, se lanzó a la lucha preparando la opinión desde las columnas de “El Diario de Cádiz”, en el que publicó una serie de artículos con el epígrafe “La Hacienda” (20 de octubre a 19 de noviembre de 1871), que entrañaba todo un plan rentístico, siendo reproducidos por varios periódicos  de Madrid y provincias.
            Formada así la opinión emprendió unos trabajos de propaganda activa e incesante, celebrando conferencias y reuniones con objeto de infundir en el ánimo de los contribuyentes la fue que era indispensable para cooperar a la realización de tan patriótica obra. Al cabo de unos meses de prolijas gestiones, tuvo el gusto de poner la primera piedra del cimiento, en una reunión, celebrada en el Teatro Principal de Cádiz, el día 23 de febrero de 1872, a que asistieron más de 600 contribuyentes asociados que se adhirieron a las bases, aprobaron el reglamento y designaron la Junta Directiva, cuya presidencia ya fue conferida.
Notoria es la perseverancia con que continuó sus trabajos para organizar y dar ensanche a la propaganda de tan profundo pensamiento, que fue aceptada con entusiasmo en todos los ámbitos de la nación. A despecho de la ruda oposición encubierta y solapada de algunos espíritus malévolos y envidiosos que subceptivamente le combatían atribuyéndole móviles impropios de su rectitud y desinterés, continuó sin tregua ni descanso la obra que había comenzado, siendo coronados satisfactoriamente sus sobre esfuerzos con la adhesión de casi todas las capitales de provincia y muchos pueblos de importancia que vinieron a dar fuerza a la idea constituyendo se Liga respectiva.
El aliento que en su espíritu infundió semejantes triunfos le indujeron, a contar las fuerzas, y al efecto convocó las conferencias que se celebraron en Córdoba los días 15, 16 y 17 de abril de 1875 a las que asistieron delegados de las constituidas y algunas sociedades análogas, reinando en ellas la mas completa unidad de miras, y retirándose los que a ellas asistieron, animados del espíritu que les infundió para que ejerciesen las funciones de apóstoles de esta nueva idea, que dijo estaba llamada a redimir el país de los “pecados de la indolencia y pesimismo que es peculiar a nuestra raza y la causa determinante de los males que experimenta”
Continuó sin interrupción la senda que había trazado, atrayendo cada vez más prosélitos, y al objeto de sumar las fuerzas e infundir aliento en ánimo de los neófitos, convocó la reunión de una Asamblea General para el día 20 de septiembre de 1878 en Toledo, pero apenas tuvo el gobierno noticia de este proyecto trató de impedir su realización, alcanzándolo en suma. Trastornando así el propósito desistió de la idea y convocó después otra asamblea que se reunió en Madrid los días 27, 28, 29, 30 y 31 de octubre de 1879, a que asistieron los presidentes y delegados de casi todas las Ligas y sociedades análogas. En esos importantes actos que revistieron altísima importancia se le confirió la dirección de “La Liga Nacional” dándole facultades omnímodas para resolver cuantos asuntos se relacionasen con la organización de este nuevo organismo creado por la iniciativa particular.
Manifestó allí que era superior a sus fuerzas el cargo que se le había  conferido; pero obligado a ello procedió a desempeñar tan arduo cometido, con la abnegación que es peculiar a todos los que trabajan de buena fe y desinteresadamente, preparando el terreno para que el pensamiento se ensanchase de manera que llegase a ser una institución nacional.
Al efecto convocó la reunión de otra nueva Asamblea General que se celebró en Madrid en el palacio llamado Casa de los Lujanes, Plaza de la Villa, en los días 15, 16 17 y 18 de octubre de 1882, a que asistieron representantes de muchas Ligas y sociedades análogas, en que se discutieron temas y se acordaron conclusiones que se sometieron a los altos poderes de la nación.
En esa Asamblea declinó la dirección de “La Liga”, proponiendo al señor Marqués de Riscal, para que lo sustituyese con facultad de designar cuatro individuos más, que con el formasen el Directorio de “La Liga Nacional de Contribuyentes" quedando así acordado, así como el que se le declarase a perpetuidad Director Honorario de “La Liga Nacional” de que ha sido fundador.
Hasta aquí el compendio brevísimo de la historia de esa institución, cuyos cimientos dejó solidamente establecidos al declinar la dirección, sin que haya recogido por recompensa de tan asiduos trabajos mas justas recompensas que el placer que le proporcionaba verse rodeado de sus amigos, afectos a la idea, en compensación de los sinsabores y dispendios que le ocasionó dar vida a un pensamiento que había tomado arraigo en el país y estaba llamado a proporcionarle días de felicidad.
El señor Sobrino, cuya biografía ha aparecido, no en un periódico gallego, sino en “La Ilustración Ibérica”, de Barcelona, para demostrar , una vez más, que los extraños hacen a veces mayor justicia que los propios, falleció a principios del mes de enero de 1892; y en este aniversario de su muerte, es decir, cuando todos lo olvidan, nosotros reverdecemos su recurso, siempre digno de ejemplo, como el de un feliz precursor del renacimiento agrícola, industrial y comercial, que se opera en España.
30 de ENERO 
**.- En Tuy se ha constituido el nuevo Ayuntamiento, y se procedió a la elección de cargos. Resultaron electos: Primer Teniente Alcalde: don Manuel Cela, abogado. Segundo: don Pío Abundancia, abogado. Tercero: don Modesto R. Conde. Cuarto: don Agustín Madero. Síndico Primero: son Canuto Santollana. Segundo: don José Fernández. Interventores: don Jerónimo Sánchez y don Argimiro Fernández. El Alcalde-Presidente: don Servando Albuerne, había sido nombrado por Real Orden.

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