Recortes de Prensa
E.E.deG-B.A.
1914
20 de ENERO
DON BERNARDINO DE SOBRINO
Fundador
y Director Honorario de la Liga Nacional de Contribuyentes
Nació este eminente patricio en la villa de La Guardia
(Pontevedra) en 1820, siendo el tercer varón de una de las principales familias
de dicha localidad, donde se conserva su casa solariega, en la que su padre,
don Juan Tomás, se dedicaba al comercio y a la dirección de sus labores
agrícolas.
Desde muy niño demostró don Bernardino la más decidida
afición a la carrera mercantil, en vista de lo cual fue enviado por sus mayores
a la Escuela de Comercio de Cádiz, donde cursó con sumo aprovechamiento,
granjeándose en pocos años la más lisonjera reputación de hombre capaz y
laborioso. Debido sin duda a sus especiales dotes de carácter y envidiables
aptitudes, fue designado por una importantísima casa, que con un capital de 10
millones de pesos acababa de establecerse en Cádiz bajo la gerencia del ilustre
hacendista don José Manuel Collado, para ponerse al frente de una factoría en
Indo-China, de la cual se esperaba obtener pingües resultados.
Aceptado tan difícil cargo, con la desconfianza
natural tratándose de un joven, provisto del capital, créditos e instrucciones
necesarias, púsose en camino para aquellas apartadas regiones, donde permaneció
más de tres años, dirigiendo los negocios con tanta pericia y cumplido acierto,
que la empresa reportó considerables utilidades de aquel negocio, en que hubo
de ponerse a prueba toda la valía del joven comerciante.
En esa campaña a 6.000 leguas de la patria, que puede
decirse constituye la epopeya de la carrera mercantil del señor de Sobrino, hay
que observar que éste partió a Oriente, sin saber nada de inglés, pero con
auxilio de alguna gramática y del diccionario, y, estimulado sobre todo por la
necesidad, consiguió aprenderlo en menos de 2 meses y escribirlo correctamente
a los 6 en el lacónico estilo epistolar que acostumbran los ingleses.
Durante el viaje que hizo por la ruta de Egipto,
redactó una “Memoria” llena de curiosísimas notas e impresiones, acompañada de
una colección de datos y noticias estadísticas y comerciales de grandísimo
mérito (1847), siendo de lamentar que su modestia le impulsase a no dar a luz
tan importantes trabajos.
De nuevo en Cádiz, siguió utilizando las buenas
relaciones con que contaba en dicha plaza y continuó en los mismos negocios, en
los que hizo una provechosa transformación que le produjo pingües utilidades,
como se las produjo también a otros que en ellos se ocuparon.
Atento siempre a los trabajos de escritorio, aprovecha
los momentos de descanso para escribir sobre asuntos económico-administrativos
(1851), consiguiendo que los gobiernos atendieran sus razones, expuestas en la
prensa periódica, y revocarán ciertas absurdas disposiciones aduaneras. Mas
adelante en el periódico “La Convicción” publicó una serie de artículos
haciendo el parangón de los empréstitos verificados en aquella época
respectivamente por los ministros de Hacienda, Berzanallana y Santa Cruz,
demostrando las ventajas de este último.
Comprendiendo que había llegado el momento del
descanso de los negocios en que se ocupaba, y obligado también por exigirlo el
cuidado de su salud, retirose entonces de la vida activa.
Varias veces ocupó puestos en el municipio gaditano,
como síndico y concejal y formó parte de algunas corporaciones, ejerciendo el
cargo de Comisario Presidente de la Junta Provincial de Agricultura, Industria
y Comercio, llevando siempre la iniciativa en los actos y trabajos de la
Corporación, entre los que deben mencionarse particularmente los que se
refieren a las “Conferencias Agrícolas”, que a despecho de los obstáculos casi
insuperables que se opusieron a su realización, consiguió se celebrasen,
teniendo efecto en las Dominicas, que duraron desde el 1º de junio hasta el 31
de octubre de 1877. Ejerció también de Cónsul de las repúblicas de Guatemala y
El Salvador, tomando parte muy activa en los actos del cuerpo consular en
circunstancias normales y en las extraordinarias, que ocasionaron los
memorables trastornos políticos ocurridos en Cádiz en los años de 1868 y 1873
Designado por varias eminencias políticas a raíz de la
Restauración como candidato a la Diputación por uno de los distritos de Cádiz,
declinó ese honor fundándose en que un mandato tan importante solo era posible
desempeñarlo con independencia cuando se concediese por el voto espontáneo del
cuerpo electoral; y cuando posteriormente, en 1879, la Liga de Oviedo, expidió
una circular proponiendo su candidatura por acumulación para Diputado, hubo de
negarse asimismo.
Por efecto de varias cuestiones, en que se vió
obligado a tomar parte, señalando los abusos, las inmoralidades, vejaciones y
trabas de la administración, obtuvo el convencimiento de que en nuestro país
estaba invertido el orden y que para evitarlo era necesario crear hábitos de
moralidad y costumbres cívicas a fin de conseguir que los contribuyentes
reivindicasen el puesto que por la incuria y abandono se habían dejado
arrebatar.
El aliento que las prácticas inglesas le habían
infundido mientras permaneció en la Indo-China, prácticas donde resaltaba el
patriotismo, el desinterés y moralidad, le impulsaron a pensar que era
preciso hacer un llamamiento y agitar la opinión entre las clases
contribuyentes para implantarlas entre nosotros.
No se le ocultaba que la empresa era atrevida y
difícil, pero por efecto del convencimiento profundo que tenía de la bondad de
la idea, se lanzó a la lucha preparando la opinión desde las columnas de “El
Diario de Cádiz”, en el que publicó una serie de artículos con el epígrafe “La
Hacienda” (20 de octubre a 19 de noviembre de 1871), que entrañaba todo un plan
rentístico, siendo reproducidos por varios periódicos de Madrid y provincias.
Formada
así la opinión emprendió unos trabajos de propaganda activa e incesante, celebrando
conferencias y reuniones con objeto de infundir en el ánimo de los
contribuyentes la fue que era indispensable para cooperar a la realización de
tan patriótica obra. Al cabo de unos meses de prolijas gestiones, tuvo el gusto
de poner la primera piedra del cimiento, en una reunión, celebrada en el Teatro
Principal de Cádiz, el día 23 de febrero de 1872, a que asistieron más
de 600 contribuyentes asociados que se adhirieron a las bases, aprobaron el
reglamento y designaron la Junta Directiva, cuya presidencia ya fue conferida.
Notoria es la perseverancia con que continuó sus
trabajos para organizar y dar ensanche a la propaganda de tan profundo
pensamiento, que fue aceptada con entusiasmo en todos los ámbitos de la nación.
A despecho de la ruda oposición encubierta y solapada de algunos espíritus
malévolos y envidiosos que subceptivamente le combatían atribuyéndole móviles
impropios de su rectitud y desinterés, continuó sin tregua ni descanso la obra
que había comenzado, siendo coronados satisfactoriamente sus sobre esfuerzos
con la adhesión de casi todas las capitales de provincia y muchos pueblos de
importancia que vinieron a dar fuerza a la idea constituyendo se Liga
respectiva.
El aliento que en su espíritu infundió semejantes
triunfos le indujeron, a contar las fuerzas, y al efecto convocó las
conferencias que se celebraron en Córdoba los días 15, 16 y 17 de abril de 1875 a las que asistieron
delegados de las constituidas y algunas sociedades análogas, reinando en ellas
la mas completa unidad de miras, y retirándose los que a ellas asistieron,
animados del espíritu que les infundió para que ejerciesen las funciones de
apóstoles de esta nueva idea, que dijo estaba llamada a redimir el país de los
“pecados de la indolencia y pesimismo que es peculiar a nuestra raza y la causa
determinante de los males que experimenta”
Continuó sin interrupción la senda que había trazado,
atrayendo cada vez más prosélitos, y al objeto de sumar las fuerzas e infundir
aliento en ánimo de los neófitos, convocó la reunión de una Asamblea General
para el día 20 de septiembre de 1878 en Toledo, pero apenas tuvo el gobierno
noticia de este proyecto trató de impedir su realización, alcanzándolo en suma.
Trastornando así el propósito desistió de la idea y convocó después otra asamblea
que se reunió en Madrid los días 27, 28, 29, 30 y 31 de octubre de 1879, a que asistieron los
presidentes y delegados de casi todas las Ligas y sociedades análogas. En esos
importantes actos que revistieron altísima importancia se le confirió la dirección
de “La Liga Nacional” dándole facultades omnímodas para resolver cuantos
asuntos se relacionasen con la organización de este nuevo organismo creado por
la iniciativa particular.
Manifestó allí que era superior a sus fuerzas el cargo
que se le había conferido; pero obligado
a ello procedió a desempeñar tan arduo cometido, con la abnegación que es
peculiar a todos los que trabajan de buena fe y desinteresadamente, preparando
el terreno para que el pensamiento se ensanchase de manera que llegase a ser una
institución nacional.
Al efecto convocó la reunión de otra nueva Asamblea
General que se celebró en Madrid en el palacio llamado Casa de los Lujanes,
Plaza de la Villa, en los días 15, 16 17 y 18 de octubre de 1882, a que asistieron
representantes de muchas Ligas y sociedades análogas, en que se discutieron
temas y se acordaron conclusiones que se sometieron a los altos poderes de la
nación.
En esa Asamblea declinó la dirección de “La Liga”,
proponiendo al señor Marqués de Riscal, para que lo sustituyese con facultad de
designar cuatro individuos más, que con el formasen el Directorio de “La Liga
Nacional de Contribuyentes" quedando así acordado, así como el que se le
declarase a perpetuidad Director Honorario de “La Liga Nacional” de que ha sido
fundador.
Hasta aquí el compendio brevísimo de la historia de
esa institución, cuyos cimientos dejó solidamente establecidos al declinar la
dirección, sin que haya recogido por recompensa de tan asiduos trabajos mas
justas recompensas que el placer que le proporcionaba verse rodeado de sus
amigos, afectos a la idea, en compensación de los sinsabores y dispendios que
le ocasionó dar vida a un pensamiento que había tomado arraigo en el país y
estaba llamado a proporcionarle días de felicidad.
El señor Sobrino, cuya biografía ha aparecido, no en
un periódico gallego, sino en “La Ilustración Ibérica”, de Barcelona, para
demostrar , una vez más, que los extraños hacen a veces mayor justicia que los
propios, falleció a principios del mes de enero de 1892; y en este aniversario
de su muerte, es decir, cuando todos lo olvidan, nosotros reverdecemos su
recurso, siempre digno de ejemplo, como el de un feliz precursor del
renacimiento agrícola, industrial y comercial, que se opera en España.
30 de ENERO
**.- En Tuy se ha constituido el nuevo Ayuntamiento, y
se procedió a la elección de cargos. Resultaron electos: Primer Teniente
Alcalde: don Manuel Cela, abogado. Segundo: don Pío Abundancia, abogado.
Tercero: don Modesto R. Conde. Cuarto: don Agustín Madero. Síndico Primero: son
Canuto Santollana. Segundo: don José Fernández. Interventores: don Jerónimo
Sánchez y don Argimiro Fernández. El Alcalde-Presidente: don Servando Albuerne,
había sido nombrado por Real Orden.
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