D. PEDRO ÁLVAREZ DE SOTOMAYOR
En
virtud del testamento de D. Álvaro Páez de Sotomayor heredó en 1468 todos sus
estados y dominios su hermano bastardo D. Pedro Álvarez de Sotomayor, conocido
comúnmente por Pedro Madruga.[1] Lejos
de cumplirse la última voluntad de D. Álvaro, que era restituir la ciudad de
Tuy, La Guardia
y los demás señoríos a sus legítimos dueños consiguió co hábiles industrias del
Rey Enrique IV el título de Vizconde de Tuy, según escribe Sandoval y siguió
ejerciendo su dominio temporal sobre nuestro Concejo y cotos de La Guardia y de otros pueblos
del obispado, en donde se distinguió por las múltiples vejaciones con que
señaló su paso por estas regiones desventuradas. Refiriéndose a las venganzas
de éste en la comarca de Ribadavia dice Vasco D’Ponte que: “como sabía que la
condesa de Ribadavia se avenía mal con los suyos por las sinrazones que les hacía, y que ellos algo revelaba, la Condesa envió por el
sobrino, el cual se fue para ella, y luego hizo matar a unos y a otros cortar
pies y a otros prender, y prendió al Abad de San Clodio, trájole por la villa
de Ribadavia encima de un asno y con una
rista de ajos al pescuezo y allí cortó la cabeza a Diego Sarmiento”.
Conociendo
Madruga que los Hermandinos no habían de ser más benignos con él que lo habían
sido con su hermano D. Álvaro en Tuy, al ver que toda la Comunidad estaba contra
él y sus fortalezas derrocadas, huyó con gran número de sus parientes y
partidarios a Portugal, donde dándose a conocer a familias distinguidas y al
Rey de Portugal, este le casó con D.ª Teresa de Tábora, distinguida señora de
aquel reino, hija de Álvaro Páez de Tábora. Desde Portugal púsose D. Pedro en
relación con el Arzobispo de Santiago D. Juan Pimentel, hermano del Conde de
Benavente y con otros señores gallegos, a quienes los Hermandinos habían echado
de sus tierras y destruido sus fortalezas y con su auxilio y, sobre todo con el
de muchos caballeros portugueses, llegó a unir hasta cien lanzas y dos mil
peones poco más o menos. Al frente de estas fuerzas D. Pedro Madruga atravesó
la frontera por la plaza de Camiña y cayó sobre los sublebados, que le habían
salido al encuentro, con tal celeridad y energía que, a pesar de su
superioridad numérica, pues serían de cuatro a cinco mil hermandinos “los
venció, prendió, firio y mató a cuantos quiso”, y siguió avanzando hacia
Pontevedra y Santiago, siempre con igual y ventajosa suerte, consiguiendo
reintegrar a D. Juan Pimentel y al Arzobispo D. Alonso Fonseca en el dominio de
sus ciudades y señoríos.
No
es preciso referir que la ciudad de Tuy, el Concejo de La Guardia con su coto y alfoz,
y otros lugares del obispado de Tuy cayeron de nuevo con este motivo bajo el
dominio del usurpador Madruga.
La
sublevación de los Hermandinos en Galicia terminó sin obtener los resultados
prácticos y permanentes que se esperaba por las exageraciones de muchos y las
mezquinas pasiones que en el movimiento popular se ingirieron.
Declarada
en 1474 la guerra entre los reinos de Castilla y Portugal, con motivo de las
aspiraciones de D. Álvaro V, monarca de esta nación, al trono que ocupó en esta
fecha doña Isabel II la
Católica , viose de nuevo Galicia envuelta en los horrores de
la guerra civil, porque, si bien el Arzobispo de Santiago y casi todos los
señores feudales gallegos reconocieron de buena voluntad las cualidades de la
magnánima Isabel, no faltaron sin embargo, quienes siguiesen el partido
contrario, como por ejemplo D. Pedro Álvarez de Sotomayor que en la comarca que
se extiende desde La Guardia ,
Tuy, Salvatierra y Sobroso, hasta Pontevedra y Padrón. En el Norte de Galicia
Pedro Pardo de Cela, abrazó la causa de la princesa D.ª Juana la Beltraneja , hija legal
de Enrique IV y sobrina de Alfonso V. D. Pedro Madruga, por las muchas
relaciones que tenía en Portugal se declaró acérrimo defensor de las
aspiraciones del monarca lusitano, haciendo que, en los estados que de grado o
por fuerza seguía su bandería, se reconociese por reyes a D. Alfonso y D.ª
Juana. Con el apoyo de algunas tropas lusitanas que traspasaron el Miño, obligó
a la ciudad de Tuy, villa de La
Guardia y cotos de Tomiño y Goyán que permaneciesen por D.
Alfonso y D.ª Juana, mientras que el Alcalde Pedro de Mendaña y el capitán
Chichorro se apoderaban de Bayona y su comarca. Cayó también D. Pedro sobre el
monasterio de Santa María la Real
de Oya, sujetándola a su dominio, apoderándose previamente del antiguo Castro
situado en el monte
inmediato, desde donde domina no solo la comarca de Oya, sino también la vía
romana que conducía a Bayona.
Sobre
los muros de nuestra villa y en la torre de homenaje, donde está ahora colocado
el reloj público, izábase la bandera lusitana. ¿Estuvo entonces durante algún
tiempo el Rey de Portugal dentro de los muros de La Guardia acompañando a la
infanta, para tratar allí de los socorros necesarios con que resistir a los
enemigos de su causa? Hemos hallado en algún autor referencias a esta venida de
los monarcas a La Guardia ,
las que, por lo incompletas no nos atrevemos a reproducir esperando la ocasión
propicia de poder ampliar estas noticias. V. Galicia Diplomática, pág.174.
Recompensó
desde luego D. Alfonso V de Portugal los servicios de don Pedro Madruga,
reconociéndole el título de Vizconde de Tuy que D. Enrique IV le había
concedido, haciéndole además merced del Condado de Camiña y honrándole también
con el tratamiento de DON que usó desde entonces.
Poco
después de estos sucesos, hacia 1456 cayó el señor de Sotomayor en poder del
Conde de Benavente, en Padrón. Desde aquí éste le condujo prisionero por la
antigua estrada de Iria a Redondela y desde esta villa a Vigo, Bayona,
trayéndole por la antigua vía romana desde frente a la villa de Bayona, por el
Burgo, hasta llegar a las Rivas del Miño en el distrito de La Guardia y desde aquí por
la vía fluvial de Tabacón, Goyán y Tomiño a Tuy, de aquí hasta Ribadavia,
Orense y Benavente. Allí estuvo el Conde de Camiña preso más de un año hasta
que obtuvo su libertad, merced a cierto canje de prisioneros entre castellanos
y portugueses.
Aprovechó
esta oportunidad el Arzobispo de Santiago, unido al Conde de Monterrey para
conseguir recuperar los estados que el Vizconde de Tuy le había usurpado, y
para afianzar el dominio de los Reyes Católicos en los pueblos que en Galicia
permanecían bajo el dominio de Alfonso V de Portugal. En casi toda Galicia lo
consiguió, pero en nuestro concejo de La Guardia y en los cotos de Goyán, Tomiño y en la
ciudad de Tuy siguió ondeando la bandera de éste, porque si bien los esfuerzos
de D. Alfonso de Fonseca auxiliado por el general de la Armada castellana D. Ladrón
de Guevara; consiguió librar a Bayona del monarca lusitano, y los vecinos de
esta villa, cayendo sobre Santa María de Oya, fortificaron su monasterio para
que les sirviese de punto de avanzada y defensa contra las incursiones de los
partidarios de Pedro Madruga, no consiguieron llegar a La Guardia y plantar en sus
muros la bandera castellana.
Y
al recobrar D. Pedro Madruga su libertad, no se contentó con estar a la
defensiva sino que, con todo el rencor que había acumulado en su pecho durante
el año de prisión; inmediatamente se presentó en la comarca de La Guardia y con su
característica energía y actividad, empezó a hostilizar a los que se creían ya
en octaviana paz.
Apoyado
en efecto por sus amigos los lusitanos y en las plazas de la frontera
portuguesa del Miño, y a fin de tener franco el paso por las antiguas vías
romanas de La Guardia
a Bayona y por el valle de las Tebras, lo primero que hizo fue caer sobre el
Monasterio de Oya, destruyendo sus fortificaciones y restaurar en parte la
fortaleza de Tebra, y con los elementos de que pudo disponer puso a raya a las
fuerzas castellanas de Bayona. Sucedió esto el año de 1478.
Cayó
después sobre García Sarmiento, señor de Sobroso, frente a cuyo castillo
construyó el de Picaraza, derribó los torreones de Puente Sampayo, cerca de
Pontevedra edificó el castillo de Cotovad. Conquistó más tarde el castillo de
Castrizán, hoy nuestra Señora de la
Peneda frente a Sotomayor, y de esta manera D. Pedro Madruga,
sin descanso ni reposo, perseguía incesantemente a sus enemigos, sirviéndole de
base para sus operaciones las plazas de Salvatierra, Tuy y La Guardia.
Todo
esto hacía imposible la vida en nuestra comarca, ya por las fatigas y empresas
militares en que traía envueltos a nuestros pacíficos antepasados, ya por las
gabelas pecuniarias y servicios personales a que les obligaba.
La
dureza de D. Pedro Álvarez de Sotomayor con los habitantes del distrito de Tuy
y cotos pertenecientes a su jurisdicción llegó al extremo de no respetar las
comunidades y fuero de los eclesiásticos. En vano alegaban éstos los
privilegios del Derecho y la Bula Pontificia
otorgada por Eugenio IV, a petición del venerable Obispo de Tuy D. Luís de
Pimentel contra los atropellos del antecesor de aquel D. Álvaro Páez de
Sotomayor, pues, D. Pedro Madruga obligaba a los sacerdotes a tomar las armas,
a recomponer las murallas de Tuy, Tebra, La Guardia , Oya, etc., a hacer guardias y otras
duras faenas impropias del carácter sacerdotal. Si esto hacía con los
eclesiásticos, peores eran las gabelas con que tiranizaba a los seglares.
A
esto debemos agregar que la mayor parte de la gente que traía consigo D. Pedro
Madruga era de lo más criminal. De ello nos da testimonio Vasco D’Ponte cuando
escribe que “en el tiempo de Carnoces con cartas firmadas del Rey D. Fernando y
Doña Isabel con sus capítulos hechos para poner Alcaldes de Hermandad para que
persiguiesen los mal fechares que andaban por el reino quebrando los caminos
para los prender y después arrastrarlos… El Conde de Camiña catándose de lo que
después acaeció decía y mandaba decir que todos
los mal fechares se presen para él, y muchos juntó consigo”.
De
este modo el nombre de Pedro Madruga era la eterna pesadilla de nuestra
desventurada región. Pero la energía y hábil política de los Reyes Católicos
vino a remediar esta triste e insoportable situación.
[1] En
esta revuelta popular creemos que fue derribada la torre y fortaleza de Santa
María de Tebra, propiedad de la Casa Suárez
de Deza que tuvo el señorío del valle de Tebra. Dña. Juana (la Loca ) en Real Cedula autorizó
la reedificación de esta fortaleza.
[2]
Llamándole Pedro Madruga por que madrugaba mucho, cuando facía sus
cabalgaduras. Vasco D’Ponte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario