Más allá de la coincidencia buscada en las convocatorias electorales a los respectivos parlamentos de Galicia y Euskadi, Galicia ya había sido, a finales del siglo XIX, el insospechado escenario del despertar de la conciencia nacional vasca.
Estado ruinoso en el que se encuentra actualmente el edificio de los
jesuitas en Camposancos. — Lalo R. Villar
Los primeros balbuceos del nacionalismo
vasco se habrían producido entre los ahora abandonados muros de piedra de la
antigua institución de la parroquia guardesa. La tradición abertzale afirma que Sabino Arana recibió la «verdad nacionalista» de su hermano
Luis, con el que cofundaría el PNV en un Domingo de Resurrección de
1882. Y esa verdad era fruto de la iniciática influencia que Luis Arana había
recibido durante el curso 1880/81 en un singular experimento jesuita para la
educación de las élites españolas en Galicia.
La «revelación» nacionalista del mayor de
los Arana, que transformaría el horizonte político de Euskadi, le llegó en el
desaparecido colegio Santiago Apóstol que los jesuitas regentaban en
Camposancos, cerca de la frontera con Portugal. En ese vetusto edificio, ahora
en ruinas, habían ensayado luego los miembros de la Compañía de Xesús un
proyecto educativo del que surgirían años después las universidades de Deusto y Comillas.
La «revelación» nacionalista del mayor de
los Arana, que transformaría el horizonte político de Euskai, le llegó en el
desaparecido colegio Santiago Apóstol que los jesuitas regentaban en
Camposancos, cerca de la frontera con Portugal. En ese vetusto edificio, ahora
en ruinas, habían ensayado luego los miembros de la Compañía de Xesús un
proyecto educativo del que surgirían años después las universidades de Deusto y Comillas.
La familia Arana Goiri. Sabino con la
madre y Luis, con el padre. — CEDIDA
«Luis Arana abandona las convicciones
carlistas durante su estancia en Galicia, donde se prepara para ingresar en
Arquitectura», afirma el escritor Javier Corcuera en su obra Historia del
nacionalismo vasco nos sus comienzos. «Luis transmitirá a su hermano pequeño,
Sabino, la nueva concepción política que tanta importancia
estaría llamada a tener en la posterior historia de España», añade Corcuera.
El estudiante Luis Arana que recala en
Galicia pertenece a una familia acomodada de Vizcaya que simpatiza con el
carlismo, hasta el punto de verse obligada a exiliarse en Francia durante tres
años. La tercera guerra carlista que azota España de 1873 a 1876 fue,
por una parte, un conflicto dinástico que enfrentó los partidarios del nieto
del pretendiente don Carlos por el derecho al trono, con los gobiernos de
Amadeo de Saboia, la I República y Alfonso XII, pero, por la otra, era también
una pugna entre la sociedad conservadora del antiguo régimen y el incipiente
liberalismo.
La casa familiar de los Arana. — CEDIDA/Fundación Sancho el
Sabio
La derrota del carlismo supondría un
castigo para las provincias de Guipúzcoa, Vizcaya y Álava, aliadas con el pretendiente rebelde, que pierden sus
peculiaridades forales, con zonas francas eximidas de pagar tributos a la
Corona.
Luis Arana llega al colegio de Camposancos marcado por el estigma de esa derrota y busca en el profesorado jesuita respuestas para su desamparo ideológico.
El joven Luis Arana Goiri. — CEDIDA
"Los jesuitas representan en la España de esa época una burguesía que
rechaza el cambio que sobreviene a la guerra carlista y que propicia, por
ejemplo, un primer y falido experimento republicano", comenta un portavoz
de la Fundación Sabino Arana. "Una de las cuestión clave de aquel tiempo
era el sentimiento de pérdida de los principios católicos que habían regido
tradicionalmente la sociedad española. La influencia recibida por Luis Arana en
su estancia en Galicia es mencionada en las memorias de su hermana Paulina, y
confirman que fue en el colegio de A Guarda donde Luis Arana se inició en el
nacionalismo", admite la Fundación.
Con la derrota carlista se esfuma la llegada de un régimen que conserve las
esencias religiosas, políticas y sociales de la España tradicionalista, y los
jesuitas ocupan ese vacío, proporcionando a los huérfanos seguidores de don
Carlos la idea de salvaguardar esos valores en los territorios afines al
carlismo.
Luis, Arana, el segundo de la fila de la
izquierda, entre los miembrosl del Bizkaia Buru Batzar de 1895. — CEDIDA
En los años en que Luis Arana llega al colegio de Camposancos, el concepto
de patria vasca comienza a verse por un sector de los jesuitas como guardiana
de los valores tradicionales frente a la España liberal. Luis Arana abraza esa
nueva ideología nacionalista que le permite recomponer los restos de su
naufragio ideológico y familiar.
El colegio de A Guarda era uno de los cuatro centros de élite que los
jesuitas regentaban en España en el siglo XIX. En ellos se educarían los
jóvenes del alta burguesía conservadora española, que procuraba seguridad moral
y doctrinal para sus hijos, mientras los de la clase dirigente liberal lo hacían
en la Institución Libre de Enseñanza.
En Camposancos estudiarían, con todo, figuras singulares de esas dos
Españas, desde miembros de la familia Franco al nacionalista gallego Antón
Losada Diéguez o el presidente republicano Portela Valladares.
El diseño de la Ikurriña, por Sabino
Arana. — CEDIDA
El despertar nacionalista del mayor de los Arana es simbolizado por algunos
historiadores en una conversación que mantuvo con uno de sus profesores
jesuitas en A Guarda. El joven, que había negado ser un «mal español» a un
pasajero del tren que lo trajo a Galicia, con el que había discutido sobre los
foros vascos, mostró abiertamente sus dudas a su instructor en Camposancos.
— ¿Soy un mal español?
A lo que el profesor le contesta: "El problema no es que seas un bueno
o mal español. Es que no eres español".
Luis insertó en la "verdad nacionalista" a su hermano a la vuelta de su estancia en Galicia. Sabino Arana dejó por escrito el impacto que le causó: "¡Bendito el día en el que conocí mi patria, eterna gratitud a quien me rescató de las tinieblas extranjeras!". Una década después, los dos hermanos fundaban el PNV.
Retrato de Luis Arana. — CEDIDA
Luis, diseñador de la Ikurriña, se
mantendría como número dos del nacionalismo vasco hasta la muerte de Sabino en
1903, que lo proyectó en 1908 a la Presidencia del PNV, en el que mantuvo una radical militancia independentista que
lo enfrentó a los sectores más moderados y autonomistas del partido. En 1936,
se declaró en contra del Estatuto de Autonomía vasco y de la participación del
Gobierno de Euskadi en el bando republicano en la Guerra Civil, que consideraba
«un problema de españoles».
El experimento de los jesuitas para una educación de élite en Camposancos
abriría años después el camino a las universidades de Deusto, en Bilbao, y la
Pontificia de Comillas, en Madrid. El edificio del antiguo colegio guardés se
convertiría en la Guerra Civil en un terrible campo de concentración conocido
como "la puerta del infierno". Desde hay un buen manojo de años, se
encuentra en ruinas. Tras una fallida operación inmobiliaria del exfutbolista
Valeri Karpin en 2006 para construir una urbanización de lujo que la crisis
paralizó, el edificio se incluyó el año pasado en el listado rojo del
patrimonio en España.
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