Rvdo. P. Elias Reyero, S.J.
Mi querido y muy respetable amigo:
Por casualidad han llegado a mis manos los números del Diario de Galicia correspondientes a los días 2, 3, 7, 9, 11 y 13
del corriente Julio, y quedé gratamente sorprendido con sus notas, mejor dicho,
con sus estudios concienzudos sobre la expulsión de sus hermanos en religión,
los Padres de la Compañía de Jesús, que habitaban en los Colegios de Galicia,
realizada por Carlos III en el siglo XVIII.
Ser cosa de V.R. y hablar de nuestro
pasado histórico y en un asunto que tan de cerca nos toca a los hijos de La
Guardia, eran tres alicientes poderosos para que yo las saborease con deleite,
por las bellezas literarias y primores con que V. R. Sabe revestir sus
pensamientos: con admiración, al ver que V. R. Roba tiempo al descanso
necesario y sabe encontrar lugar para estos estudios, en medio de las fatigas
de sus ministerios sacerdotales y de la laboriosidad social a que de lleno
consagra su vida.
Grandes son los talentos con que el
Señor enriqueció a V.R. para esta clase de estudios, según lo acreditan su
voluminoso libro recientemente publicado sobre el P. Tirso González,
esclarecido varón apostólico y Propósito General de la Compañía de Jesús y su
afortunada disquisición sobre el autor de los himnos de las fiesta del Apóstol
Santiago, amén de otros trabajos que, según me aseguran, tiene V.R. en
preparación.
Por todo ello yo le envío mi
felicitación más sincera y entusiasta. Y si mis palabras pueden estimularle
para que continúe en estas labores, dígnese oírme y atenderme, que mucho
podremos agradecer a V.R. las personas amantes de nuestro pasado histórico,
desgraciadamente hoy desconocido y por ende inapreciado.
Concretando ahora esta carta al
asunto en que ocupa V.R. sus últimos escritos, voy a permitirme reproducir en
esta sus palabras concernientes a La Guardia, para que, archivándose en las
columnas de La Voz del Tecla sean
leídas por mis paisanos.
Dice así V.R. hablando del Colegio
de Pontevedra:
«Componían
la Comunidad de Pontevedra 15 sujetos, de ellos eran sacerdotes los diez y
hermanos coadjutores los cinco restantes. Entre los primeros se contaban en los
años anteriores, y es de suponer que continuarían lo mismo, cuatro los hermanos
Aguirre, Araujo, Gómez y Gutiérrez.»
«El P. Antonio Mogueimes era natural de La Guardia (Pontevedra), y
entró en la Compañía, donde hacia tres años que ingresara su hermano Jerónimo
Vicente, en 1751. Uno y otro hermano hicieron la profesión solemne, y entrambos
vinieron a morir en Bolonia en 1771 y 1793 respectivamente. De La Guardia eran
también el P. Luis Meneses, fallecido en Salamanca en el año 1748 a los 52 años
de su edad y 39 de Religión; el hermano Rosendo González, coadjutor que también
falleció en Bolonia a los 62 años de edad y 41 de Compañía; el P. Cristóbal de
Orduña que vino a morir a España a los comienzos del siglo XIX a los
cincuenta tantos años de edad; el
hermano Francisco García, coadjutor, ingresado en la Orden a 27 de Octubre de
1619; el hermano Santiago Rodríguez, estudiante que entró en la Provincia de Andalucía,
a los 18 años en 1751 y murió dos y medio más tarde en Carmona, dejando fama de
santo entre los que le conocieron. Se escribió su elogio. De El Rosal cerca de
La Guardia eran naturales los hermanos coadjutores Sebastián del Pino y Juan de
Soto. El primero murió en Orense en 1766 a los 65 de su edad y 43 de vida
religiosa, y la muerte del segundo acaeció en 1802 a los 60 de edad y 40 de su
ingreso en la compañía.»
«Esta singular abundancia relativa de jesuita naturales de aquel
rincón de Galicia, al que vea las cosas a través del prisma de la divina
Providencia, le hará sin duda pensar si habrá relación entre ese hecho y la
fundación en La Guardia por la moderna Compañía de Jesús, del colegio del Santo
Apóstol, único de la orden existente hoy por hoy en Galicia.»
En este escrito, me da V.R. noticias de Padres paisanos míos,
bautizados en la misma pila donde yo recibí las aquas bautismales, pero con la
particularidad de que algunos de estos eran ya conocidos para mí, al mismo
tiempo que veo falta la relación de otros que también fueron inicuamente
extrañados de España mediante aquel injusto ucase dictado por las logias a
Carlos III.
Habla V.R. de un hermano Rosendo González fallecido en Bolonia a los
62 años, ¿Será este el P. Rosendo González Portela, perteneciente a la familia,
que nació en la Guardia en 5 de Marzo de 1727? Yo lo juzgaba sacerdote.
Yo no tengo la menor noticia de los hermanos Francisco García,
coadjutor y del estudiante Santiago Rodríguez, y he de agradecerle de todo
corazón me facilite cuántas noticias posea sobre ellos, pues me interesa
conocer detalladamente sus personalidades.
Acerca del P. Luis de Meneses y Araujo, nacido en nuestra villa en 18
de Octubre de 1693, y Rector que fue del Colegio de Salamanca, tengo una muy
devota y ejemplar Carta de edificación, que revela las grandes prendas de este
Padre.
Dos son los padres que V. R. Omite en su relación; el P. Ramón Orduña
y Losada, hermano en sangre del P. Cristóbal de Orduña, por V. R. Mencionado,
que murió accidentalmente en Lisboa en 1801 y no en España con V.R. dice.
Este Padre Ramón Orduña Losada nació en La Guardia el 22 de Agosto de
1732. Enseñaba Lógica en el colegio de la Compañía en Santander cuando le
sorprendió el decreto de expulsión.
Vivió en Calvi (Italia) algún tiempo con sus energía, pidió la
dimisión de la orden, siendo el primero que así se apartó de su madre la
Compañía, ignorándose el año y lugar de su fallecimiento.
Otro padre por V.R. omitido es el P. Francisco Antonio Martínez y
Martínez. Nació este padre en 20 de Junio de
1734 en La Guardia. Ingresado en la Compañía de Jesús ejercía su
ministerio en la actual República de Perú, donde le halló el decreto de Carlos
III.
Trasladado a Italia, allí le sorprendió el breve pontificio de
Clemente XIV, y en vista de esto se puso en camino para su patria juntamente
con el P. Cristóbal de Orduña, habiendo sido ambos asignados como sacerdotes
seculares al clero parroquial de esta villa en 22 de Noviembre de 1798.
Ambos eran los restos sobrevivientes de la inicua persecución
comenzada en 1º de abril de 1767 por el filosofismo, el Regalismo y la
Masonería.
El P. Francisco Martínez falleció en la Guardia el 16 de abril de 1816
y fue sepultado en el presbiterio de nuestra parroquia al siguiente día; allí
reposan sus cenizas.
De este Padre conservo, como reliquia apreciada, el pequeño crucifijo
de bronce que le acompañaba en su destierro.
De la influencia que los padres Jesuitas ejercieron en la piedad de
nuestro pueblo nos queda un testimonio en las imágenes de S. Ignacio de Loyola
y de S. Francisco Javier, que hace aun pocos años recibían culto en el altar de
la capilla mayor de nuestra parroquial, y las múltiples imágenes estampadas y
las hojas con el exorcismo del S. Ignacio que se conservan aún en algunas casas
particulares. Del siglo XVIII es un ejemplar del libro Incendios del P. Loyola
y la novena al Corazón de Jesús inspirada por el P. Hoyos, libritos
contemporáneos al grandioso relieve del Divino Corazón colocado en aquel altar
cuando la famosa misión del P. Calatayud en 1754.
Tales son, amigo, P. Reyero las consideraciones que me sugirieron sus
artículos.
Dígnese recibir el reiterado testimonio de mi aplauso y admiración.
Que Dios, N.S. de a V.R. muchos alientos para seguir trabajando en todos los
órdenes, y sabe es siempre de V. R. Afmo. Amigo y sumiso capellán.
Juan Dominguez Fontela.
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