Bayona –
Castillo de Monte-Real
(LA VOZ DEL TECLA, 23 de Enero
de 1915)
I
Panorama visto desde Silleiro.-El
viajero que en encantadora mañana de abril recorra la costa atlántica desde La Guardia a Bayona
encontrarase, apenas haya dado espaldas a las Mariñas de Mougás y alcanzado las
alturas de la carretera en las proximidades de Baredo, con un paisaje, que
absorbe por completo su atención. Encontrará, a la derecha mano, los verdes
campos de Baredo, la roca donde se yergue como señora de los mares la colosal
imagen de la Reina
de los Cielos, la gigantesca mole de la fortaleza de Monte-Real coronada de
maravilloso castillo, las encantadoras campiñas de Nigrán; de frente la
parduzca sombra de Monteferro, las Estelas que semejan dos oasis en medio de
ancha y líquida llanura, las playas del Morrazo; a la izquierda las renombradas
islas Cíes con su potente faro de luz blanca y giratoria y el cabo Silleiro
también con su foco de luz fija; y bajo sus mismos ojos, ocupando el espacio
abarcado por los objetos que acabamos de enumerar, el Atlántico que semeja en
el mencionado mes un anchísimo lago cuyas aguas son diariamente cortadas por la
tajante quilla de miles de pesqueras embarcaciones acumuladas allí por el
atractivo de la abundante pesca.
Pero, apartemos con sentimiento de
nuestra alma la vista de tal cuadro para continuar la marcha y encaminarnos a
Monte-Real, a aquel mismo monte que tan poderosamente detuvo nuestra atención
desde las alturas de Cabo Silleiro.
II
Monte-Real.- Ya estamos en él. En
efecto: a los cuatro kilómetros de Cabo Silleiro y por una carretera en
inmejorables condiciones de conservación, gracias al Sr. Urzáiz, se llega al
paseo de La Palma ,
en Bayona, y a la terminación de dicho sitio de esparcimiento sombreado todo él
de altísimos álamos y chopos, se toma un camino que da acceso a la antigua
fortaleza de Monte-Real, así llamado en memoria de los reyes católicos de
España, Fernando e Isabel, y propiedad hoy de la señora Marquesa del Pazo de la Merced , viuda de Elduayen.
Apenas el curioso visitante provisto de tarjeta salvo-conducto ha rebasado en
primera puerta comienza a subir a lo largo del lienzo del baluarte llamado “La
media luna” donde topan sus ojos con un escudo terminado en corona ducal y
ceñido por una franja de castillos y leones, y el centro decorado con un grupo
de seis árboles, se lee la siguiente inscripción:
Reynando nuestro señor Carlos
segundo, año de de mil seiscientos setenta y seis; siendo Gobernador y Capitán
general de este Reyno y Ejército D. Iñigo Melchor Fernández de Velasco y Tobar;
segundode este nombre, y onceno Conde, estirpe de Castilla y de León, Camarero
Mayor del Rey, Copero Mayor y su Contador Mayor.
Pasado ya este baluarte, y a contados
pasos, aparece la monumental puerta de la entrada al Castillo. Sírvela como la
cimera a dicha puerta una piedra de armas con el escudo de los Austria. Tendiendo
la vista a ambos lados de esta puerta podrás admirar un baluarte llamado del
Reloj, la puerta denominada del Sol, los restos de una casa de alfeizares
góticos y almenada torre, la antigua casa del Gobernador de la plaza, las
ruinas de un convento perteneciente a la orden Seráfica, la célebre torre del
Príncipe donde la actual propietaria iza la bandera gualda y roja durante los
días que permanece en su señorial mansión, la espaciosa cisterna construida
toda ella de soberbios sillares esmeramente labrados, el llamado pozo antiguo
al cual se desciende por una escalera de 56 peldaños. Por fin, después de vagar
en distintas direcciones que evocan a tu memoria tiempos de gloria para España,
darás, caro visitante, media vuelta en redondo para encaminarte al Castillo de
Monte-Real.
III
Castillo de Monte-Real.- Ahí tienes
el grabado del mismo ante tus ojitos curiosos, por su vitola podrás ya juzgar
que se trata de un palacio verdaderamente regio que sirve de cúspide a la
pintoresca Fortaleza. El autor de esta líneas que tuvo ocasión de recorrerlo el
pasado verano, en compañía de un ilustre cicerone, tornó a sus lares altamente
satisfecho de tanta belleza como en su interior atesora. Hay en el vestíbulo
ricos objetos de arte como tapices valuados en miles de duros, embarcaciones en
miniatura donadas por agradecidos al difunto Elduayen, cuadros de autores como
Murillo, Velázquez y otros tanto nacionales como extranjeros. Las habitaciones
obstentan el lujo de las mejores casas de la aristocracia española. La
biblioteca es riquísima en volúmenes, estando todos ellos en inmejorables
condiciones de limpieza y conservación. Las salas de recreo cautivan por la esplendidez
de su ornamentación tanto en muebles como en decorado de las paredes. El
comedor es una verdadera joya de arte, recordando su construcción la bóveda
ojival de una magnífica sacristía de un magnífico ex convento franciscano
derrumbado al golpe de la piqueta demoledora de los predecesores del
anarquismo. La capilla, de puro estilo gótico, es encantadora por el corte de
sus ventanas. Los balcones de este colosal edificio dan alcance a variados y
vistosos panoramas donde parecen hacer competencia los embelesos del cielo con
las maravillas del Valle Miñor.
En una palabra, y terminamos. El
lector de este semanario que no se halle acostumbrado a ver y palpar obras de
la opulencia española, rodeada de encantadores paisajes, tome el automóvil de
línea u otro cualquier vehículo, y provisto de un permiso que le es fácil
alcanzar en Bayona, diríjase a aquel pedazo de tierra rodeada de altos
murallones y cubierto todo de limpísimas almenas… y ya tendrá que contar entre
sus camaradas durante la presente estación los cientos de preciosidades que
tanto en Monte-Real como en su castillo haya visto y admirado.
NAUJ YER SAISELGI
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