domingo, 19 de marzo de 2017

ES SANTA TECLA, NO SAN REGO


Puesto que algunos historiadores, y de firma por cierto, llaman San Rego al monte de Santa Tecla, creemos estar obligados, nosotros más que nadie á desvanecer semejante error y á probar que nuestro querido monte, que ha dado nombre a nuestro semanario, se llama ahora, y se ha llamado siempre Santa Tecla, y no San Rego, como se ha escrito en algunas obras históricas.
Con elocuencia suma nos habla á favor de nuestro aserto la antigua ermita que bajo la advocación de Santa Tecla fué erigida en lo alto del monte, entre el Facho ó Perouquiño y el picacho llamado de San Francisco, sin que aparezca allí cosa alguna que referirse pueda á San Rego.
Según nuestro humilde entender, este cambio de nombre debió de efectuarse allá por el siglo XII, cuando España, en el apogeo de la gloria, arrojaba torrentes de luz sobre el mundo intelectual, siendo sus libros traducidos en casi todos los idiomas cultos de entonces.
Sobre todo eran muy buscadas sus obras científicas e históricas, y nada tiene de particular que al traducir alguna de las últimas que tratara de nuestro monte, escribieron San Rego por Santa Tecla, máximo teniendo en cuenta que antiguamente era más común el nombre de Santa Trega que el de Santa Tecla; y de Santa Tecla á San Rego fácilmente se escapa la pluma.
Vinieron los tiempos de nuestra decadencia, y así como antes de ella nuestras obras se traducían en toda Europa, desde entonces un aluvión de obras extranjeras invadió nuestra nación; y no es extraño que algún escritor al traducir cualquier obra histórica ó geográfica que tratara de Santa Tecla se encontrara con San Rego, y sin más estudio ni meditación importara el San Rego.
Que el San Rego es de importación extranjera no cabe duda alguna, y para que de ello se convenzan mis caros lectores, voy á copiarles, á continuación, un párrafo que por casualidad encontré en una obra portuguesa, “EN EL ARTE DE NAVEGAR” de Manoel Pimentel, editado en Lisboa el año 1819. Dice así: Na entrada do río Minho hay un monte alto, é direito, aberto por sima a modo de forcado, ó qual se chama ó monte de Santa Tecla, é nos roteiros Hollandeses erradamente San Rego, ó qual he bon sinal para coñhecer Caminha…
Si los escritores, que con tanta ligereza estamparon San Rego en sus libros, se hubiesen tomado la molestia de visitar el monte que iban á describir, é interrogasen á la tradición, fuente de gran valor para la historia, seguramente que no hubiesen cometido tal equivocación. En historia, como en muchas cosas, es necesario ser tradicionalista.

                                                           JULIO DE CASTRO

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