D. Nicolás Salgado
Rotea, párroco de
La
Guardia
(Fotógrafo José Benito
Rodríguez, La Guardia).
Desde
entonces quedó constituida la
Congregación de Hijas de María de La Guardia, con todos los
privilegios de que gozan las Congregaciones Marianas, si bien hasta el 14 de
diciembre de 1891, no fue agregada a la Archicofradía de las
Hijas de María, erigida canónicamente en
la Iglesia de
Santa Clara de Barcelona, unida, a su vez, a la Primaria de Roma,
establecida en la Basílica
de Santa Inés.
No es de extrañar que teniendo tan
santo origen, y por Patrona a la Santísima
Virgen, la
Congregación de las Hijas de María de La Guardia, siga floreciendo
lozana y vigorosa, hasta el extremo de que de treinta y una asociadas que eran
en un principio, pasen hoy de trescientas (año 1932) las que se hallan acogidas
bajo el manto protector de la Inmaculada
Concepción, sin que los ataques de tantos enemigos como la
han combatido, hayan sido capaces de perturbar la vida de la Congregación en los
sesenta y cinco años que lleva de existencia.
La primera imagen de que se valieron
las Hijas de María para tributar culto a la Reina de los Cielos, era la que desde tiempo
inmemorial se veneraba en la iglesia parroquial, y que era conocida por nuestra
Señora de la Concepción. Después
fue sustituida por otra comprada en Madrid, por la pequeña cantidad de ochocientos ochenta reales, en el año de
1879, y que sirvió durante algún tiempo para las principales funciones de las
Hijas de María, hasta que el buen hijo de La Guardia, D. Constantino Nandín Villafruela, en el
año de 1882, mandó de Méjico, donde residía, la hermosísima imagen con que hoy
puede enorgullecerse la
Congregación de Hijas de María de La Guardia.
D. Constantino Nandín
Villafruela.
Nació este hijo de La Guardia el 15 de
septiembre de 1825, apenas transcurridos los años de su infancia, pasó a formar
parte del número de emigrantes que de este pueblo salían frecuentemente para
Méjico, en donde se dedicó al comercio. Falleció en Querétaro (Méjico) el 12 de
septiembre de 1894.
Esta verdadera obra de arte costó,
ya en aquel tiempo, dos mil pesetas, y tiene además el mérito de haber sido
tallada por un notable escultor indio, en la ciudad de Querétaro, descendiente
de aquellos indios que tantas pruebas dieron siempre de fidelidad a nuestra
patria, pertenecientes a las indómitas tribus evangelizadas por los jesuitas en
sus célebres Misiones del Noroeste de Méjico, sobresaliendo las de la Baja California, gloria de la Orden y aún de España.
Este generoso donante entregó también
para adornar la imagen que había regalado, unos valiosos pendientes de
brillantes y un hermoso collar de perlas.
Las demás alhajas que posee la imagen
son, en su mayor parte, recuerdos cariñosos de piadosas Hijas de María, que no
se mostraron ingratas a los favores recibidos de la Reina de los Ángeles.
La corona de plata que posee fue
comprada por la
Congregación en 1876, habiendo costado quinientos cuarenta reales. Y el precioso estandarte de la Asociación, y que fue
bordado por un grupo de entusiastas Hijas de María, es de subido precio, pues
sólo de oro y seda se emplearon cuatrocientas ochenta y siete pesetas.
No hemos de hablar del artístico y
valioso manto de la Virgen
por tener igual origen, y estar aun muy reciente su reforma, a cuya obra son
contadas las jóvenes guardesas que no hayan contribuido con su óbolo a su
trabajo, dando así una prueba de amor a la Santísima Virgen.
Cuenta además con otros regalos hechos
por personas piadosas, en cumplimiento de solemnes promesas, y entre ellas
citaremos las de dos buenas guardesas, que aun lejos de la patria, en el
Uruguay una, y en la
Argentina otra, quisieron con ello demostrar su
agradecimiento a la Excelsa Madre
de las Hijas de María, por los favores de ella recibidos, no siendo el menor el
haber conservado el tesoro de la fe y la devoción a la Santísima Virgen,
durante el tiempo de la emigración, lleno siempre de peligros e inquietudes, y
en la que tantas se pierden y naufragan.
Imagen de la Purísima Concepción
regalada a la
Congregación de las
Hijas de María,
Por D. Constantino
Nandín.
Tiene
pues, esta Congregación 140 años de existencia.
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