(LA
VOZ DEL TECLA, N.º 136 – 29 de Noviembre de 1913)
Compónese esta dependencia de cuarenta
y ocho sitiales de hermosas maderas
entre las cuales figuran la caoba, el palo santo, el castaño de la India, el
ébano y otras piezas de gran valía. Allá en el fondo se destacan el órgano y el
facistol, verdaderas joyas artísticas. Se ha valuado el coste de la sillería y
columnas en once mil duros. Sobre la puerta de entrada distingue el visitante
el escudo de armas del Monasterio dividido en cuatro cuarteles, en el primero
de los cuales hay un castillo; en el segundo una higuera; en el tercero un
báculo abacial; y en el cuarto nueve A.A.
Según la explicación que se conserva
en un Tumbo de Simancas, parece que el uso de dichos atributos fué debido a lo
siguiente: Después de la desgraciada muerte del rey D. Favila por las garras de
un oso en la caza, doña Hermesinda, hija de D. Pelayo y hermana del dicho D.
Favila, le sucedió en la Corona por no quedar sucesión a D. Favila. Estuvo ésta
casada con D. Alfonso I, llamado el Católico, quien mereció tan honroso título
por su heroico valor y múltiples conquistas contra los sarracenos, que
aumentaron prodigiosamente las de la Fé
católica. Este valeroso y esforzado Rey, en torno de cuyo cadáver es
tradición que oyéronse cánticos angélicos, persiguió tenazmente a los moros,
tomándoles muchas provincias entre ellas las de Lugo y Tuy.
Fortificados los moros por ese tiempo
en el castillo y monte de Santa Tecla, junto a la villa de La Guardia, y los
cristianos que los perseguían dentro de los muros del monasterio de Oya,
después de varias correrías y escaramuzas suspendieron las armas y hostilidades
de una y otra parte por causa del invierno, haciendo treguas y pactos de que
para el tiempo de los higos nuevos
entregarían los moros a los cristianos la plaza y el castillo de dicho monte o
que la defenderían, y quedaría dueño y
señor de la tierra el que venciese.
Esperaban los moros para aquel tiempo
que les llegase u socorro de Africa; y como la Providencia protegía las armas
de D. Alfonso, hizo el milagro de que una higuera que tenían los cristianos en
el fondo de las murallas de la “Plaza de armas” produjese su fruto maduro y
sazonado a mediados de febrero. Llevaron un ramo de ellas con sus higos maduros
a los moros, dándole a entender que era llegado el tiempo de la pelea, los
cuales reconociendo con asombro el prodigio, dejaron libre el castillo de La
Guardia y monte de Santa Tecla pasando a Portugal, como antes lo habían pactado
y prometido.
Desde este tiempo tomó el Monasterio
por armas de su escudo el castillo para significar que era plaza fuerte; un
ramo de higuera con higos maduros para recuerdo del mencionado milagro; un
báculo abacial para mostrar la unión y subordinación a la Orden del Cister, y
además usó en uno de los cuarteles nueve A.A., para denotar los nueve Alfonsos
que ayudaron a su fundación, donaciones y uniones.
NAUJ YER SAISELGY
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