miércoles, 25 de febrero de 2015

(A GUARDA) Cerámica de Santa Tecla ( I ) por Dominguez Fontela, Faro de Vigo, 19.11.1938

Cerámica de Santa Tecla
Un hallazgo importantísimo
Juan Domínguez Fontela

De la Real Academia Española de la Historia

(Faro de Vigo, 19 de Noviembre de 1938)

I
Muy variados son los dibujos con que está ornamentados los restos de cerámica que hasta ahora se han hallado en las ruinas de los antiguos castros de Santa Tecla, en La Guardia. Todos ellos han merecido la atención de los arqueólogos que han visitado el Museo valiosísimo de la SOCIEDAD PRO-MONTE, y vienen a prestar abundancia de elementos para la cooperación al estudio de la cerámica ibérica y pre-romana.
Acerca de estos fragmentos se ha escrito muy poco, pues tanto el libro de don Julián López, titulado Una ciudad prehistórica desenterrada, como las tres monografías de don Ignacio Calvo de los años 1914, 1914 al 1922, y la de los años 1922-23 no consagran detenidas páginas al asunto de la cerámica incisa del Monte de Santa Tecla. Hácese preciso reproducir detallada-mente todos y cada uno de los dibujos inscritos en los restos que se han descubierto, y se vayan descubriendo, para darlos a conocer al mundo científico, a fin de que puedan ser estudiados y comparados con los de otras regiones y países.
La cerámica prehistórica de Santa Tecla tiene suma importancia, por la múltiple diversidad de dibujos, todos ellos geométricos, que aparecen incisos en los fragmentos de alfarería hasta ahora hallados. La materia prima de esta industria es generalmente pobre, de color negruzco producido por un sistema de cochura especialísimo, cuya elaboración ha persistido hasta nuestros días en algunos centros fabriles de estos productos, como p. e. en Santo tomé das Olas, cerca de Celanova, y en algunos puntos del Norte de Portugal. En algunas bodegas vinícolas del Rivero de Avia hemos podido ver diversa ánforas cuya materia prima, manufactura y ornamen-tación son características de la cerámica ibérica. En la fábrica de loza de Santa Cruz de La Guardia unos obreros portugueses preparaban también vasijas con el colorido y dibujos incisos propios de la misma arcaica labor. Son muy pocos los fragmentos de cerámica saguntina hallados hasta ahora.

Reproduce este dibujo el fragmento de cerámica recientemente halla-do en el Monte de Santa Tecla. Mide unos seis centímetros y medio de largo por cuatro de ancho. Formó parte de una vasija semejante a una amplia tartera probablemente de fondo o base ligeramente cóncava. Su diámetro fue grande, como lo demuestra la escasa curvatura de las superficies de este fragmento. No fue labrado a torno, pues no aparecen vestigios de regularidad en las caras cóncava y convexa del mismo.
El barro con que está hecho es de una pasta de color gris oscuro, plomizo, en la que aparecen sembrados fragmentos menudísimos de mica. Tiene ambas superficies enrojecidas por la acción del fuego inmediata a la fabricación. En ambas superficies penetró la cocción del horno hasta unos dos milímetros. Su grueso total es de unos ocho milímetros.
Como ven nuestros lectores sobre una línea recta están dibujadas, o mejor dicho, incisos unos semicírculos dobles concéntricos montados sobre aquella línea por el lado convexo de éstos. En el punto de contacto o enlace de estos semicírculos álzanse unos triciclos concéntricos que sirven de bases para las cruces. Estas son de factura griega, es decir de brazos iguales. Estas cruces están formadas por doble línea. La irregularidad de sus incisiones sobre el barro a conocer que fueron hechas sin esmero, mediante un instrumento de madera o metal adecuado para imprimir una por una estas incisiones. Es, pues, una técnica rudimentaria y arcaica. Tiene cada cruz 15 milímetros de alto y brazos.

Este segundo fotograbado lo presen-tamos para que se vea de lleno el dibujo del fragmento y, su desarrollo alrededor de toda la vasija.
La cerámica con la figura de la cruz es muy rara, a pesar de ser un elemento de ornamentación muy sencillo. Ni en las excavaciones de las antiguas ciudades de CITANIA (1) y de SOBROSO, en Portugal, ni en las ruinas de Santa Tecla se halló hasta ahora entre los objetos de cerámica esta figura que es sagrada para los cristianos, como símbolo de nuestra redención.
Tiene, por lo tanto, sumo interés el hallazgo de este fragmento para el estudio de la cerámica ibérica, la cual se ha convertido desde algunos años acá en una de las más importantes cuestiones de la Arqueología española. Este descubrimiento constituye un nuevo y valioso elemento que agregar al rico tesoro cerámico de nuestro Museo de Santa Tecla.
(Continuará)

(1)Ya que la ocasión se presenta, queremos aprovecharla para insistir una vez más en la afirmación toponímica de que la voz CITANIA es un nombre propio, individual y exclusivo de de la ciudad prehistórica de este nombre en la comarca de Guimaraes, en Portugal. El querer convertir en nombre común de toda ciudad destruida y despoblada, por la acción milenaria del tiempo, y recientemente descubierta, es un neologismo anticientífico, como he demostrado antes de ahora. En mi apoyo quiero reproducir las palabras que escribió el finado arqueólogo don Ignacio Calvo en la Memoria de 1915: “No obstante mi condescendencia con la aplicación del nombre “Citania”, no estoy conforme en que se aplique a estas ruinas de población, especialmente en España, donde hay palabras que encajarán perfectamente para esta clase de ruinas, como las de castros, despoblados, ciudades muertas, etc.
El señor Mario Cardozo, ilustre arqueólogo portugués, en su luminosa monografía recientemente publicada con el título “citania e Sabroso”, viene a darme explícitamente razón en este mi modo de opinar.
El sabio Menéndez Pelayo, hablando de las ruinas semejantes a las de Santa Tecla descubiertas en los valles de los ríos Lima, Neiva y Ancora, del Noroeste de Portugal, dice que llevan el nombre genérico de “a cidade” y el de “o castro”.
Léase mi artículo “Citaniaas, No. Un error toponímico” publicado en el Boletín de la Comisión de Monumentos de Orense, Tomo VII. 

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