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obligado para todo turista que viene a Vigo es el monte de Santa Tecla, en La Guardia. Las bellezas
encantadores que desde su cima se disfrutan y los descubrimientos arqueológicos
que allí vienen realizándose, y que ya dieron por resultado el hallazgo de una
ciudad pre-romana, son motivo para constante peregrinación de gentes de todas
las clases sociales, españolas y extranjeras, que allí acuden en busca de
emociones estéticas y ávidos de conocimientos prehistóricos.
Dedicada
esta obra a dar a conocer la ciudad de Vigo en el actual momento histórico,
creemos de justicia y necesidad consagrar unas líneas a este rincón de Galicia,
ya que hoy, mediante la corriente humana que al monte de Santa Tecla afluye,
podemos considerarle como elemento integrante de las bellezas de nuestra
ciudad.
Está situado Santa Tecla sobre la desembocadura
del Miño. Es un monte completamente aislado, sin encadenamiento ostensible con
las sierras meridionales de los Pirineos galaicos. Su altura es de 314 m . sobre el nivel del
mar. Antes destituído de toda vegetación, hoy constituye una de las estaciones
forestales más bellas y exuberantes de España, pues la floreciente “Sociedad
Pro-Monte Santa Tecla”, con la generosa e ilustrada cooperación del culto
Ingeniero de montes Excmo. Sr. D. Rafael Areses, ha plantado allí un centenar
de miles de árboles de variadas clases, que dan a aquellas cumbres y a sus
faldas y vertientes un aspecto verdaderamente deslumbrador. No es ya Santa
Tecla una sierra áspera, descarnada, inhabitable; es un amplio parque lleno de
flores, arbustos y árboles que, a la vez que perfuman y sanean el ambiente,
convierten en deleitable mansión para el que allí sube. cruzado por espaciosa
carretera, anchos senderos y escalinatas que conducen a varias plataformas y
altos miradores, todo allí convida al turista a hacer agradable la estancia. El
agua corre abundante por las fuentes instaladas por la mentada Sociedad. Desde
aquellas alturas todo es variedad en el paisaje. Las campiñas portuguesas y
gallegas extiéndense inmensas y exuberantes a uno y otro lado del Miño. Las
villas de Camiña y La Guardia ,
tendidas risueñas al pie del monte y la multitud de aldeas y caseríos
esparcidas por aquellos valles dan al panorama un aspecto majestuoso, pero
sobre todo la grandiosidad del Atlántico, agitadas constantemente sus aguas, y
cruzado sin cesar por embarcaciones de todo tonelaje, completan el grandioso
espectáculo que se ofrece a la vista.
Es, verdaderamente, Santa Tecla un parque
majestuoso, rodeado del más bello de los horizontes, donde la Naturaleza palpita con
todos sus bríos, entre las brisas de la fronda propia, el yodado aire de las
aguas oceánicas y los perfumes de las flores silvestres mezclados con las
seleccionadas de los jardines y el ambiente refrescante de los pinos, bajo los
trémolos áureos del Sol espléndido que allí se disfruta en los días serenos y
sin nieblas.
Sólo subiendo a aquellas alturas puede uno darse
idea de lo grandioso de las facetas de este conjunto armónico de bellezas
naturales.
continuara...
Juan Domínguez Fontela
Chantre de la Catedral de Orense
De la Revista VIGO EN 1927
Editorial P.P.K.O. (Vigo)
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