Tócanos hoy un recuerdo a la memoria de Dña.
Vicenta R. Cachada. No nos proponemos su biografía ni datos referentes a la
fundación que a ella se debe, pues no está lejos el día en que con más razón
que hoy podamos hacerlo.
Pero al proponernos publicar algunos retratos de
aquellas personas que de alguna manera se han interesado por el progreso moral
y material de nuestro pueblo, debemos dar preferente lugar al de esta señora
distinguida, que, dándose verdadera cuenta de lo que para el progreso de los
pueblos significa la educación de la mujer, dotó a La Guardia de una mejora
importantísima, como lo es el gran Colegio que bajo la advocación de San José y
dignamente dirigido por las beneméritas Religiosas Carmelitas de la Caridad,
constituye la más grande obra de cultura, de que puede, con razón,
enorgullecerse el pueblo de La Guardia.
El problema de la enseñanza y la educación de la
mujer era, en nuestro pueblo, de muy difícil solución.
Para las clases pobres, dado el crecidísimo
número de niñas, resultaban en extremo insuficientes las escuelas públicas, a
pesar de los esfuerzos inauditos de profesoras dignísimas con que pudiera
contarse.
Para las clases acomodadas quedaba el recurso de
enviar sus hijas a las grandes poblaciones, donde adquirían la ilustración a
fuerza de cuantiosos gastos.
Hoy, gracias a Dña Vicenta Rodríguez Cachada,
cuenta nuestro pueblo con un centro docente que ya desearían poseer algunas
grandes capitales.
Los centenares de niñas pobres que reciben,
gratuitamente, instrucción en el Colegio de San José; las grandiosas
exposiciones públicas de labores con que más de una vez nos ha brindado ese
importante Centro de Enseñanza y de cuyo mérito parece no haberse hecho cargo
todavía el pueblo de La Guardia, podrán darnos una idea de cuanto vale para
nuestra villa la generosa fundación de doña Vicenta.
Nuestro Ayuntamiento, con muy buen acuerdo
perpetuó el nombre de esta ilustre dama, dando su nombre a una calle de nuestra
villa, a la calle donde se halla enclavada la casa donde aquella falleció. Pero
esto es poco. Creemos que andando el tiempo, cuando las señoras guardesas, las
madres de familia, se den cuenta de la deuda de gratitud que han contraído con
la generosa donante a quien deben su educación y la de sus hijas, nacerá la
iniciativa para perpetuar de una manera digna, cual se merece, el nombre de D.ª
Vicenta Rodríguez Cachada.
LA
VOZ DEL TECLA - N.º 192 – de 19 de Diciembre de 1914.
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