Recuerdos
historicos de la guardia
Por Don José Povedano
Dibujo de Avendaño 1860
Oscuras e
inciertas son las noticias que se poseen de los primitivos habitantes de La
Guardia, aunque se han rebuscado todos los rincones de los archivos y se han
escudriñado todos los documentos antiguos y obras en que pudiera encontrarse
alguna relación de sus aborígenes, por hijos de esta población, guiados por la
noble ambición de fundar la historia del pueblo que los vio nacer.
No
puede formarse el lector idea de situación más bella que la ocupada por La
Guardia. Colocada sobre erizadas rocas, rodeada de nítidos picos que parecen
desafiar el cielo, y cuya granítica base es azotada y carcomida por las
turbulencias olas del Océano.
Cerca
de allí derrotó el esforzado Viriato las legiones romanas; muchas también los
adoradores de Odín, los audaces normandos, surcaron sus aguas con sus ligeros holkers,
y sus furiosos berserkes, sus varoniles seldhomoes, o vírgenes de los
escudos, y sus reyes de mar, que en tantas ocasiones habían saqueado hasta el
mismo París e impuesto tributos a los degenerados sucesores de Carlomagno,
encontraron cual fuerte muro, que siempre los rechazó, los esforzados pechos de
los naturales del país.
Los
primeros pueblos que se presume poblaron la Galicia fueron los celtas, llamados
galos, que unidos a griegos, formaron los pueblos galo-greco. Cerca de donde
hoy existe La Guardia, debió de habitar una colonia céltica, que, como lo
atestigua un Castro próximo a Salcidos, y que por su forma es posible haya
existido en él uno de los monumentos dedicado al culto de los dioses de aquel
pueblo, y una Mámoa situada en una pequeña colina del monte Torroso,
lugar que sin duda estuvo destinado a la inhumación de cadáveres.
Muchos
habitantes célticos han atravesado la serie de siglos transcurridos desde
aquellos remotísimos tiempos, entre ellos merece citarse la emigración
periódica de sus habitantes para dedicarse a ciertos trabajos en otros países,
después de haber cultivado sus tierras, y dejando éstas al cuidado de las
mujeres, ancianos y niños.
También
el uso de la hoz, el palo y la quita, tan semejante a cornamusa,
del bajo-bretón, son otras reminiscencias célticas.
Los
vestigios que quedan de los griegos son el baile llamado la Muñeira,
que, según Padín, es retrato fiel de costumbres griegas, y algunas palabras del
dialecto del país, entre ellas la de broa (pan). Después de estas
presunciones, más o menos verosímiles, se sabe que antes de la dominación
romana ocuparon este país los grovios o grarios.
Es
casi seguro que la actual villa de La Guardia fue el pueblo conocido por los
romanos bajo la denominación Ostium Minii, (puerta del Miño,
entrada del Miño), pues la única población que por su entrada pudiera
disputarle ese nombre, que es Caminha, en el vecino reino lusitano, se sabe se
fundó en 1.265 de nuestra era por D. Alonso III de Portugal. Se cree sea resto
romano una tosca muralla que se conserva, y que sin duda cercaba la antigua
población, si bien hay quien sostiene que esta muralla data del tiempo de los
suevos.
Destruido
el imperio romano, rotos los diques que contenían a los pueblos
septentrionales, éstos como río que saliendo de madre inunda la campiña y
arrolla todo cuanto a su paso se opone, se esparcieron por toda Europa,
viniendo a España varios, entre ellos los suevos, mandados por su rey
Hermenerico, que se establecieron en Galicia. Los suevos quitaron a La Guardia
su nombre romano de Ostium Minii, sustituyéndole por el de Gauda, Garda, o Guarda,
que retuvo por espacio de mucho tiempo, y bajo cuyos nombres consta en varias
escrituras reales y particulares del Monasterio de Oya(1) Diéronla este nombre
los suevos, sin duda por la situación que ocupaba, como frontera del país por
ellos dominado, y ser como la guarda o lugar de su territorio.
Concluyóse
la dominación sueva en Galicia, siendo el último rey de esta raza Rechiario,
que fue vencido por el rey godo Teodorico, principiando con él la dominación
goda de Galicia.
Después
de la invasión sarracena, que fue muy corta en Galicia, se gobernó el país por
condes y reyes, entre los que contó algunos de Asturias y León, hasta que
incorporada a la corona de Castilla, vino a robustecer la unidad nacional
llevada a feliz término por la virtuosa y magnánima Isabel la Católica.
Entre
en el pueblo y la desembocadura del claro Miño, hállase colocado el monte
llamado de Santa Tecla, que termina en dos altivas puntas, llamada una Facho
y vulgarmente Ferrouquiño, y la otra de San
Francisco, entre las que hay una ermita bajo la advocación de la misma
santa que da nombre al monte. En esta ermita, que ya existía antes del siglo
XII, se verifica todos los años, en los lunes y martes de la semana de la Asunción de Nuestra
Señora, una edificante ceremonia religiosa que la piedad de los habitantes ha
transmitido de padres a hijos al través de tanto tiempo, y a la que sólo
concurren los hombres. El origen de esta fiesta fue un voto, hecho por los
habitantes del país a consecuencia de una terrible sequía que asoló el
territorio a mediados del siglo XIV, y que, según las crónicas, desapareció por
intercesión divina. En este mismo momento se encontró hace poco tiempo una
pequeña estatua de bronce, y existen vestigios de grandes fortificaciones.
Quizás en tales lugares existiera en épocas que se pierden en la oscuridad de
los tiempos alguna raza poderosa y rica que desapareció más tarde.
Hercules del Tecla
El
señorío temporal de la villa perteneció a la Orden Militar de los Templarios
hasta la extinción de dicha Orden en 1312, en que se incorporó a la Corona de
Castilla, y se hizo donación de aquella a D. Suero Yáñez de Parada; más
habiendo éste tomado partido por el rey D. Pedro “El Justiciero” en las guerras
sostenidas por D. Enrique de Trastámara,
al triunfo de este rey fraticida, fue desposeído aquel de su señorío y D.
Enrique hizo donación de La Guardia al cabildo de Tuy por Real Escritura
otorgada en 8 de septiembre de 1370 en el Real sobre Braga, y confirmada al año
siguiente por el mismo soberano y su hijo D. Juan, en las Cortes de Toro.
A
mediados del siglo XV, D. Alvaro Sarmiento, Conde de Caminha, usurpó dicho
señorío, teniéndolo en su poder hasta el año 1488, en que fue devuelto al
Cabildo de Tuy, quien lo tuvo en su dominio hasta el año 1811, en que fueron
suprimidos los señoríos por las Cortes de Cádiz.
Dicha
villa padeció mucho durante la guerra
sostenida con Portugal en el siglo XVII. En 1665, las tropas portuguesas,
capitaneadas por el Conde de Prado, Gobernador de la provincia Entre-Duero y
Minho, pusieron sitio al Castillo de Santa Cruz, que juntamente con la
villa se rindió por capitulación en el mismo año ante el considerable número de
sitiadores. Los portugueses saquearon la villa e incendiaron varios edificios,
entre ellos el Archivo Municipal, cuya irreparable pérdida hace imposible la
reunión de datos que existirían en él, y por cuya causa, La Guardia no posee su
historia, a pesar de los sacrificios y afanes de muchos de sus hijos.
Ocupáronla hasta el año 1668, en que se firmó la paz, y habiendo quedado tan
yermos y asolados los campos, fueron dispensados sus habitantes de todos los
impuestos durante el tiempo de la dominación portuguesa, por Real Cédula de
Carlos II, fecha de 13 de Junio de 1669
En
1º de Noviembre de 1855 se sintió bastante en La Guardia el espantoso terremoto
que tantos desastres causó en Lisboa, de tal manera, que el mar, convertido en
una gigantesca ola, invadió gran parte del territorio de aquellas, retirándose
después y dejando descubierto un gran espacio de lo que ordinariamente cubrían
las aguas hasta el sitio llamado hoy Bolueiro.
PUBLICADO EN DIVERSOS PERIODICOS
DE AMERICA EN MAIO DO 1880
(CONTINUARÁ)
(1) En el II Concilio de Lugo,
año 569, figura con el nombre de GAUDA
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