APUNTES PARA UNA HISTORIA
DE
LA RECONQUISTA DE VIGO
(1ª PARTE)
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Si el
esclarecimiento de un hecho cualquiera de la historia de nuestra patria es
siempre de grandísima importancia, sube ésta de punto cuando se trata de uno de
aquellos períodos que más contribuyen a su gloria, y de los cuales toda
noticia, toda investigación, cualquiera dato, es recibido por el historiador, y
aun por el simple aficionado, con júbilo verdadero, por lo mismo que con él
reconstruye períodos oscuros, aclara sucesos misteriosos o llena con torrentes
de luz los más conocidos y mejor apreciados.
Así sucede
seguramente con todo aquello que a nuestra gloriosa lucha de la independencia
se refiere: la situación especial del país en época tan calamitosa, la poca o
ninguna publicidad que, efecto de las circunstancias, recibían muchos de los
hechos aislados que contribuyeron a formar aquella brillante epopeya,
admiración eterna de propios y extraños, impide que sean algunos conocidos en
todos sus más insignificantes detalles; y de aquí el que afirmemos que las
noticias a ellos referentes han de ser de un valor inapreciable cuando de una
manera auténtica dan a conocer cualquiera de aquellos hechos a nos contraemos.
La reconquista
de Vigo, llevada a feliz éxito por un puñado de valientes paisanos, casi sin
más armas que sus instrumentos de labranza, sin más parapetos ni trincheras que
sus pechos animosos, es uno de los sucesos que merecen toda la atención del
historiador, del filósofo y del hombre de guerra, buen se le considere como un
hecho aislado, bien como un eslabón de aquella cadena de triunfos que arrojaron
al coloso del siglo de un suelo que había intentado profanar. Nuestra afición a
este género de estudios, a que concedemos siempre la capital importancia que
merecen, nos ha dado a conocer algunos documentos perdidos entre los legajos de
un archivo, que arrojan clara luz sobre aquel suceso y que consideramos dignos
de llegar al dominio público. Tales como ellos están escritos, vamos a
trasladarlos a continuación, y acaso esta oficiosidad nuestra sea causa de que
no desaparezcan para siempre, ya que no sirva para darles destino más
importante y de mayor trascendencia.
Helos aquí
ahora por el orden correlativo de sus fechas:
I
“Número 1.- Del Gobernador de la Plaza de Bayona al Comandante de las armas de la
provincia de Tuy en Vigo.- Señor
Comandante de las armas de esta provincia: el mal estado de defensa en que se
encuentra este castillo y la escasez de municiones y mas pertrechos en la plaza
se nota, me mueve a dirigirme a V.S. como lo hago, por si se sirve proveher a
necesidad tan urgente con los remedios que crea más convenientes y adecuados,
atendiendo a la proximidad de los enemigos del Rey nuestro señor y a la
seguridad de que procurarán apoderarse de este punto como base de mayores
operaciones. En consecuencia ruego a V.S. me diga de que manera ha de
conducirme, si no le es posible aumentar esta guarnición y sus defensas como
antes indico.- Dios guarde a V.S. muchos años. Bayona 18 de Enero de 1809.- Domingo
de Sorondo.- Sr. D. Francisco de la Rogue.”
Esta
comunicación indica bien claramente el estado de las defensa de Bayona,
considerada hasta entonces como plaza fuerte de bastante importancia; pero la
contestación del comandante de las armas de la provincia demuestra mejor aún la
deplorable situación en que toda ella se encontraba, y ambas dan a conocer en
que disposición hallaron aquel país los invasores.
“Número 2.- Del Comandante de las armas de la provincia de Tuy al Gobernador de
Bayona.- En contestación a quanto
V.S. me espone acerca de los auxilios y abastos para la defensa de ese castillo
puedo decir a V.S. que no están a mi alcance, pues para ese punto y el de San
Payo (1) los he mendigado de la Junta de Tuy y ni aún me han venido los treinta
mil reales que le pedí, por lo tanto puede V.S. dirigirse a la misma y sacar
todo el partido posible de esa municipalidad y otros recursos que se hallen en
esa xurisdición.- Dios guarde a V.S. muchos años. Vigo 22 de Enero de 1809.-
Francisco de la Rogue.- Sr. D. Domingo de Sorondo.”
(1).-Pueblo
situado a dos leguas próximamente de Vigo
A consecuencia
seguramente de este escrito de su jefe natural, el gobernador de Bayona debió
dirigirse a la Junta Superior de la provincia, que residía en Tuy; pero este
oficio no aparece en ninguno de los archivos que hemos reconocido: puede
presumirse, sin embargo, lo que en él
diría por el anterior y por la contestación de la indicada Junta.
“Número 3.- De la Junta de Tuy al Gobernador de Bayona.- Enterada esta Junta del oficio de V.S. del
23 del corriente y testimonio que le acompaña (2) debe manifestarle que en las críticas
circunstancias en que se halla, no puede contribuyrle con los socorros y
auxilios que su celo y patriotismo tienen manifestado desde un principio, pero
si a pesar de esto pudiere hacerlo, no dejará por su parte de concurrir con lo
que pueda. Dios guarde a V.S. muchos años. Tuy, de nuestra Xunta Permanente a
24 de Enero de 1809.-Benito Otero.-Pedro de la Riva Andrés.-De acuerdo de la
Xunta, Telmo Dionisio Spuch, por el Secretario.-Sr. D. Domingo de Sorondo”
(2).- Tampoco
hemos podido hallar el testimonio de que aquí se habla; suponemos fuera
manifestado el estado de la plaza y castillo, así como lo que necesitaban para
su defensa
II
En este estado
las cosas, y sin esperanza, como se ve, de socorro ninguno, se presentaron los
franceses el día 5 de Febrero ante los muros de la plaza de Bayona, después de
haber ocupado casi toda la provincia: cerráronse las puertas al enemigo; pero
reunidos en consejo con el gobernador los pocos oficiales de la guarnición,
deliberan y deciden, vista la imposibilidad material de la defensa y que
cualquiera resistencia no sería más que un inútil sacrificio, abrir aquellas y
entregarse a discreción.
Componíanse
las fuerzas invasoras de un regimiento de húsares y de uno o dos batallones de
infantería ligera, los cuales, dueños de la plaza, exigieron gran número de
raciones, y alojándose de la manera que plugo, se entregaron al saqueo,
exasperando los ánimos de tal manera, que si en los pechos de aquellos honrados
habitantes no ardiera de antemano el fuegote amor patrio que más tarde les
condujo a la victoria, hubiéranle encendido los franceses con su torpe y
desatentada conducta.
Durante este
tiempo intentaba el mariscal Soult el paso a Portugal por el inmediato punto de
la Guardia, y como no lo pudiese conseguir, reunió sus tropas y emprendió la
marcha con gran parte de ellas a Orense, con objeto, sin duda, de atravesar la
frontera por la llamada raya seca, y aunque en la provincia queda Ney con buen
número de soldados ocupando la capital y muchos de sus pueblos, tocóle a Bayona
verse libre de tan incómodos huéspedes, empezando entónces aquel gigantesco
movimiento popular que, tan hábilmente dirigido como heroicamente secundado,
hizo por fin que los franceses evacuasen a Vigo primero y a toda la provincia
después.
Veamos.- ahora los documentos que a esta segunda parte
se refieren:
“Número 4.- Del Gobernador de la Guardia y del ayudante del general Freire al
Gobernador de Bayona.- En esta
mañana de oy se han presentado dos mil hombres del exército de S.M. Fidelísima
con un ayudante de órdenes del General el Excelentísimo Señor Freyre, quien me
prebiene diga a V.S. que bista esta, se apronte V.S. inmediatamente con la
tropa que tenga y paisanaje armado con las armas de fuego y blancas que tengan,
que respecto a las municiones, si en esa plaza no las tuviere corre de cuenta
de este señor ayudante el proveerlas. Este mismo señor Ayudante me dice diga a
V.S. trae orden del Excmo. Sr. Marqués de la Romana para arrestar a todo
sugeto, sin distinción de persona que no reconozca a nuestro soberano Don
Fernando Séptimo y que se resistan a alarmarse, por lo que V.S. prontamente
saldrá de esa para reunirse con dicha su gente en el camino de esta villa con
dicho Exército de S.M. Fidelísima para Tuy, todo lo que se le avisa a V.S. para
su inteligencia. Dios guarde a V.S. muchos años. Villa de la Guardia 10 de
Marzo de 1809.-Francisco Lopez de Layseca.-Alejandro Alverte de Serpe, Coronel
de Infantería é ayudante de Órdenes del Excmo. General Freyre.- Señor D.
Domingo de Sorondo.”
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