30-JUNIO.-
ALONSO (D. Juan Bautista).-: Los
que solo se hayan fijado en los oradores que ocuparon la tribuna durante la
última década, quizá desconozcan a este distinguido jurisconsulto. Y, sin
embargo, nada sería más injusto que pasar por alto su nombre. Puede decirse con
entera seguridad que de todos los que en este país descuellan por la palabra,
él es el de imaginación más meridional. Es verdad que su portentosa facundia lo
conduce en ocasiones a la divagación; pero, en cambio, ¡que fantasía para dar
vida y colorido a cuanto toca! Aparte de su estilo brillante y pintoresco que
se revela en admirables gradaciones, el Sr. Alonso sabe dar novedad a los
pensamientos trillados, esmalta el discurso de galanas flores, y posee un
talento especial para las alusiones delicadas. Han transcurrido catorce años, y
aún parece que suena en mis oídos la estrepitosa salva de aplausos con que más
de diez mil personas, congregadas en el antiguo Circo Price para discutir el
retraimiento, celebraban este rasgo del Sr. Alonso: “Estamos dispuestos a prescindir de todo menos de la opinión pública,
verdadera reina del mundo, la única reina que nosotros queremos y acatamos”
Desde entonces, sea porque nuevas instituciones
requieren nuevos hombres, sea porque su edad le impida dedicarse a la vida
activa y azorosa de la tribuna, no ha vuelto a ejercer sus brillantes dotes
oratorias. (Manuel María Puga)
**.-LA
GUARDIA (Villa de la provincia de Pontevedra).-: Ignórase por completo la época de la fundación de esta
antiquísima y pintoresca villa, debido sin duda al saqueo e incendio que de su
población y archivo llevaron acabo los portugueses en 1665 con motivo de las
guerras que sostenían con Castilla para asegurar su independencia.
No sin falta de fundadas razones se
cree que la población a que los romanos llamaron Ostium Minii, Boca del
Miño, es La Guardia, a causa de estar situada muy próxima a la desembocadura de
este caudaloso río; y si no puede afirmarse que existía antes de la dominación
romana, está fuera e duda que se fundó en el período de tiempo que ocuparon
Galicia los hijos del Lacio.
Cuando los suevos dominaron el país
gallego, La Guardia perdió el nombre que le dieron los romanos, designándola
con la de Gauda, que conservó largo tiempo, según se desprende de
distintas escrituras reales del Monasterio de Santa María la Real de Oya. En el
Concilio Lucense, celebrado en 567, se menciona entre los pueblos que se
señalan a la Diócesis del Obispo de Tuy, uno con el nombre de Esgauda
–que en lengua vulgar del país se dice Guarda- y esto se
testifica además con muchas escrituras posteriores al reinado de Alfonso X
La villa de La Guardia se halla
situada en el límite más meridional del amenísimo y extenso valle de El Rosal y
sobre la costa del Atlántico, en la que tiene un puerto de escasa importancia,
capaz solamente para buques pequeños. Las magníficas aguas que posee, la
abundancia y variedad de producciones de su distrito municipal, así como de los
pescados exquisitos que se matan en sus costas y en el río Miño, y el clima benignísimo
que disfruta, son circunstancias ventajosas que hacen allí muy agradable la
vida.
Esta villa cuenta con una población
de 3.00 almas, pasando de 6.000 las de su jurisdicción. En la parte central,
cuyos edificios, en general, son de buena forma, los hay modernos, y de tan
buena arquitectura, que los haría dignos de la mejor capital de provincia.
El grado de ilustración de La
Guardia lo marcan los establecimientos de enseñanza que posee: cuatro escuelas
para niños de ambos sexos, sostenidas por fondos municipales; 12 por
particulares, y un magnífico colegio de 1ª y 2ª enseñanza agregado a la
Universidad de Santiago, dirigido por los sapientísimos y RR.PP. de la Compañía
de Jesús, son el barómetro casi infalible de la cultura de este pueblo, cuyo ejemplo
es bien digno de ser imitado por todos los demás de la nación española. (Laureano Rodríguez)
No hay comentarios:
Publicar un comentario