LA VOZ DEL TECLA
(Año IX – La Guardia 23 de Agosto de 1919 – Núm. 436)
NUESTROS
VISITANTES LOS ILUSTRES ARQUEÓLOGOS
D.
IGNACIO CALVO SÁNCHEZ Y D. FRANCISCO ÁLVAREZ-OSORIO
D. FRANCISCO
ÁLVAREZ-OSORIO Y FARFÁN DE LOS GODOS
Entre los apellidos de este ilustre visitante que hoy
tenemos la suerte de ver en nuestro pueblo, figura además el de Pizarro, y todo
el mundo sabe que el de Álvarez-Osorio es el que usan los Marqueses de la Con-quista,
título con que premió Carlos V los altos servicios, el heroísmo, y el genio del
conquistador del Perú. Si a eso añadimos que no está dilucidado a quien
pertenece el título de Marqués de la
Conquista, ya sabemos cual es el abolengo social de este ilustre huésped,
que tan amable y urbana-mente se molesta en venir a estudiar nuestros
monumentos históricos, ante el requerimiento amistoso de nuestro querido
presidente de la sociedad ro-Monte,
D. Manuel Lomba.
No tuvo el Sr. Álvarez-Osorio que luchar, como el Sr.
Calvo, para hacerse una posición, pues entró en el mundo con ella hecha.
Más no por eso se entregó en su juventud al dulce
placer de no hacer nada, como suelen practicarlo la mayo-ría de los hijos de
familias acomoda-das, y buena prueba de ello es que casi un niño, pues apenas
contaba 18 años de edad, terminaba sus estudios en la Escuela superior de
Diplomática, y obtenía por oposición el mismo año (1886), plaza en el Cuerpo de
Archive-ros , Bibliotecarios y Arqueólogos,
con destino al Museo Arqueológico Nacional, formándose así, por su
esfuerzo personal y a tan temprana edad, una posición propia, sobre la
heredada.
Así es hoy jefe de segundo grado del referido Cuerpo
y Secretario del Museo Arqueológico Nacional, desempeñando además los cargos honoríficos
de Vocal-Secretario de la Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades, Vocal
de la Junta de Iconografía Nacional y
Académico correspondiente de la Real Academia de la historia.
Como publicista es autor de varios libros, entre los
que recordamos los siguientes:
Catálogo de
libros que fueron del Duque de Ozuna, procedentes de sus palacios de La
Alameda, Aranjuez y Madrid; Guía explicativa del Museo Arqueológico Nacional;
Noticia del archivo que fué del Duque de Ozuna; Catálogo de la Exposición conmemorativa
del Centenario del Dos de Mayo de 1808; Consideraciones generales sobre la
Cerámica en la Antigüedad; Una visita al Museo Arqueológico Nacional y Vasos
griegos, etruscos e italo-griegos, que se conservan en el Museo Arqueológico
Nacional. Este último libro-que es
la obra capital del Sr. Álvarez-Osorio- data de 1910, y es conocido, consultado
y citado por todos los arqueólogos que se dedican al estudio de la cerámica
clásica en todo el mundo.
A pesar de su alta categoría y merecimientos, es hombre
sencillo, modesto, sinceramente modesto, y es una de sus características la
frase que con tanta frecuencia le oyen cuantos le tratan: “No sabemos nada”, lo que no impide que esté siempre al tanto de la
última noticia, del último descubrimiento, de la última teoría en
arqueología. Esto de estar siempre al día
en los adelantos de una ciencia en España, no es cosa asequible a todos,
porque no basta para ello la labor del estudio incesante, sino que precisa
hallarse en condiciones económicas propicias para poder adquirir el último
número apenas aparece, y tener la grandeza de espíritu y amor a la ciencia
suficientes para amortizar unos cuantos miles de pesetas, y aún de duros,
porque la bibliografía arqueo-lógica es muy numerosa y además muy cara. Pensar que
este sacrificio podría evitarse acudiendo a las bibliotecas del Estado, es pura
quimera. En España no hay ni una biblioteca en que el hombre estudioso pueda
ponerse al día en ninguna clase de conocimientos. De ahí que apenas aparece una
obra nueva de un autor de importancia en arqueología, el primer ejemplar que de
ella entra en España-muchas veces el único- es para el Sr. Osorio. No se puede
gastar más noblemente el dinero.
Este desprendimiento corre pa-rejas con su
generosidad. Cuantos se dedican a esta clase de estudios y tienen la suerte de
tratarle, recurren a él. “Tal libro no lo encuentro en las bibliotecas, amigo
Osorio”.-La contestación es invariablemente la misma: “Yo lo acabo de recibir,
venga V. mañana al Museo y se lo daré”.
Este es el hombre: Talento, cultura, sencillez,
generosidad.
Nuestra más cordial y respetuosa y bienvenida a los
perfectos caballeros y sabios ilustres que nos honran con su visita y vienen a
favorecernos con su ciencia.
X.
La
Guardia, Agosto de 1919.
Llegaron a esta villa los distinguidos
arqueólogos señores Calvo Sánchez y Álvarez-Osorio, en la tarde del jueves, 14
del corriente mes. A su llegada eran esperados por el Presidente y algunos
otros señores de la Junta de Pro-Monte, quienes invitaron a los ilustres viajeros
a entrar y descansar un momento en el local en que está instalado el Museo de
la Sociedad, quedando desde ya grata y altamente sorprendidos ante el número y
calidad de los objetos allí depositados y encontrados en las excavaciones,
haciendo grandes elogios del mérito y antigüedad histórica de los mismos.
El viernes, sábado
y domingo destináronlos a hacer investigaciones en las alturas del Santa
Tecla, y el lunes por la tarde, una vez terminadas las solemnidades del Voto,
comenzaron, con cuatro obreros, los trabajos de exploración en el lugar en que
se halla un filón o hacinamiento de conchas de mariscos, al lado del sendero
que desde la fuente nueva conduce a la fuente vieja, y entre las cuales conchas
halláronse algunos objetos de bronce y restos de cerámica antigua, todo ello de
inestimable valor histórico-arqueológico.
Mientras tanto los
obreros realizaban estos trabajos, los señores Calvo Sánchez y Álvarez Osorio
explorando el terreno en aquellas inmediaciones distinguieron bajo las malezas
los restos de un ancho muro que se propusieron explorar en el día siguiente.
Y en la mañana del
martes ya los obreros, bajo la acertada dirección de los arqueólogos manejaban
la azada y el picachón hábidos de poner al descubierto aquellos trozos de
muralla de 1,60 metros
de espesor que parecían ser restos de un grande e importante edificio. En este
día por la tarde, y cuando una buena parte de las operaciones de desmonte
hallábanse ya practicadas, llegaba a aquel lugar nuestro querido amigo D. Juan
Domínguez Fontela tan conocido por sus trabajos e investigaciones
arqueo-lógicas. Los señores Calvo Sánchez y Álvarez Osorio, después de cruzar
los saludos de rúbrica invitaron al Sr. Domínguez a ver la gran parte de
muralla descubierta; dos grandes trozos que por su disposición especial semejan
parte de una especie de laberinto al que los arqueólogos llaman Quioquermodingo
(Kjokemoding en danés) de 24x34 metros de superficie. Al final en uno de dichos
muros llamó la atención de los señores arqueólogos un gran peñasco en el que
aparecen grabados unos signos curiosísimos a los que atribuyen gran mérito y de
los que oportunamente informaremos a nuestros lectores por medio de un gráfico,
y que resulta ser una inscripción ófmica o de cazoleta que ocupa un espacio de
seis metros de largo por dos de ancho.
El miércoles
dispusieron los señores arqueólogos que algunos obreros practicaran unas calas
en determinados puntos de las llanuras de Chans. Tienen por objeto estos
trabajos de investigación, ver si es posible dar con la necrópolis o lugar en
donde los antiguos moradores del Santa Tecla enterraban a sus muertos. Con el
hallazgo de ese lugar dicen- se habría dado un gran paso en lo que respecta a
excavaciones y al conocimiento de las costumbres de aquellas gentes.
El jueves y el
viernes continuaron los trabajos encaminados a poner más al descubierto las
ruinas encontradas en los primeros días, de las que hemos hecho mención y que
resultan ser interesantísimas. Huelga decir que en todos estos trabajos y
exploraciones no les abandonó un momento el residente de Pro-Monte, D. Manuel
Lomba.
Lástima grande que
dichos señores no puedan permanecer aquí por más tiempo. Hoy mismo en el auto
de la mañana nos dejaron para ir a cumplir deberes de su cargo en otras partes.
Lleven feliz viaje;
que su corta estancia entre nosotros les haya sido gratísima y que pronto
tengamos el honor de verles de nuevo al frente de las excavaciones del Sta.
Tecla. De su concurso, de sus conocimientos y de su buen deseo espera grandes
beneficios la Sociedad Pro-Monte en la obra de cultura sin precedentes,
emprendida en nuestro incomparable Sta Tecla.
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