miércoles, 29 de enero de 2014

LA INTEGRIDAD, 1920, Don Francisco Pimentel Chapela

17-09-1920.-DON FRANCISCO J. PIMEMTEL.- Ayer,  a las seis de la tarde, rindió su alma a Dios este benemérito sacerdote, honra y prez del clero tudense. Su muerte fue la del alma justa que vive en el mundo solamente para merecer el cielo.
            Al sentirse enfermo –el lunes pasado- pidió que le administrasen los santos sacramentos. Después de oírle en confesión su director espiritual, el padre Magalháes, de la Compañía de Jesús, el Rector del Colegio de Camposancos le llevó el santo viático, que el señor Pimentel recibió con muestras de gran fervor y devoción.
            Los días siguientes, hasta el de su muerte, comulgó muy devotamente, edificando a todos los presentes. Durante su dolencia estuvo constantemente acompañado por los sacerdotes de la parroquia y de las inmediatas, que, con lágrimas en los ojos, recogieron su último suspiro, ayudándolo a bien morir.
            Así, en los brazos de la religión a cuya defensa consagró su vida entera, baja a la tumba este celoso ministro del Señor, a quien lloran sus amigos y bendicen los pobres y los desvalidos.
            Don Francisco J. Pimentel nació en la parroquia de Santa María de Oya, de padres muy cristianos, que le educaron en el santo temor a Dios. A los diez años se trasladó a Santiago y en aquel instituto estudió el bachillerato con gran lucimiento.
            Desde niño mostró decidida vocación al estado eclesiástico, ingresando en el Seminario de Tuy, en el cual cursó la Sagrada Teología y el Derecho Canónigo, alcanzando siempre las primeras calificaciones.
            Conocedor de su privilegiado talento, aquel inolvidable Rector del Seminario que se llamó D. Miguel Vallejo, eligíole para Secretario de Estudios, y Catedrático de Filosofía Moral y Matemáticas, cargos que el señor Pimentel desempeñó con gran competencia y celo extraordinario.
            El preclaro Obispo Sr. Hue y Gutierrez, de santa memoria, a quien no se le ocultaban las excelentes cualidades del joven presbítero, le llamó a su lado para que en la visita pastoral le acompañara en calidad de Secretario. Pasado algunos años en estos cargos, fue nombrado párroco de Puenteareas. En esta villa aún hoy se recuerda con veneración su nombre y se aplauden con entusiasmo sus gestiones.
            Sus superiores así lo han juzgado, y por eso, sin duda, le confiaron el cargo de Arcipreste tanto en Puenteareas como en La Guardia.
            Considerado bajo otros aspectos, se descubría en él al orador elocuentísimo, que recorrió en triunfo los púlpitos de casi todas las iglesias de la diócesis y algunos de varias capitales de España.
            Como escritor, atildado y profundo, existen en la colección de La Integridad, cuyo colaborador era, pruebas muy fehacientes.
            Escritas las presentes líneas, agobiados por la pena que nos produjo la desaparición del ilustre amigo, no aspiramos a sintetizar siquiera los méritos y los servicios del benemérito sacerdote, cosa harto difícil para pluma tan pobre como la nuestra.
            Sean nuestras últimas palabras una plegaria fervorosa que, brotando de las profundidades de la humildad y de la hoguera encendida del afecto, levántese hasta el trono de las misericordias en demanda de paz y de descanso para el alma del párroco ejemplar, del defensor integérrimo de los derechos de la iglesia, del amigo cordial.
18-09-1920.-DON FRANCISCO J. PIMENTEL.- Ayer tarde, a las seis, fueron conducidos al cementerio de La Guardia los restos mortales de su celoso párroco.
            No se recuerda manifestación de duelo tan espontánea y tan imponente. El gentío llenaba toda la larga calle de Ordóñez. En dos interminables filas formaban las Hijas de María y los socios del Apostolado, ostentando las insignias de las respectivas congregaciones Asistió también una nutrida comisión de Carmelitas de la Caridad, cuyo confesor y director era el finado.
            Presidían el primer duelo el Padre Rector del Colegio de Camposancos y el Padre Magalháes, director espiritual del señor Pimentel; el catedrático del Seminario D. Francisco G. Novás, en representación de este centro docente; el coadjutor D. Manuel Alvarez, en representación del clero parroquial; el presbítero D. Isolino G. Villanueva, representando a la familia; el Alcalde, el Juez Municipal y el Ayudante de Marina. El segundo duelo lo formaba una comisión de concejales, presidida por el Teniente Alcalde, señor Troncoso.
            Concurrió al sepelio todo el clero de Camposancos, Salcidos, Rosal, Tabagones y Eiras. Vestidos de manteo, recogían las cintas del féretro los sacerdotes don Juan Otero Domínguez, profesor del Seminario; D. Juan A, Silva, Vicario de las religiosas Benedictinas; don Juan G. Giráldez, Capellán de los señores de Alonso y D. Agustín Nandín Lomba, presbítero asignado a La Guardia.
            Sobre el féretro se destacaba un hermoso ramo de flores, con sentidísima dedicatoria, tributo del cariño de las Hijas de María a su celosísimo director. n automóvil ofrecido por el cristiano caballero D. Primitivo Franco, enlutado con crespones, cerraba la fúnebre y conmovedora comitiva.
            El oficio de sepultura se hizo de cuerpo presente en la iglesia, que estaba rebosante de público. El silencio, a veces interrumpido por los sollozos de la multitud, era realmente impotentísimo.
            Esta mañana se celebraron los funerales por el eterno descanso del bondadoso párroco guardés. A ellos acudió el pueblo entero. El señor D. Manuel Martínez Posse, Maestro de Capilla de la Catedral, que ayer salió para La Guardia con objeto de tributar a su amigo el señor Pimentel la última prueba de su afecto, ostentó la representación del Prelado en la triste ceremonia.
            Durante el día de ayer se recibieron en La Guardia numerosísimos telegramas de pésame. Entre ellos destácase uno sentidísimo del Señor Obispo, que profesaba tierno cariño a su antiguo profesor, señor Pimentel.
20-09-1920.-Nuestro amadísimo Prelado se ha servido nombrar ecónomo de La Guardia, al que lo era de San Francisco de Vigo, D. Juan Domínguez Fontela


16-09-1921.- LA GUARDIA.- Mañana cúmplese un año del fallecimiento del que fue ejemplarísimo párroco de este villa don Francisco Javier Pimentel.
            A pesar del tiempo transcurrido, el recuerdo del venerable sacerdote vive luminoso y atrayente en la memoria de sus feligreses.
            En la iglesia parroquial se celebrará mañana un solemnísimo acto fúnebre por su eterno descanso, y a él asistirá todo el vecindario, deseoso de significar su entrañable cariño al pastor difunto.
17-09-1921.- LA GUARDIA.- Según hemos anunciado, ayer se celebraron en nuestro templo parroquial solemnes honras fúnebres por el eterno descanso del Abal y Arcipreste de La Guardia don Francisco Pimentel, en el primer aniversario de su fallecimiento.
            Dijo la misa el catedrático del Seminario de Tuy don José Otero Domínguez, asistiendo de Diácono y Sub-Diácono respectivamente el coadjutor de Puenteareas, D. Isolino G. Villanueva y el Capellán de la Casa de Alonso, D. Angel G. Giraldez.
            Asistió todo el clero adscrito a esta parroquia, el párroco y coadjutores de Salcidos, el párroco de Camposancos y el Director de Seminario, D. Juan González Español. en el templo había muchísimos fieles que así quisieron dar testimonio del amor que profesaban a su celoso pastor. Descanse en paz el virtuoso sacerdote, el celoso párroco, el amigo del alma cuya memoria vivirá siempre entre sus feligreses y no se borrará jamás de los corazones agradecidos.

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