Toponimia Guardesa
CARRETERA AL PASAJE
JUNTO A LA ALAMEDA
Eran famosas, hace muchos años, a
mediados del pasado siglo (XIX), las barroucas
o barreiros de San Pedro.
Situadas en el lugar que actualmente ocupa nuestra hermosa Alameda, entre la
vieja estrada de La Guardia a Tuy y
un angosto camino al Pasaje o embarcadero de Camposancos, aquellas, a la vez
que constituían un atentado continuo a la salud pública por el agua, que
viniendo del monte durante el invierno, allí permanecía estancada y corrompida
todo el año, era también un peligro para la vida del transeúnte incauto que un
tanto se descuidase al caminar por aquellos andurriales, entonces bastante
apartados de nuestro pueblo.
Elegido Alcalde Constitucional de
La Guardia, hacia el año 1850, el joven abogado D. Domingo Español y Cividanes,
entre otras muchas mejoras que realizó en nuestra villa, una de las más
importantes fue el saneamiento de aquellos inmundos lugares, cegando sus
profundos hoyos y construyendo la carretera que puso a nuestra villa en
comunicación con el embarcadero del Pasaje, donde la familia Español poseía el
gran edificio y almacenes que constituyen el actual Colegio de Padres Jesuitas.
No es el caso referir aquí los
innumerables obstáculos que encontró en sus gestiones el joven guardés; pero
todo lo supo solucionar con energía y viril constancia, despreciando las
malévolas insinuaciones y murmuraciones de vecindad con que se trataba de
estorbar su obra, bajo el pretexto de que aquellas mejoras eran para que él
pudiese ir cómodamente al Pasaje, como si este camino lo hiciese para su
exclusivo servicio y como si no beneficiase muchísimo a La Guardia el tener
facilidades para trasladarse a Caminha, punto de gran importancia comercial a
la sazón y en donde se provistaban de mercancías y artículos industriales
nuestra villa y las parroquias vecinas.
Con objeto de efectuar la compra de
algunos campos que había al lado de aquellos breñales y barrancos y de redimir
ciertas pensiones forales tuvo no poco que luchar con sus propietarios; hacer
varios viajes a Tuy y gestionar con la autoridad eclesiástica la demolición de
la pequeña capilla de San Pedro al lado del camino, único para el Pasaje donde
actualmente está la rampa de subida al hoy clausurado cementerio, y su
reedificación, o nueva construcción en el sitio que actualmente ocupa.
De estas escrituras existen copias
en el protocolo Notarial de La Guardia y alguna lleva la fecha 29 de noviembre
de 1850. En el archivo municipal de nuestra villa constan estos y otros datos
interesantes para el conocimiento de este asunto.
Las obras de relleno de aquellos
profundos hoyos, edificación de muros de cierre de la Alameda, plantación de
álamos, mirtos y rosales, construcción de bancos, etc., duró todo el año 1851.
En el año 1852 estaba casi todo terminado.
En el año 1853, se celebran por
primera vez en esta capilla las fiestas de San Sebastián, que años más tarde
alcanzaron gran fama y esplendor, merced al entusiasmo de la juventud artesana
de La Guardia, que no perdonaba medio de dar realce a estos cultos y
solemnidades.
Años después por iniciativa de los
seminaristas que del año 1860 al 70 había en nuestra villa, fueron también
solemnes los cultos y festejos que en honor del Príncipe de los Apóstoles se
celebraron en esta capilla nueva de San Pedro.
De todo este culto religioso no
queda hoy nada, por la incuria de quienes convirtieron esta hermosa Capilla en
depósito de cadáveres de náufragos o víctimas de otras desgracias, pues,
hacíase repugnante a todos celebrar fiestas allí donde, aquellos mismos días
tal vez, se habían albergado tan tristes despojos de la muerte.
Hoy, convertida la capilla en
almacén de utensilios y herramientas de jardinero, no es menos deplorable el
abandono en que se encuentra ¿Cuándo habrá una persona piadosa que restituya
este lugar venerable al destino sagrado para que fue erigido?
Fue costeada esta capilla, en gran
parte, con las limosnas de otro benemérito hijo de La Guardia, D. Francisco
Maravillas, del que en nuestra población a pesar de que dedicó gran parte de su
capital a remediar las necesidades de los pobres y para obras públicas, no
existe sin embargo otro testimonio de recuerdo y gratitud que una sencilla
lápida de granito en la pared del Facho con estas líneas: GRATA MEMORIA AL BUEN
PATRICIO D. FRANCISCO MARAVILLAS DE LA HABANA. REEDIFICADO A SUS EXPENSAS EN
1858.
La capilla de San Pedro en la
Alameda terminose en 1852, según reza la inscripción grabada sobre el dintel de
la puerta de la misma capilla.
Juan
Domínguez Fontela
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