sábado, 18 de enero de 2014

LA VOZ DEL TECLA, 30.12.1911, TRADICIONES GUARDESAS (3)

(La Voz del Tecla, 30 de Diciembre de 1911)
D. RAMIRO FRANCO Y PACHECO

No nos proponemos hacer la biografía de D. Ramiro Franco, ilustre hijo de La Guardia, pues ni tiempo ni datos suficientes tenemos ahora para ello, sino dar á conocer á los lectores de nuestro semanario, aunque desordenadamente, varios pormenores y noticias de este buen guardés, que á pesar de haber pasado la mayor parte de su vida fuera de La Guardia, residiendo ya en Méjico, ya en Sevilla, siempre tuvo un recuerdo cariñoso para el pueblo que le vió nacer. Ni las floridas y poéticas riberas del Guadalquivir, ni el cielo azul de la capital andaluza, ni los encantos de aquella tierra privilegiada, fueron suficientes para entibiar en lo más mínimo el amor sincero y vivo que sentía como el que más por su pueblo natal, cuyo nombre llevaba grabado en su corazón.
Para probar lo que llevamos dicho entramos en su casa de Sevilla, calle Busto-Tabera, donde él vivía, y ahí le sorprendemos ocupado en sus asuntos particulares ó soñando en su querido pueblo. Al entrar en el patio nos encontramos ya con que aquello es un verdadero museo guardés. Medio oculto entre enredaderas y macetas de variadas flores, adornos típicos de los famosos patios andaluces, se veían mil objetos que hacían recordar la patria guardesa. En frente, en sitio preferente, estaba un magnífico cuadro al óleo representando nuestra iglesia parroquial, á los lados seguían una infinidad de cuadros de menor tamaño con paisajes y vistas de La Guardia y sus cercanías.
La mayoría de los guardeses que pasaban por Sevilla iban á visitarle, y una vez allí, los asediaba á preguntas referentes á La Guardia, y si alguno quería cambiar de conversación, le decía muy graciosamente: amigo, aquí no se permite hablar más que de La Guardia.
D. Ramiro Franco marchó muy joven á Méjico, llamado por su tío el acaudalado guardés D. Juan Francisco Pacheco, y fue colocado de tenedor de libros en una importante droguería de la capital mejicana, pero por disgustos que tuvo con su tío regresó á España y se estableció en Sevilla, donde por aquel entonces había una gran colonia guardesa.
En Sevilla entró también como tenedor de libros en otra droguería, donde estuvo empleado bastantes años, y cuando salió de allí fue para establecerse por cuenta propia, dedicándose á especulaciones mercantiles en comisión, consiguiendo con constancia y laboriosidad reunir una buena fortuna.
Hondos debieron ser los resentimientos que mediaron entre D. Ramiro Franco y su tío D. Juan Pacheco, pues éste en su testamento que hizo al repartir  cerca de cuatro millones de pesetas entre sus parientes de La Guardia, trató de desheredarlo.
Cultivó también nuestro paisano el periodismo, colaborando en varios periódicos de Sevilla y en la “Ilustración Española y Americana” de la cual era representante y corresponsal, y desde cuyas columnas prestó grandes servicios al arte español. Cuando acaeció el robo del cuadro de San Antonio de la Catedral de Sevilla, gracias á las minuciosas reseñas, noticias é ilustraciones publicadas en tan importante periódico, reseñas que fueron enviadas al extranjero á nuestro Cuerpo Consular, fué reconocido y recuperado en los Estados Unidos y restituido á Sevilla el trozo robado, pues del cuadro solo habían robado, cortando el lienzo, la figura de San Antonio de Padua representado en aquel milagroso éxtasis cuando ve que entre efluvios de luz nunca vistos se le acerca el Niño Dios para posarse en sus brazos, lo cual es lo mejor que tiene el cuadro.
Sostenía correspondencia con muchos guardeses para enterarse del adelanto y progreso de su pueblo, é hizo activas gestiones cerca de un acaudalado guardés para que dotase á La guardia de alguna fundación útil, pero aunque por causas que no son del caso enumerar no dieron resultado dichas gestiones, no por eso son menos de agradecer esos trabajos.
Pero la empresa magna, la que él más se complacía en recordar por haber sido el sueño dorado de su vida, fue la publicación de La Historia de La Guardia. Para tal empresa, abandonando sus ocupaciones habituales, vino expresamente de Sevilla, y con los apuntes que le proporcionaron D. Ramón López, gran aficionado á estos estudios, y D. José María Sesto, dió unidad y forma a los apuntes sueltos que él tenía, formando así su Historia de La Guardia.
Para sufragar los gastos de la impresión con sus correspondientes grabados fué con una paciencia de benedictino explorando voluntades, acallando recelos y venciendo obstáculos hasta que consiguió formar una suscripción en la que figuran las personalidades más salientes de entonces.
Conseguido su objetivo volvió á Sevilla y aprovechando los grabados que le habían servido para su historia, dió á conocer en la “Ilustración Española y Americana”, en sentidos artículos, este rincón de Galicia, trabajos oportunísimos en aquel tiempo porque ellos sirvieron en parte para desvanecer el mal concepto que en el resto de España se tenía injustamente de Galicia. Estos artículos llevan la firma de José Povedano, seudónimo, según unos,  de Ramiro Franco.
Por él, pues, tenemos escrita la Historia de La Guardia, tal vez deficiente en noticias, pero que tiene el indiscutible mérito de ser la primera.
La publicación de este folleto histórico es para nosotros la mayor gloria de Ramiro Franco, y á su memoria dedicamos este modesto trabajo, pues nos es grato que su nombre quede registrado en las columnas de nuestro semanario para que en todo tiempo quede de manifiesto el patriotismo de este ilustre guardés, y sirva de ejemplo á esa nueva juventud que se acerca, que es la esperanza de La Guardia, y que tanto ha de influir en los futuros destinos de nuestro querido pueblo.

                                                                                  JULIO DE CASTRO

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