(La Voz del Tecla, 30 de Diciembre
de 1911)
D.
RAMIRO FRANCO Y PACHECO
No nos proponemos hacer la biografía de D.
Ramiro Franco, ilustre hijo de La Guardia, pues ni tiempo ni datos suficientes
tenemos ahora para ello, sino dar á conocer á los lectores de nuestro
semanario, aunque desordenadamente, varios pormenores y noticias de este buen
guardés, que á pesar de haber pasado la mayor parte de su vida fuera de La
Guardia, residiendo ya en Méjico, ya en Sevilla, siempre tuvo un recuerdo
cariñoso para el pueblo que le vió nacer. Ni las floridas y poéticas riberas
del Guadalquivir, ni el cielo azul de la capital andaluza, ni los encantos de
aquella tierra privilegiada, fueron suficientes para entibiar en lo más mínimo
el amor sincero y vivo que sentía como el que más por su pueblo natal, cuyo
nombre llevaba grabado en su corazón.
Para probar lo que llevamos dicho entramos en su
casa de Sevilla, calle Busto-Tabera, donde él vivía, y ahí le sorprendemos
ocupado en sus asuntos particulares ó soñando en su querido pueblo. Al entrar
en el patio nos encontramos ya con que aquello es un verdadero museo guardés.
Medio oculto entre enredaderas y macetas de variadas flores, adornos típicos de
los famosos patios andaluces, se veían mil objetos que hacían recordar la
patria guardesa. En frente, en sitio preferente, estaba un magnífico cuadro al
óleo representando nuestra iglesia parroquial, á los lados seguían una
infinidad de cuadros de menor tamaño con paisajes y vistas de La Guardia y sus
cercanías.
La mayoría de los guardeses que pasaban por
Sevilla iban á visitarle, y una vez allí, los asediaba á preguntas referentes á
La Guardia, y si alguno quería cambiar de conversación, le decía muy
graciosamente: amigo, aquí no se permite hablar más que de La Guardia.
D. Ramiro Franco marchó muy joven á Méjico,
llamado por su tío el acaudalado guardés D. Juan Francisco Pacheco, y fue
colocado de tenedor de libros en una importante droguería de la capital
mejicana, pero por disgustos que tuvo con su tío regresó á España y se
estableció en Sevilla, donde por aquel entonces había una gran colonia
guardesa.
En Sevilla entró también como tenedor de libros
en otra droguería, donde estuvo empleado bastantes años, y cuando salió de allí
fue para establecerse por cuenta propia, dedicándose á especulaciones
mercantiles en comisión, consiguiendo con constancia y laboriosidad reunir una
buena fortuna.
Hondos debieron ser los resentimientos que
mediaron entre D. Ramiro Franco y su tío D. Juan Pacheco, pues éste en su
testamento que hizo al repartir cerca de
cuatro millones de pesetas entre sus parientes de La Guardia, trató de
desheredarlo.
Cultivó también nuestro paisano el periodismo,
colaborando en varios periódicos de Sevilla y en la “Ilustración Española y
Americana” de la cual era representante y corresponsal, y desde cuyas columnas
prestó grandes servicios al arte español. Cuando acaeció el robo del cuadro de
San Antonio de la Catedral de Sevilla, gracias á las minuciosas reseñas,
noticias é ilustraciones publicadas en tan importante periódico, reseñas que
fueron enviadas al extranjero á nuestro Cuerpo Consular, fué reconocido y
recuperado en los Estados Unidos y restituido á Sevilla el trozo robado, pues
del cuadro solo habían robado, cortando el lienzo, la figura de San Antonio de
Padua representado en aquel milagroso éxtasis cuando ve que entre efluvios de
luz nunca vistos se le acerca el Niño Dios para posarse en sus brazos, lo cual
es lo mejor que tiene el cuadro.
Sostenía correspondencia con muchos guardeses
para enterarse del adelanto y progreso de su pueblo, é hizo activas gestiones
cerca de un acaudalado guardés para que dotase á La guardia de alguna fundación
útil, pero aunque por causas que no son del caso enumerar no dieron resultado
dichas gestiones, no por eso son menos de agradecer esos trabajos.
Pero la empresa magna, la que él más se
complacía en recordar por haber sido el sueño dorado de su vida, fue la
publicación de La Historia de La Guardia. Para tal empresa, abandonando sus
ocupaciones habituales, vino expresamente de Sevilla, y con los apuntes que le
proporcionaron D. Ramón López, gran aficionado á estos estudios, y D. José
María Sesto, dió unidad y forma a los apuntes sueltos que él tenía, formando
así su Historia de La Guardia.
Para sufragar los gastos de la impresión con sus
correspondientes grabados fué con una paciencia de benedictino explorando
voluntades, acallando recelos y venciendo obstáculos hasta que consiguió formar
una suscripción en la que figuran las personalidades más salientes de entonces.
Conseguido su objetivo volvió á Sevilla y
aprovechando los grabados que le habían servido para su historia, dió á conocer
en la “Ilustración Española y Americana”, en sentidos artículos, este rincón de
Galicia, trabajos oportunísimos en aquel tiempo porque ellos sirvieron en parte
para desvanecer el mal concepto que en el resto de España se tenía injustamente
de Galicia. Estos artículos llevan la firma de José Povedano, seudónimo, según
unos, de Ramiro Franco.
Por él, pues, tenemos escrita la Historia de La
Guardia, tal vez deficiente en noticias, pero que tiene el indiscutible mérito
de ser la primera.
La publicación de este folleto histórico es para
nosotros la mayor gloria de Ramiro Franco, y á su memoria dedicamos este
modesto trabajo, pues nos es grato que su nombre quede registrado en las
columnas de nuestro semanario para que en todo tiempo quede de manifiesto el
patriotismo de este ilustre guardés, y sirva de ejemplo á esa nueva juventud
que se acerca, que es la esperanza de La Guardia, y que tanto ha de influir en
los futuros destinos de nuestro querido pueblo.
JULIO DE CASTRO
No hay comentarios:
Publicar un comentario